El orgullo de ser txuri-urdin

Dice la canción: «El día en que me muera, yo quiero mi cajón, pintado de azul y blanco, como mi corazón». No hay forma más clara para explicar lo que esta ciudad siente por los colores txuri-urdin. Los que conforman nuestra bandera, nexo de unión de toda una ciudad, y los que desatan pasiones semana tras semana cuando la Real Sociedad compite, ya sea en Anoeta, Bera Bera, Zubieta o cualquier otra parte del mundo.

Los colores que tiñen una ciudad, incluso cuando vienen mal dadas y hay que tirar de fuerza y garra para vencer este partido tan importante que llevamos jugando un año. Los que, pese a que la final de Copa tuvo que aplazarse, engalanaron la ciudad un 18 de abril, en pleno confinamiento, cuando tenía que haberse jugado. Los que nos hicieron alcanzar la gloria con la Copa de la Reina o el subcampeonato de Europa de hockey. Los colores txuri-urdin.

Los colores con los que hemos gritado, saltado, cantado, incluso llorado de alegría y pena. Los que nos han hecho disfrutar y sufrir. Los que nos llevaron a la gloria a principios de los 80, a la consecución de la última Copa masculina en 1987. Por los que lloramos en 1988 o 2007. Los que hemos paseado por Europa y defendido en Champions, UEFA o Segunda.

Los colores que la historia vuelve a citar. Porque nos lo debía. A quienes éramos jóvenes y lo vivimos a principios y finales de los 80. A los que suspirábamos por vestir la camiseta de Arconada, Larrañaga, Zamora, 'Satrus' o López Ufarte e ir a Atotxa. Pero sobre todo, a quienes no lo vivieron y les hemos sabido transmitir el orgullo de ser txuri-urdin, y quieren vestir la camiseta de Oyarzabal, Aritz, Barrenetxea, Illarra, Portu, Merino o Isak.

Los colores que engalanarán toda una ciudad dispuesta a vivir otro momento histórico. Los que volveremos a lucir pase lo que pase para mostrar el orgullo que sentimos de ser txuri-urdin. El orgullo de ser de la Real. El orgullo de ser donostiarras.

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