Crítica 'Anora': Quien ama a sus criaturas

Sean las ama. Las cuida. Las protege. Desde que las esboza en su primer esquema de guion hasta la sala de montaje. Las ama, las cuida, las protege y logra que el espectador quiera amarlas, cuidarlas, protegerlas y estar con ellas mucho más tiempo de lo que duran sus películas. Aunque (o quizás porque) no sean seres humanos de los que te puedes fiar al 200%. ¿Pero quién quiere fiarse de Ani o de Ivan al 200% si nos gustan tanto tal como son, si nos dejarímos la piel por ellos pues son parte contratante de una (casi) tragedia negra deslumbrante con maravillosos matices de comedia romántica feminista y un erotismo sugerente?

Amamos a las criaturas de Sean Baker tanto como las ama él. Porque nos encanta cómo las impregna de un tipo de humor que caso hasta pudiéramos llamar 'trash'. Al fin y al cabo, Ivan será todo lo hijo de oligarca ruso que el guion quiera pero Ani es bailarina de strip tease. Sí, digamos que 'Anora' derrama puñados de humor 'trash'. Pero no lo traduzcan por 'basura'. Ni se les ocurra.