Las tortillitas de bacalao, tan típicas del sur, llevan, en mi casa, mantilla. Me encantan, pero mi ama y yo solo las cocinamos en Semana ... Santa. Son muy fáciles de preparar: hay que picar ajos tiernos, cebolletas y perejil, añadirles bacalao desmenuzado, y mezclarlo todo con huevos, leche, harina y sal. La masa que se obtiene se fríe después en abundante aceite con la medida de una cucharada sopera. Es uno de mis platos preferidos, así como lo fue para mi prima -le gustaban aplastaditas- y para mi padre -le gustaban llenitas-. Cada vez que las preparo, cada vez que veo cómo se fríen, noto un pellizco en el estómago. Suele decirse, y es verdad, que se cocina para la persona amada, para los seres queridos. Pero también se cocina como una ofrenda, también se preparan los platos como estación de penitencia, también se recuerda a quienes no están a través de la liturgia de los sabores, del gesto solemne de secarnos con el trapo de cocina o de colocarnos el delantal.
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