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Preguntado sobre el artículo 'Industria y populismo' que publicó el pasado otoño donde se mostraba en contra el impuesto energético del gobierno, Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, ha asegurado en el Foro el XVIII Foro Empresarial de Gipuzkoa que no se siente «solo cuando habla con esa franqueza». «Tener 61 años ayuda. Cuando uno tiene más pasado que futuro, se puede permitir el lujo de hablar más claro», ha aputnado al tiempo que ha indicado que no le fue fácil publicar aquel artículo. «Lo escribí en una tarde, pero incluso mi propio entorno me decía, 'no te metas en ese lío, aquí no hay ni una empresa que critique una medida de un gobierno...'». Ha asegurado que habla «con mucho respeto» de los gobiernos, pero que tiene «una obligación moral, no con mi empresa, también desde el ámbito económico y social con la sociedad. Es que podemos cargarnos la inversión industrial en muchos sectores de este país para los siguientes años».
Ha remarcado que aquella fue una medida que apuntaba directamente y equivocadamente a la actividad industrial, empresas energéticas, sector refino, sector química. »Que estés favoreciendo al que no genera empleos aquí, al que fabrica fuera producto que importas y estés haciendo imposible la transformación de la industria aquí, yo creo que fue una idea equivocada». Ha recordado que no estuvieron solos «porque hubo una mayoría en el Congreso de los Diputados que votó a favor de esto y creo que fue un alivio para todos, incluso para muchos de los que lo habían propuesto».
También se ha referido a que cuando va a Moncloa o a Bruselas y les habla de estos asuntos, «la gente escucha, con respeto». «El debate entre una Europa industrial y las políticas ambientales y cómo hacerlo compatible, creo que está también en el seno de los gobiernos. Esto no es blanco o negro, esto no es de buenos y de malos. Posiblemente en Europa en general, ha habido un cierto mimetismo respecto a las políticas europeas en los últimos años», ha citado.
Imaz ha remarcado que en Europa en los últimos diez o doce años, «se nos habían olvidado absolutamente dos de los tres objetivos de las políticas energéticas. «Nos olvidamos de la seguridad de suministro, nos echamos en manos del gas ruso, nos echamos en manos de las materias primas chinas, hicimos una apuesta por una tecnología que no la teníamos en nuestras manos y estamos inundando nuestro mercado de coches fabricados en el exterior, además, con ayudas públicas». Ha añadido que también «se nos olvidó que la energía tenía un precio y afectaba la competitividad, y nos metimos en una senda alocada de descarbonización que alguno puede pensar, pero la descarbonización es muy importante. El efecto que hemos tenido es el contrario, ya que si uno analiza las emisiones, uno puede decir en Europa hemos bajado emisiones de CO2, es verdad, pero ¿cuánto hemos provocado de incremento de emisiones de CO2 en el resto del mundo las políticas europeas?».
Si se toma como ejemplo los datos públicos de los años 22 y 23, ha indicado que el sector que más aumenta en emisiones de CO2 en el mundo son la generación eléctrica y la generación de calor, fundamentalmente en países emergentes, producido con carbón. «¿Por qué todo el mundo migra al carbón en los años 2022 y 2023 en el mundo? Porque los europeos, Rusia nos corta el grifo, dependemos absolutamente del gas, nos ponemos a comprar, necesaria y alocadamente, gas licuado, GNL, en el resto del mundo, multiplicamos por 3 o por 4 el precio del gas en el mundo, el sur global no puede comprar ese gas, tiene que emigrar brutalmente al carbón y aumentan las emisiones de CO2 en el mundo fuertemente», ha descrito.
A su juicio, «lo que tenemos que hacer es equilibrar y tener políticas sostenibles que sean absolutamente compatibles con las políticas industriales«. Ha considerado que es importante no solo desde el punto de vista industrial, también políticamente. «Si no somos capaces de combinar las políticas ambientales con las políticas industriales y destruimos tejido industrial, estamos dejando un daño social en las personas vinculadas al sector industrial que luego son pasto de cualquier populismo. Yesto es malo, porque al final va a tener sus consecuencias políticas, pero también va a tener sus consecuencias en términos medioambientales», ha remarcado.
Imaz ha explicado que cuando le preguntan que si lo que quiere es una transición para ir más despacio, responde que no, que lo que quiere es «una transición más inteligente, porque posiblemente si produjésemos y si ayudásemos a que los bancos financiasen proyectos de gas junto con las renovables, iríamos más rápido. Lo que tenemos que hacer es tomar medidas menos ideológicas y más analizadas«.
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