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Tanto durante mi carrera deportiva como después en la vida, siempre he tenido claro que nada se consigue sin un punto de sufrimiento y sacrificio ... , dos valores que condujeron ayer a la Real hasta su segunda victoria en Anoeta. En una temporada en la que la clasificación no termina de romperse, en la que las diferencias son muy pequeñas tras acabar la primera vuelta, lo más importante ayer era ganar. Y una vez contabilizados los tres puntos, es momento de subrayar otros matices como el hecho de que era el primer partido de Imanol en casa, así como el estreno de Aihen como titular en Anoeta y el debut de Roberto López, otro canterano que llega al primer equipo. Tiempo habrá de juzgar al aragonés, que tal como estaba el partido debió limitarse más a achicar agua que a atacar, faceta en la que afloran sus virtudes.
Por cuestiones personales, ayer no pude acercarme a Anoeta. Hace hoy una semana que a mi hijo Alberto le operaron en Policlínica Gipuzkoa de una lesión en el hombro, y ayer estaba algo dolorido. Como juega en el Formentera, aún no ha tenido ocasión de ver la remodelación de Anoeta. Tendrá una nueva ocasión este jueves ante el Betis, en una eliminatoria copera que se presenta tan abierta como ilusionante. Luego a él le esperan casi tres meses hasta que pueda volver a los terrenos de juego. Es el sufrimiento del que hablaba previo a la consecución de algo mejor.
Iluso de mí, antes del pitido inicial pensaba que en el sofá no iba a sufrir tanto como otras veces desde nuestro asiento junto a la grada Aitor Zabaleta. Y menos después, cuando el partido se nos puso de cara tan pronto con los goles de Mikel Merino y Willian José.
Sin embargo, a partir de ahí la Real entró en una fase de descontrol, a merced de un Espanyol que nos comió en el centro del campo. Fruto de ese dominio, logró varios remates en su mayoría a balón parado, ante un equipo txuri-urdin que adoleció de consistencia. Me gustó en este tramo el conjunto de Rubi, que logró empatar muy cerca del descanso, y seguro que más de uno temió lo peor tras la reanudación.
En la segunda mitad, sin embargo, la Real se rehizo. Cuando parecía que un nuevo partido se ponía cuesta arriba este curso en Anoeta, cuando la bola de la única victoria lograda como local podía pesar encadenada a las piernas de los futbolistas, cuando el descenso estaba más cerca que los puestos que dan a Europa, la Real dio un golpe sobre el césped y se aprestó para alejar cualquier fantasma. Se remangó, se dispuso a seguir peleando y logró un tercer gol que tiene un gran valor inmediato, pero también lo puede tener a medio plazo por lo que supone para tomar algo de oxígeno en la tabla.
Y eso que se nos cortó la respiración con la expulsión de Mikel Merino, algo que se podía intuir porque eran varios los jugadores realistas que habían sido amonestados. En este sentido, Aritz tenía muchas papeletas de irse al vestuario antes de tiempo por la difícil tarea que le tocó ayer, pero el que se fue el navarro, un jugador impulsivo que no duda a la hora de meter el pie.
Luego ya se impuso la heroica. El esfuerzo, el sacrificio, la solidaridad con el compañero para tapar los huecos. El Espanyol quiso apretar, pero la Real incluso pudo marcar el cuarto en un contragolpe al final.
Con lo que nos está costando ganar esta campaña en Anoeta, hay que quedarse con lo positivo. Debutó un chaval y otro venía de hacer lo propio con nota en el Bernabéu. Y Sangalli se ha recuperado para la causa. Y Willian José golea. Y... se ganó. Se sufrió, pero se ganó. La suerte que no le acompañó a Garitano, parece ahora de nuestro lado. Que sigamos así. A por el Betis.
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