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Uno de los nuestros, eso es todo. Así deben pensar los votantes que siguen sin darse cuenta de la gravedad de lo que está pasando. ... Uno de los nuestros es Sánchez, cómo no, y además Cerdán, García, Ábalos y ahora Gallardo, claro, y Gómez, por qué no, una de las nuestras, para cumplir con el cupo femenino y no desmerecer las políticas que las feministas del partido honran con su escandaloso silencio.
Es de los nuestros, por qué molestarse. Y será uno de los nuestros hasta nueva orden. Así funciona el chiringuito de la mafia soez y la rosa mecánica. Los nuestros son buenos tíos, tíos enrollados, tíos listos, dispuestos a todo en nombre de las siglas, amigos de sus amigos y más, mucho más, de sus amigas. Nuestros y nuestras. Todos a una, todas a uno. Son nuestros sin excepción y, por tanto, inocentes de toda acusación. No podía ser de otro modo. Y crecen los casos de corrupción y las excusas falaces. Y todo apunta a la misma sospecha, financiación ilegal del partido mediando enriquecimiento de sus actores principales.
Los crímenes los cometen siempre los otros, viene pasando desde la Guerra Civil, como Orwell denunció. Los otros, nunca nosotros. Faltaría más. Y los otros, pregunta clave, ¿quiénes son los otros? He ahí el dilema. ¿La derecha? Me río. ¿La ultraderecha? A carcajadas, además. Con la sociología no se juega. No salen los números, por más que tergiversen las encuestas. Los otros no son otros que los ciudadanos que tomen nota de los desmanes y puedan echar a Sánchez, elecciones mediante, de los privilegios del poder, su única droga. Los otros son también los jueces y periodistas que están desnudando una por una sus imposturas y máscaras.
No sé cómo lo aguantamos sin protestar. Otro año pagando impuestos para mantener a una banda de presuntos delincuentes, qué derroche. Otro año pagando para mantener a un gobierno de consumados incompetentes, qué ruina. Otro año pagando más para mantener en el poder a un gobernante cuyo único fin es retener el poder a costa de todo. Las infraestructuras y superestructuras del país se caen a pedazos y la democracia está en crisis. Cuánto tiene que degradarse el estado de cosas para que la gente deje de vivir en la inopia.
Qué gran director es Martin Scorsese, por cierto. Solo le falta, para completar su obra, filmar un remake de «Uno de los nuestros» y «El lobo de Wall Street» ambientado en la República Dominicana y financiado con capital venezolano y español. ¿El título provisional de la película? Sálvese quien pueda.
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