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La decisión del Consejo de istración de la Euskadiko Orkestra de destituir a las dos cabezas más importantes que la rigen -director general y artístico- ... sorprende y abre muchos interrogantes. El más llamativo de ellos es que este cambio de rumbo se realice en mitad de una temporada diseñada principalmente por y para un Robert Treviño que estaba anunciado en cuatro programas y hasta el momento ha dirigido solo el primero, en septiembre. A partir de ese momento Treviño ha desaparecido de los escenarios. No ha dirigido ninguno de los dos programas previstos: el de finales de noviembre con el famoso violinista Pinchas Zukerman, que asumió finalmente la dirección, y el primero de este año con el pianista Denis Kozhukhin. Cabe esperar que ante esta crisis, que apunta a ser anunciada después de una intensa reflexión, tampoco se ponga al frente de su última aparición prevista para el próximo mes de junio.
La historia ha demostrado que el crecimiento y la calidad de una orquesta, más allá de su sistema de gestión, dependen en gran parte del compromiso de su director titular, no tanto en cantidad de conciertos liderados, como en el diseño de una estrategia que haga crecer a la agrupación. Sin embargo, en una institución como la Euskadiko Orkestra con unas señas de identidad bien definidas, no es sencillo encontrar a maestros que consigan el difícil equilibrio de alcanzar la excelencia artística manejando el complicado colectivo de un centenar de músicos y cumpliendo los objetivos de un conjunto con objetivos de país. Y no sería de extrañar que hayan sido los propios atriles los que hayan propiciado la destitución de Treviño ante una situación incómoda que, sin duda, no es la apropiada para crear y hacer música. Hay antecedentes de ello en la historia de la orquesta.
Más allá del interrogante de quién será el maestro que releve a Treviño -también es cierto que la orquesta puede funcionar un tiempo sin titular, porque ya lo ha hecho en el pasado- hay otra cuestión que flota en el ambiente: ¿por qué? cuando el Consejo de istración habla de un «trabajo intenso y fructífero». Y aún resulta más llamativo el cese de Oriol Roch, que este sí, supone una novedad en la historia de una orquesta que siempre ha respetado escrupulosamente los tiempos cuando ha decidido cambiar a su director general. Esta y otras muchas preguntas surgen de una decisión que, sin duda, abre una nueva etapa en la orquesta.
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