Una voz celestial

La empresa se antojaba encapotada: dejar en la mínima expresión unas canciones potentes y de marcado carácter urbano. Claro que el viaje tenía un colchón soberbio. La voz de la protagonista de la noche fue una gozada. Simpática y cercana en los entreactos. Alta, potente, sentida y emocionante –en 'Con miedo a ti' varias lágrimas cayeron por su mejilla– a la hora de entonar las diferentes estrofas. Sobrándole hasta los ocasionales refuerzos de reverberación. Pasando del rap al flamenco, la rama básica de sus tonos, con soltura y naturalidad. Desbordando melancolía ('Tu boca') y disparando frases como si estuviera en una esquina del polígono industrial ('De la cueva a los olivos').

En lo sonoro la mezcla fue igual de gozosa y hábil. Fado potente por aquí ('Aurora'), deje latino por allá ('Valor'). Con momentos para el baile ('El alijo'), arrebatos tangueros ('Línea 18') y mucho cante hondo en los esqueletos. Sin olvidar los minutos de desbordante emoción ('Si la luna quiere'). Recordando a Ketama ('Vendavales') y deslumbrando con la versión de 'Al alba', de Luis Eduardo Aute en 90 minutos que recopilaron una irable mezcolanza de pasado, presente y futuro.