Ampliar el cauce del río, levantar muros más altos para proteger las viviendas ribereñas, sustituir puentes clavados en el lecho por otros sin pilares que ... no obstaculicen el libre fluir de la corriente, generar áreas de remanso en las que el caudal se disperse y frene su velocidad... Las medidas de prevención y defensa ante inundaciones fluviales son variadas, y dependen de las características naturales, orográficas y urbanísticas del punto en el que se decide actuar.
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Gipuzkoa ha sido testigo de muchas de ellas en los últimos años. El Gobierno Vasco, a través de la Agencia Vasca del Agua (URA), ha invertido cerca de 150 millones de euros en el territorio en medidas de protección, dentro de los más de 350 millones destinados en todo Euskadi.
La mitad de los recursos para Gipuzkoa se los ha llevado el Urumea, especialmente el tramo entre Hernani y Martutene, donde los vecinos atestiguan cómo han cambiado sus preocupaciones cada vez que llueve con insistencia.
La clave, remarcan desde URA, es evitar 'autopistas' de alta velocidad, como barrancos o 'carriles fluviales' urbanos, como los que se han visto en la tragedia de Valencia al paso de la DANA.
Muy al contrario, lo ideal es respetar al máximo posible la tendencia natural de los ríos, respetando o, en su caso, recuperando zonas en las que el agua pueda esparcirse y calmarse, como sucede en los meandros.
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En la actualidad, Gipuzkoa tiene definidas 38 áreas de riesgo potencial significativo de inundación (Arpsi), divididas a su vez en 4 niveles. Seis son de nivel rojo, el máximo, aunque el mapa está en revisión y lo previsible es que en la próxima actualización, en 2025, se queden en tres al bajar el riesgo en los dos puntos del Urumea y en el Oria a su paso por Beasain. Quedarían la desembocadura del Bidasoa en Irun y Hondarribia, Tolosa y Azpeitia. En estas dos últimas se actuará esta legislatura.
Beasain
Si hay un ejemplo que aglutina por sí solo una variedad de actuaciones que permiten al ciudadano de a pie comprobar a primera vista cómo se puede contener la furia de un río que viene crecido, es lo que se ha hecho en el entorno de 'la portería' de CAF, en Beasain. En un tramo de apenas 300 metros se ha ampliado el cauce del río y se han sustituido dos puentes, cuyos pilares se anclaban en el lecho, por uno nuevo apoyado en los dos márgenes del río y, por tanto, sin columnas hacia al agua que constituyan un obstáculo natural para la corriente. La extensión del cauce ha sido posible gracias a que se han derribado cuatro edificios ribereños (la emblemática 'portería' y sus adyacentes). Dicho de otro modo, se ha concedido más libertad de circulación al río en un punto que constituía un cuello de botella.
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Este entorno ha sido históricamente una zona altamente inundable que, con las actuaciones desarrolladas, que acaban de finalizar en septiembre tras más de año y medio de obras, ha reducido un 70% ese riesgo. Como en muchos otros casos, la actuación contra las inundaciones en un entorno habitado ha conllevado a la par una regeneración urbana y es fruto de la colaboración interinstitucional (URA, Ayuntamiento y CAF, dueña de los terrenos, con el apoyo de fondos de la UE). La operación ha requerido una inversión de 7,8 millones de euros y, en principio, permitirá a Beasain abandonar su posición en el nivel rojo en la próxima revisión de las zonas inundables de Euskadi.
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Martutene
El reencauzamiento del Urumea a su paso por el barrio donostiarra de Martutene es quizá la obra más importante de los últimos años. Finalizada en 2022 tras una década de trabajos y 32 millones invertidos, entre otras medidas se han sustituido puentes, elevado muros protectores y se ha ensanchado el cauce del río, llegando a duplicarse hasta los 50 metros a lo largo de medio kilómetro.
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Astigarraga
«Es precioso. Un lujo para cualquier barrio o pueblo. Pero en caso de crecida del río, su misión será sacrificarse y asumir que quedará inundado para salvar Astigarraga». El desarrollo urbanístico de Astigarraga ha dejado sin viviendas un amplio terreno junto al Urumea entre Ergobia y el polígono Bidebitarte que se ha configurado como parque. No es casualidad. Es una zona inundable. Pero no por ello desaprovechable. Además de dotar a los vecinos de una zona de esparcimiento de generosas dimensiones, su verdadera naturaleza no es el ocio. Es servir de aliviadero del Urumea para cuando venga crecido.
Siguiendo la premisa tantas veces incumplida de no construir en medio del curso de un río, el parque fluvial de Astigarraga será lo primero que se inunde en caso de abundancia de agua. Su sacrificio servirá para evitar que el agua llegue a la trama urbana, ubicada en una cota superior al río y protegida por el parque. Para reforzar la efectividad de esta barrera y distanciar aún más los edificios del río, se ha rebajado en ese punto la plataforma de la margen derecha del Urumea.
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Un parque fluvial no es otra cosa que una solución basada en la naturaleza, consistente básicamente en dotar de espacio al cauce para albergar los caudales de las crecidas.
Su entrada en funcionamiento en 2019 permitió a la vez eliminar especies invasoras en ese tramo del Urumea, así como la revegetación de la zona con especies autóctonas.
Akarregi (Hernani)
Siguiendo una filosofía equiparable a la de los parques fluviales, la agencia del Gobierno Vasco para la gestión de los recursos hídricos (URA) ha construido en el meandro del Urumea ubicado entre el barrio Akarregi de Hernani y el de Ergobia en Astigarraga, una corta seca. Se trata de habilitar canales alternativos al cauce natural para que pueda circular por ellos el agua en caso de crecida. La actuación permitirá mejorar los umbrales de seguridad ante las crecidas del Urumea no solo de los vecinos de Hernani y Astigarraga, sino también de los de aguas abajo en San Sebastián, pues la corta seca sirve, además de para dispersar la corriente, para frenar su empuje. Es decir, se constituye como zona de calmado.
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La actuación ha consistido en habilitar el meandro como zona de expansión segura en episodios de lluvias intensas, reduciendo de este modo la exposición a inundaciones de las áreas ribereñas, ya que el canal permitirá rebajar la altura de la lámina del agua en episodios de riadas.
La corta seca de Akarregi ha requerido asimismo del ensanchamiento del cauce y de la ejecución de plataformas en distintos tramos de las márgenes izquierda y derecha del río, lo que supone ampliar la sección útil disponible para el desagüe en caso de crecidas.
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Esta actuación, dividida en dos fases, ha requerido una inversión próxima a los 8 millones de euros.
Puente Karabel (Hernani)
La sustitución del viejo puente de Karabel, en Hernani, por otro sin pilares, ha permitido reducir las probabilidades de desborde del Urumea en ese punto al tener el agua plena libertad para fluir. La actuación se llevó a cabo entre 2013 y 2014 y se invirtieron 2,3 millones de euros. Además del nuevo puente, se construyó un dique para evitar la entrada de agua al barrio.
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