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Trabajo de marquetería, metalistería y vidrieras. Estos son solo algunos de los elementos que pueden encontrarse en los 27 ascensores históricos que todavía cuentan con cabina de madera en Donostia, de los más de 457 instalados en Gipuzkoa antes de 1967, año que otorga la consideración de histórico. DV se sube en algunos de los ascensores más antiguos, ubicados tanto en portales muy espectaculares y como en otros más sencillos, para subir y bajar en edificios levantados en los barrios de Gros, el Antiguo y en el Centro de la capital.
«Aunque la mayoría de los ascensores antiguos se han ido cambiando, todavía queda alguno con la estética antigua de cabinas y puertas de madera, sobre todo en Donostia», cuenta Joseba Martínez, gerente de Ascensores Muguerza, mientras nos acompaña al primer ascensor que visitamos y que se encuentra ubicado en el barrio donostiarra de Gros.
«Este es uno de los ascensores más antiguos al que damos mantenimiento, ya que se construyó alrededor de los años 30. En su momento estos ascensores se colocaban en edificios de cierto lujo y no era accesible para todas las personas, de hecho, un reglamento de uso que tenemos de la época tiene escrito que el portero no debía dejar subir en ellos ni a repartidores, peinadoras, empleados de luz y agua, ni a personas portadoras de pescado, maletas, líquidos ni a alumnos de profesores que viviesen en el edificio. Tampoco podían dejar subir a los niños menores de diez años que fuesen sin acompañante», explica Martínez. «Y por supuesto, se me olvidaba, que el ascensor solo se empleaba para subir, para bajar solo se utilizaba en casos de extrema necesidad», puntualiza el gerente de la empresa de ascensores guipuzcoana.
Joseba Martínez
Gerente de Ascensores Muguerza
«En este edificio han sido los vecinos quienes han decidido conservar el elevador, ya que algunos han vivido durante toda su vida en el portal y prefieren mantener estos ascensores románticos, aunque sea más caro que tener un ascensor normal», aclara. Son muchos los detalles que pueden apreciarse a simple vista en el céntrico portal, como la colorida cerámica con figuras de las paredes y la decoración de las rejillas que cubren el ascensor. Incluso hay pequeños detalles como unas tabas de cordero encrustadas en el suelo.
«La Normativa europea ha ido exigiendo que los ascensores antiguos se adapten a los nuevos estándares de seguridad y muchos, a pesar de su apariencia antigua, cuentan con un mecanismo de funcionamiento nuevo, además de con un enlace de comunicación bidireccional para ponerse en o con alguien en el caso de quedarse atrapados», recalca Joseba. Estas nuevas exigencias «pueden complicar el poder mantener los ascensores antiguos en funcionamiento, pero si el cliente está dispuesto a invertir para conservar el elevador, es posible en determinados casos», aclara.
Justo en frente de este portal de Gros, se encuentra otro con un ascensor histórico, que destaca por sus coloridas vidrieras y por contar con una butaca dentro del mismo. «En este edificio suele haber mucho movimiento», cuenta Julen, uno de los técnicos de Muguerza, que da mantenimiento a ocho ascensores de este tipo en el centro de Donostia. «En este ascensor suelen subir muchos vecinos, además de muchas personas de fuera, porque también es pensión y tiene varias consultas médicas y de masajes», añade. «Este tiene un pequeño banco dentro y para las personas que llegan con maletas puede suponer un problema», cuenta mientras una persona mayor salía del elevador con un carro para llevar la compra. «Para las personas en silla de ruedas también puede ser un poco incómodo, pero al final son los vecinos de la comunidad los que votan y estos habrán decidido conservarlo».
El tercer ascensor histórico al que nos dirigimos se encuentra en la céntrica calle San Marcial de Donostia. Un portal, en apariencia algo más sobrio que los anteriores, pero que también cuenta con un ascensor histórico de casi 90 años en su interior. De hecho, este todavía conserva una factura que data del 24 de agosto de 1935 en la que los vecinos del edificio de seis plantas todavía deben 6.000 pesetas (36 euros) por la instalación del ascensor.
«Estos ascensores comenzaron a instalarse en Donostia a finales del siglo XIX, se dice que el primero fue el del desaparecido Hotel Continental, construido entre los años 1882-1885. Este hotel era sinónimo de lujo y, desde su inicio, incorporó un invento revolucionario de la época, el primer ascensor de la ciudad y uno de los primeros del país, que subía hasta la tercera planta, lo que aumentaba el número de habitaciones de lujo en las plantas altas, por no tener que subir escaleras», cuenta el arquitecto Eneko Oronoz.
«A partir de 1900 se fueron incorporando poco a poco a los edificios existentes, sobre todo entre los años 20 y 30», explica. «Había varias empresas, como Barandiaran y Allende, unas de las más famosas que se encargaban de darles mantenimiento». Muguerza también lleva ofreciendo el servicio de mantenimiento de ascensores desde el año 1922. «Disponemos de los repuestos originales de todos los ascensores que mantenemos», especifica el gerente.
«Si continuamos hablando de ascensores dentro de hoteles, el ascensor del Hotel Niza, instalado en 1911, es uno de los ascensores más antiguos que todavía existen en la ciudad. Este elevador de nada menos que 113 años es uno de los más antiguos que siguen en funcionamiento», explica Oronoz, quien también forma parte de la asociación de conservación del patrimonio Áncora.
«Hemos llevado a cabo varias reformas y, a pesar de ello, decidimos dejar el ascensor», cuenta Jone Zubillaga, subdirectora del hotel donostiarra, la última parada de nuestro recorrido. «El hotel se construyó en 1908 y tres años después, en 1911, se instaló el ascensor. Ha habido varias renovaciones. La más importante fue en 1975 y a pesar de ello decidimos dejar el ascensor. Dentro tenía una banqueta, pero al final los clientes vienen con maletas y necesitan cierto espacio, por lo que decidimos quitarla», relata.
La subdirectora cuenta que esta joya histórica «llama muchísimo la atención» de los clientes y destaca que «el único problema es que hay mucha gente que se piensa que las puertas son automáticas y por más que se lo repitamos, se olvidan de que hay que cerrarlas bien o, si no, el ascensor no funciona».
Jone Zubillaga
Subdirectora del Hotel Niza
También destaca que muchos de los clientes suelen sacarle fotos al elevador, «sobre todo estadounidenses, que nunca han visto un ascensor tan antiguo. Como anécdota graciosa, Zubillaga añade que «hace un par de años hubo un grupo de chicas jóvenes mexicanas que salieron por la noche de fiesta y una de ellas se sentó en el banco frente al ascensor, hasta que el conserje del turno de la noche le preguntó si quería algo y le dijo que estaba esperando a que se abriese el ascensor», ríe. «De hecho, tenemos un cartel en el que se indica que los huéspedes deben cerrar bien las puertas. El personal de recepción da fe de ello, a veces tienen que subir corriendo a cerrar las puertas».
En cuanto a si tienen pensado cambiarlo en algún momento, la subdirectora contesta con un 'no' rotundo. «El ascensor es de 1911, pero está adaptado y no tenemos pensado cambiarlo por uno moderno. Creemos que es un elemento que pertenece a la historia del hotel, encaja muy bien con la decoración y seguiremos manteniéndolo a pesar de los problemas que se generen por no cerrar las puertas», finaliza entre risas.
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