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A la tercera ha sido la vencida. Tras ser aplazado un par de semanas, primero por la muerte del papa Francisco, después por el apagón que dejó a España sin luz, 'La familia de la tele' se estrenó por fin este lunes, el 5 del 5 del 2025 en La 1. El sucesor espiritual de 'Sálvame', el programa que amenizó las tardes de Telecinco durante catorce años, volvió a centrarse en la forma más que en el contenido y convirtió a sus presentadores y colaboradores en los participantes de una suerte de 'Pekín Exprés', paso previo a un desfile que acabó confirmando dos nuevos fichajes: el de Isabel Pantoja y el de Rocío Carrasco, que por cierto se reencontró con Marta Riesco.
Continuando con aquella primera promoción que transformaba a María Patiño, Belén Esteban, Kiko Matamoros, Chelo García Cortés, Víctor Sandoval, Lydia Lozano, Inés Hernand y Aitor Albizua en los personajes de 'El mago de Oz', el espacio de entretenimiento -los comunicados de RTVE evitan la palabra corazón- les propuso seguir el camino de baldosas amarillas hasta llegar a Torrespaña. Allí les esperaba, vestida de personal de seguridad, Paula Vázquez , otrora presentadora de 'Pekín Exprés', para darles las instrucciones de este particular 'Pradín Exprés': divididos en parejas, debían encontrar la manera de llegar hasta Prado del Rey, a 25 kilómetros de distancia, sin gastarse un duro y sin utilizar el teléfono móvil. ¿El objetivo final? Disfrutar y protagonizar el gran desfile que les llevaría al Estudio 5, el plató convertido en el barrio Bellavista desde el que se desarrollará el programa a partir de este martes. Los primeros recibirían un premio; los últimos, un castigo.
Fueron unos primeros minutos caóticos. El reto era encomiable, pues unir directo, exteriores y espontaneidad es harto difícil, pero la microfonía no funcionaba bien y poner orden resultaba complicado. Ya lo apuntaba Albizua -por cierto, estuvo muy fino- de camino a Torrespaña, que iba pidiendo ritmo al resto del séquito, conformado también por varios cámaras y pertiguistas de sonido, consciente de que un programa como este necesita dinamismo. Como narradoras de excepción estaban Paloma del Río y Cayetana Guillén Cuervo que comentaban la jugada, soportaron un aguacero y promocionaban un programa «de entretenimiento que aunará todo tipo de disciplinas». Afortunadamente, durante esta primera parte del espacio, el cielo se abrió un poco y los rayos de sol lo pusieron algo más fácil.
Decenas de trabajadores de Torrespaña salieron a recibir a los 'concursantes', que repartían saludos al personal, mientras Paula Vázquez anunciaba cómo se iban a conformar las parejas que competirían por llegar antes a Prado del Rey. Inés Hernand, de la mano de Belén Esteban, ya tenía una excusa perfecta: «Vamos a ir con la estrategia de la verdad: 'Viajo con una diabética'». Fueron las primeras que lograron subir a un vehículo de un compañero deportes que les llevó directamente a Prado del Rey, a donde llegaron 36 minutos después.
No fueron, sin embargo, las primeras en llegar. Ese honor correspondió a Lydia Lozano y Víctor Sandoval, que aunque fueron los terceros en subirse a un vehículo -Víctor, incluso, salió a la carretera a parar a varios coches, sin suerte-, lo hicieron en el que ya se sabe la ruta a la perfección, el que la propia RTVE pone a sus trabajadores para moverse entre Torrespaña y Prado del Rey. Llegaron a los 33 minutos de iniciarse el reto. A los 40 lo lograron Kiko Matamoros y Chelo García. Por el camino, los habituales dimes y diretes entre los colaboradores. «Aunque no es creyente, Chelo tenía ilusión por ir a conocer al papa Francisco», le confiaba Matamoros al improvisado chófer.
María Patiño y Aitor Albizua, en cambio, tuvieron que conformarse con perder. ¿La razón? La periodista aseguraba conocer un restaurante cubano por la zona. «Son amigos y nos pueden llevar», afirmó, y Aitor se dejó llevar pero la presentadora fue incapaz de encontrarlo. Luego David Valdeperas, director del programa, revelaría que Patiño había intentado hacer trampas y la cosa no había acabado bien. Los dos fueron caminando hasta Doctor Esquerdo, pidiendo ayuda a conductores y transeuntes. El conductor de una furgoneta les dijo que les llevaba, pero no había plaza para los dos presentadores y el cámara. «¿Pero si voy acostada atrás?», preguntaba inocente Patiño. Hasta que Carlos, un periodista de Teruel que trabaja en un supermercado en Madrid, bajó a buscarles con su propio coche. Llegaron una hora y siete minutos después, cuando la lluvia era ya intensísima. «¿Cuál será el castigo? ¿Que nos toquen el sueldo?», se preguntaba entre risas María Patiño.
