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El Juzgado de lo Penal número 2 de San Sebastián reanuda mañana el juicio contra Jack Estrada, el tatuador acusado de abusar sexualmente de cerca ... de una veintena de clientas suyas. La vista quedó aplazada el pasado 12 de septiembre ante la incomparecencia de varios testigos, entre ellos tres de las presuntas víctimas. La Fiscalía de Gipuzkoa solicita penas que suman más de veinte años de prisión para el investigado, en tanto que las dos acusaciones particulares en nombre de otras tantas mujeres reclaman cada una cinco años de cárcel. La defensa pide la absolución.
Los hechos que son objeto de este proceso se dieron a conocer en febrero de 2018, después de que una de las mujeres relatase su experiencia en las redes sociales. La chica 'colgó' un texto en el que desveló que había sido «acosada sexualmente por mi tatuador». Desveló que «desde el minuto uno» tuvo que escuchar por boca del mismo individuo comentarios de índole sexual y, además, indicó que le había «agarrado del culo» y que le sujetó de la «cadera desnuda». La mujer afirmó de igual manera que el sospechoso le hizo desabrocharse el botón del pantalón cuando lo que en realidad «me iba a hacer es un tatuaje pequeño en el brazo», señaló.
La difusión de este mensaje encontró un amplio eco en las redes. Al inicial comentario le siguieron otros muchos de personas que asimismo se identificaron como víctimas del tatuador o conocían a otras que lo habían sido. Ello llevó a la Guardia Municipal de San Sebastián a iniciar de oficio una investigación, aun cuando no se había formalizado denuncia alguna en las dependencias del citado cuerpo. Tampoco en la comisaría de la Ertzaintza se había personado nadie para dar cuenta de casos como el revelado.
La denuncia se hizo viral y generó multitud de condenas. Ante aquella situación, las averiguaciones de la Unidad de Investigación de Delitos de la Guardia donostiarra dieron lugar a la incoación de unas diligencias judiciales que fueron instruidas por el Juzgado de Instrucción número 2 de Donostia. La labor policial permitió la detención de Jack Estrada, que el 8 de febrero del pasado año ingresó en la prisión de Martutene.
La autoridad judicial sustentó en tres motivos la decisión de privar de libertad al tatuador. Consideró, por un lado, la relevancia de los hechos y además, su reiteración, dado que presuntamente había tenido comportamientos similares no solo en el local que regentaba en la Parte Vieja, sino en otros establecimientos en los que anteriormente había desarrollado su actividad y también como profesor en una escuela de tatuadores en la capital guipuzcoana. Asimismo, estimó que existía riesgo de fuga por parte del investigado e igualmente argumentó que el caso había generado una «alarma social».
En las dos primeras sesiones de la vista testificaron ante el magistrado Santiago Romero las presuntas víctimas de los abusos. Todas se ratificación en el contenido de las denuncias que cursaron. También declaró la compañera sentimental del encausado que indicó que «ninguna» de las personas que formalizaron las denuncias «me dijo nada. Yo estaba allí todos los días y nunca escuché gritos ni tampoco me dijeron que Jack se había sobrepasado con ellas. Si lo hubiese visto o me lo hubieran advertido, le habría dado una cachetada», afirmó. En las sesiones que restan antes de que el juicio quede visto para sentencia, pasarán por la sala además de los testigos, agentes de la Guardia Municipal que llevaron a cabo la investigación gracias a la cuál las acusaciones han podido sustentar sus imputaciones. Y queda igualmente por oír la versión del acusado. El primer día del juicio, Jack Estrada no fue el primero en declarar, pese a que es lo habitual, por petición de su defensa.
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