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Patxi González, en manga corta, vendienco castañas casi a 30 grados en Donostia. a.u.

«¿Calor? Prefiero esto a que haga malo, lo importante para vender castañas es el paso de gente»

Patxi González, veterano castañero de Donostia, dice que mucha gente las compra camino al tren «para llevárselas a casa, a Tolosa, a Beasain o a Zaldibia. Se calienten bien en el microondas»

Ane Urdangarin

San Sebastián

Jueves, 20 de octubre 2022, 07:31

Como los ocres y rojizos a la vista, el sonido de las hojas pisadas al oído, o la textura de los hongos al tacto, el otoño huele a castañas asadas. Un aroma que empieza a difundirse a partir de octubre por casas y calles y que acompaña al invierno, a esos meses de días cortos y noches largas, y tardes de sofá junto a la chimenea, quien tenga la suerte de tener una y leña para alimentarla.

Una estampa que no casa demasiado con estos días de viento sur y temperaturas de 30 grados, que invitan más a tomar un refresco con hielo o un helado e incluso a darse un chapuzón si se vive cerca del mar. Pero es época de castañas y, como cada tarde desde inicios de mes, Patxi González enciende el carbón para lograr la brasa en la que asa frutos del castaño en esa esquina entre el paseo Árbol de Gernika y la calle Valentín Olano de Donostia que se convierte en su segunda casa hasta marzo. Son la siete de la tarde y el termómetro de la cercana plaza Bilbao marca 28º. ¿Y con este calor se vende algo? «¿Calor? No está mal. Prefiero esto a que haga malo porque pasa gente. Si hace mal tiempo pasan cien personas, si hace bueno mil». A más viandantes que vienen o van al puente de María Cristina o la estación del Norte, o pasean por esta zona del área romántica, más ventas.

Más de uno reconocerá a Patxi González, castañero en invierno, vendedor de globos en la Parte Vieja donostiarra en primavera y verano y asiduo a las fiestas de «casi» todo los municipios de Gipuzkoa con su remolque, en el que junto a su mujer y a su hijo dispensan desde almendras garrapiñadas a palomitas, pasando por un sinfín de juegos y juguetes. «Bueno, quizás no me reconozcan», bromea al refererise a su aspecto de hace años, mucho más corpulento, hasta que pasó por el quirófano por motivos de salud «y quitarme la obesidad».

González, que durante 11 años tuvo su puesto en la plaza Pinares, explica que son cinco los castañeros que han tramitado este año el permiso en el Ayuntamiento, y que este inicio de temporada «se defiende. Como aún no tienen en sus pueblos, mucha gente se lleva las castañas en tren a Beasain, a Tolosa, a Zaldibia... Las calientas en el microondas y te las comes. También las que te sobran». Las vende en papel alimentario, con su doble bolsita para guardar las cáscaras. «Hay que meterlas envueltas en papel en el microondas. Depende de la potencia en 30-40 segundos las tienes calientes para comer».

Las primeras castañas asadas de la temporada, con su bolsa para calentarlas en el microondas y guardar las cáscaras a.u.

Las vende a 3 euros la docena, el mismo precio «de los últimos tres años. Y eso que, en su caso, los costes también se han disparado. «Ha subido el carbón, las castañas también y la factura de Iberduero», dice en referencia a la antigua Iberdrola. Pero considera que tenía que asumir la subida sin repecutirla en sus clientes. «Creo que la situación no está para subir el precio. Nos defendemos», contesta a la pregunta de cómo va el negocio.

Madrileño de nacimiento, González lleva 28 años viviendo en Gipuzkoa, muchos de ellos en Altza y actualmente en Urnieta. Cumple su horario, de 15.30 a 21.30, aunque caigan chuzos de punta, de lunes a domingo, festivos incluidos. «El año pasado en cinco meses solo fallé dos días», asegura. Y cita a su hijo, que durante la feria de Navidad del Paseo de Francia suele poner otro puesto de castañas junto a la churrería, como el 'culpable' de estas ausencias. «Es que él me desanimó, me decía que no hacía falta que yo abriera» bromea.

González suele comprar las castañas en Mercabugati. Las actuales son de Cáceres, pero no tardarán en llegar las de Sierra de Gredos, las que habitualmente asa hasta inicios de marzo y que, aunque estos días no haga falta, además de rico alimento servirán para calentar las manos.

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