Lo cierto es que los problemas de sonido y el caos se fueron atenuando cuando las cuatro parejas iniciaron el desafío y a partir de ahí la realización se mostró más ágil y sorprendente, dividiendo la pantalla en un mosaico de cinco imágenes donde podíamos seguir a cada pareja en su vehículo, así como un mapa que mostraba en tiempo real el recorrido de los participantes. Mientras tanto, los rótulos, algunos con más chispa que otros, hacían más ameno el recorrido.
A su llegada, les esperaban Paula Vázquez, Cecilia Revuelta y Clara Rivas. Justo en ese momento, La 1 detenía la emisión del programa y pasaba a emitir 'Valle Salvaje' y 'La promesa', pero el programa continuaba en RTVE Play. Revuelta y Rivas se ocuparon de jugar con las bambalinas de Prado del Rey, aquello que tan bien hacía 'Sálvame', en los momentos previos a un desfile que sirvió para desvelar a todos y cada uno de los integrantes del programa.
Con una vista aérea y como si aquello fueran las Olimpiadas de Barcelona de 1992 -bastante venidas a menos-, un mosaico humano de más de cien personas dibujó un 'Hola RTVE' que captó a vista de pájaro un dron. Comenzaba así un pasacalles, carente de ritmo y lleno de café para muy cafeteros, en unas instalaciones transformadas para la ocasión en un universo de fantasía, arte urbano y cultura popular del que fueron testigos cientos de asistentes e invitados especiales ubicados en grada VIP. La lluvia, finalmente, respetó este desfile de aire festivo con catorce carrozas, diversos números musicales -bandas folclóricas y charangas de pueblo- arropados por más de 200 bailarines.
Abrió el soporífero desfile Inés Hernand con varios grafiteros. Y después, en un homenaje a algunas figuras históricas de Televisión Española, lo hicieron personalidades, actrices y presentadoras como Samantha Hudson, Mónica Pont, Nuria Marín o Adela González, que salieron ataviadas con vestidos de Raffaella Carrà, Massiel, Melody o Alaska, mientras que Bob Pop, colaborador del espacio, lo hacía como Narciso Ibáñez Serrador. Precisamente, Marín se dedicará a escarbar en el ingente archivo de la corporación. Después, la reportera Marta Riesco salía correndo detrás de la ambulancia retro de la Cruz Roja en la que iban Lydia Lozano y el doctor Jesús Sánchez Martos. El facultativo le midió la tensión y la periodista se marcó su primer 'chuminero' en La 1.
Luego llegarían Aitor Albizua, Martín Bianchi, Silvia Taulés, Víctor Sandoval, Raúl Rodríguez, Laura Fa, Ignacio Guío, Marta Verona, Luis Quevedo, Cesc Escola, Chelo García Cortés y Carlota Corredero, que entraron bailando al son de Galicia... «Venimos a traer diversidad y diversión; a llorar y a reírnos. Nos echaron, pero aquí estamos todos juntos», apuntaba Chelo García Cortés, que ya tuvo un primer rifirrafe con Kiko Matamoros.
Antes de que Belén Esteban y María Patiño cerraran el desfile, 'La familia de la tele' se había guardado un par de sorpresas bajo la manga. Una ya se había filtrado: la incorporación de Isa Pantoja al programa después de llevar años trabajando en Telecinco. Embarazadísima de ocho meses, salió de la tan cacareada carroza fantasma. «Me costó tomar la decisión, pero quería probar otros proyectos y otros perfiles. Me entrego a 'La familia de la tele'», aseguró quien dice haberse cogido un hospital cerca por si acaso da a luz. «Estoy ilusionadísima y feliz», ahondó. Y avisó: «Hasta en las mejores familias hay peleas». Posteriormente se abrazó con Chelo García Cortés y Lydia Lozano.
Bastante más inesperada fue la incorporación de Rocío Carrasco al espacio, que desfiló ataviada como una cabezuda. Su encuentro con Marta Riesco, ambas exparejas de Antonio David Flores, fue un visto y no visto. «Son mi familia», dijo huidiza y esquiva ante las cámaras, antes saludar con un par de besos a Kiko Matamoros.
Pero el fin de fiesta estaba reservado a la patrona, Belén Esteban, y a la presentadora María Patiño. Las dos vinieron en la carroza más engalanada de la tarde, la que parecía llegar desde Oz. «Estamos muy emocionadas y muy felices, acordándonos mucho de nuestros padres y de la gente que no nos ha dejado solas», apuntaba la Esteban. «Tenemos la obligación de entregar lo que la gente nos ha dado», decía también solemne Patiño, «y ganas de seguir dando guerra, que hoy parecen todos amigos». Fueron algunas de sus últimas frases antes de entrar en el nuevo plató junto a sus compañeros. Un plató que, en una nueva clase maestra de narrativa, el espectador se perdió. Ya solo falta ver el programa. Lo dicho, mucha forma y muy poco contenido. Postdata: no hubo ni premio ni castigo.
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