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Tanya Ibar ya comentó ayer, en rueda de prensa en Vitoria, que su marido, Pablo, se encuentra «animado» y «esperanzado» por llevar a buen puerto ... la apelación contra la sentencia de cadena perpetua que recibió en mayo de 2019 por el triple asesinato ocurrido en 1994 en Florida, para que pueda celebrarse un nuevo juicio. Hoy, la segunda escala de su viaje a Euskadi ha sido más emotiva, ya que, en compañía de sus hijos, Giorgio y Javi, de 14 y 11 años, ha visitado el caserío Urtain Berri, a un puñado de metros del caserón Urtain, en el barrio zestoarra de Ibañarrieta, de donde procede el padre de Pablo, Cándido, y el resto de hermanos y hermanas, incluido el legendario boxeador que bajo ese apodo causó sensación en los años 60 y 70.
«Mis hijos -explica Tanya- nunca habían estado aquí y quería conocer el lugar donde nació su aitita, y sobre todo verle a él», dado que Cándido lleva más de dos años residiendo en Zestoa, después de que decidiera «salir de los Estados Unidos tras el último juicio. La sentencia fue un palo, no la esperaba, y necesitaba evadirme. Aquí tengo también a la familia», asegura el padre de Pablo, con quien pudo hablar el domingo. «Está bien, muy activo y con ganas de que prospere la apelación», cuyo proceso costará unos 250.000 dólares.
En Urtain Berri viven ahora una hermana de Cándido, Antxoni, junto a su marido, Juan Joxe. A lo largo de la fresca mañana se han acercado también otros tíos de Pablo Ibar, como Jose y Alberto, este viudo de Mari Carmen, la mayor de la saga Urtain, y varios primos y primas, entre otros familiares. También se ha acercado Javier Luariz, amigo de la infancia en Miami y ahora afincado en Tolosa.
Las piedras que levantaba Jose Manuel Ibar 'Urtain', que también también harrijasotzaile, que se encuentran en Urtain Berri, han llamado la atención de los chavales. «Es bonito ver los orígenes de la familia del aita», señala Tanya en referencia a Cándido. «Ojalá» que «algún día» su marido Pablo, que tiene ya 49 años, pueda regresar a Zestoa, desea Tanya. Sería señal de que el preso de origen guipuzcoano ha recobrado la libertad que perdió hace casi tres décadas. En cualquier caso, faltaría «mucho» para ello, dado que, en el supuesto de que prosperara la apelación, podrían transcurrir otros dos años hasta el nuevo juicio, lo que requeriría otro millón de dólares.
La visita de Tanya a Euskadi, ocho años después de la anterior, obedece al deseo de «que la gente no se olvide de Pablo» y también a recaudar fondos para afrontar el largo proceso judicial por el que están trabajando.
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