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Alberto Serén, director de operaciones de Katealegaia, Edurne Castro, presidenta del Consejo de istración, y Pablo Núñez, director general.. Morquecho
«Todos los días nos agradecen por darles una oportunidad»
Katealegaia

«Todos los días nos agradecen por darles una oportunidad»

Katealegaia, proveedora industrial con sede en Hernani, integra a colectivos vulnerables en el mercado laboral desde sus doce plantas en Gipuzkoa

Domingo, 27 de abril 2025, 07:15

Hacen industria, sí. Pero sobre todo hacen empleo. Y empleo con sentido. Katealegaia, con su sede en el valle de Epele de Hernani, no sólo ensambla piezas ni organiza turnos en sus doce talleres repartidos por toda Gipuzkoa. Lo que ensambla, cada día, es dignidad y oportunidad para más de mil personas que, de otro modo, lo tendrían muy difícil para encontrar su sitio en el mercado laboral. Personas con discapacidad, en situación de exclusión o con trayectorias golpeadas por la precariedad o el olvido. Su propósito, como repiten con naturalidad, es claro: trabajo de calidad para quien más lo necesita. «Todos los días nos agradecen por darles una oportunidad, y eso para nosotros es un 'chute' tremendo. Es nuestra razón de ser», asevera Pablo Núñez, su director general.

Katealegaia es distinta, y no sólo por su condición de sociedad laboral sin ánimo de lucro. Tiene una red de doce plantas productivas repartidas en todas las comarcas del territorio, más de mil personas empleadas -de las cuales más de 800 son socias- y una superficie industrial que supera los 30.000 metros cuadrados, y que llegará pronto a 35.000 con la nueva planta prevista en Arrasate para 2027. Un no tan pequeño universo industrial que trabaja para más de 30 clientes líderes en sectores como automoción, energía, movilidad, confort hogar o electromovilidad. «Tenemos 15 proyectos en estudio ahora mismo, y ninguno se parece al otro. Esa es nuestra naturaleza: la diversificación nos permite cumplir con nuestro fin social», explica Alberto Serén, director de operaciones.

Desde su planta de Hernani, Núñez, Serén y Edurne Castro, la presidenta del Consejo de istración, lo cuentan con una mezcla de orgullo y humildad. No es fácil conjugar la exigencia del mercado con la atención personalizada a perfiles vulnerables, pero ellos lo hacen. «No puedes elegir entre una cosa u otra. Hay que ir a tope con las dos», dice Núñez. Y esa dualidad atraviesa cada decisión: desde el diseño industrial hasta la gestión del día a día. Ser competitivos no es una opción, es un deber. «Más del 75% de nuestros ingresos vienen del mercado. Facturamos más de 20 millones de euros al año. Si no estuviésemos a la altura, no estaríamos aquí».

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Facturación superior a los 20 millones, de los cuales el 75% procede del mercado. El resto viene de ayudas relacionadas con su labor social.

La historia de Katealegaia es la de muchas pequeñas iniciativas que nacieron en comarcas distintas hace más de cuatro décadas, impulsadas por la necesidad de dar una salida laboral a personas con especiales dificultades para acceder al empleo. «Decimos que llevamos más de 45 años porque en realidad fueron proyectos locales que se fueron uniendo poco a poco, hasta que en 2005 nos convertimos en una sola organización», rememora Núñez. Desde entonces, han consolidado un modelo de gobernanza singular: un órgano de istración en el que participan representantes sindicales -elegidos por la plantilla-, agentes sociales e instituciones. «Somos una sociedad laboral. Las decisiones importantes se toman entre todos. Y eso nos hace más fuertes», subrayan los tres.

«Hay nuevas realidades»

No es casual que hayan encontrado en el centro Fabrika de Adegi un compañero de viaje natural. Desde hace meses, varios equipos de Katealegaia trabajan bajo el método del primer Centro de Alto Rendimiento de ámbito internacional en Transición Cultural apadrinado por la patronal guipuzcoana con la vista puesta en reforzar una cultura participativa que ya venía de serie. «La idea es que las mil personas que forman parte del proyecto se sientan implicadas. Sabemos que no es fácil, pero con herramientas como esta queremos llegar ahí», comenta el director general.

Todo lo que ocurre en Katealegaia pasa por las personas. Así, cuando se enfrentan a proyectos industriales complejos, no sólo piensan en términos de viabilidad o rentabilidad, sino en qué grado de empleabilidad podrán generar. «Podemos rechazar un proyecto muy rentable si solo da trabajo a una persona. Pero si ese proyecto puede traducirse en 15 o 20 empleos estables, vamos con todo», afirma Serén. La clave, añade, está en saber industrializar procesos desde cero, con un equipo multidisciplinar que integra ingeniería, operaciones y área social. «Mecanizado, calderería, electrónica, soldadura láser, visión artificial... todo es posible si permite cumplir con su misión», convergen.

El perfil de los trabajadores ha ido cambiando con el tiempo. De centrarse inicialmente en discapacidad física o intelectual, hoy atienden también a personas con enfermedad mental, migrantes o mayores que han sido expulsados del mercado laboral. «Hay nuevas realidades que estamos incorporando». En definitiva, Katealegaia demuestra que se puede competir en el mercado global «sin renunciar al compromiso social».

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