Agua de Bilbao

En Donosti no habríamos sacado de nuevo la gabarra (si la hubiéramos utilizado cuando ganamos las dos ligas, quiero decir). Y menos para hacerle pruebas de flotabilidad (¿hay dudas?). Aún menos a cuatro semanas de jugar la final. Somos guipuzcoanos y los preparativos de una celebración se pergeñan casi en la intimidad. Sin ruido. Sin excesos que podrían hacer más dura la eventual derrota. No lanzamos fuegos artificiales en la bahía para ver si el día de la final funcionan. Pero en Bilbao todo es posible.

No ha acudido a la 'botadura' experimental de la gabarra alguien del Gobierno Vasco por si en la periferia vasca alguien se molesta, pero en la capital (de facto) de Euskadi todo el mundo da por sentado que la Copa va (perdón, se viene) a Bilbao. Tanto es así que el portavoz del ejecutivo autonómico, hernaniarra de nacimiento, ha tenido que salir a matizar que de celebraciones nada de nada... y los aficionados al fútbol han entendido que se lo decía a los vizcaínos, porque nadie se plantea en su entorno político que el Athletic pueda perder esa final. Ni la otra.

«¿Contra quién jugamos»? Da igual. Lo importante es que la gabarra flote. Y que lo mostremos. Aunque luego la embarcación, en la que ya se han gastado 200.000 euros en su restauración, no la vayan a usar este año. Ni ningún otro. El show ha sido junto a San Mamés –es tan grande el estadio que ya tiene hasta muelle propio– y, de momento, no se aprecian vías de agua.

¿Hay agua de Bilbao suficiente para la celebración de la victoria el Domingo de Resurrección, también llamado Domingo de Gloria? ¿Y vacunas? Eso sí que sería empezar el partido, no con un gol de ventaja sino con dos. Azkuna ya habría encargado un millón de dosis para que todos pudieran arremolinarse sin riesgos, dijera lo que dijera Lakua. Qué digo encargado... Las habría traído él personalmente desde Moscú o Pekín en un avión fletado por el Ayuntamiento. A ver si estoy dando ideas...

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