La Cartuja de Quijote
Quiero que el peso histórico e icónico de esta final tenga la influencia suficiente para inflar al timidísimo guipuzcoano
Phil BAll
Miércoles, 24 de marzo 2021, 06:42
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Phil BAll
Miércoles, 24 de marzo 2021, 06:42
La segunda vez que pisé tierras donostiarras fue en un viaje romántico en enero del 1990, para ver a una inglesa que, 30 años después, ... sigue aguantándome como su marido. En aquel viaje noté con el buen instinto del futbolero freakie de que la Real Sociedad tuvo un partido en Atocha. No tenía muchas referencias, salvo las de Toshack, la Copa del Rey del 87 y John Aldridge, pero sirvió como buena excusa para visitar el viejo templo con un chico de aquí, que me ofreció sus servicios como anfitrión local.
En las afueras del estadio antes del partido vi a dos tíos con una enorme pancarta cuyo mensaje decía 'Aldridge Pichichi!'. Entendiendo la primera palabra, pero no la segunda, mi anfitrión me explicó lo que significaba. Y fiel a la tradición, Aldridge marcó un gol en la segunda parte, creo que contra el Sevilla. Pero me acuerdo bien lo del 'Pichichi' porque me pareció curioso que ese concepto figurara en una pancarta, en lugar de algo más triunfante como '¡Vamos a ganar la liga chicos!'. Era algo esencialmente guipuzcoano, y con la final de La Cartuja ya en el horizonte, me parece un buen punto de reflexión.
Quiero decir a los que intentan explicarte el porqué de una victoria del Athletic o de la Real, basado en un análisis profundo de las dos plantillas y de las tácticas que se van a emplear, se están engañando. Me parece una pérdida tanto de tiempo como de aliento. Los factores que determinarán al ganador no tienen que ver con los pies de los jugadores, sino con el interior de sus cabezas y las culturas colectivas de Vizcaya y Gipuzkoa. El partido se antoja tan especial que lo futbolístico no lo va a determinar. Estoy convencido de eso.
Con el paso de los años desde aquel bautismo en el bello Atocha, ya tengo bien interiorizadas las diferencias abismales que separan a los guipuzcoanos de los vizcaínos, y no lo comento en plan negativo, sino fascinado. Tengo la suerte (y lo digo sin ironía) de compartir el espacio laboral todos los días con un buen número de vizcaínos, aquí en Gipuzkoa. Son todos del Athletic, claro, por ser una obligación cultural, mientras entre los guipuzcoanos hay de todo, hasta indiferencia. En este sentido, la Real parte en clara desventaja. Si haces la pregunta al guipuzcoano/a si piensa que la Real puede ganar en Sevilla, te dirá que 'puede ser' y que sería bonito, etc., pero ni preguntes al vizcaíno porque no contempla la posibilidad de una derrota. No existe en el San Mamés-ismo como concepto filosófico. No escribo esto para informaros sino para mostrar mi alucinación continua con esta mentalidad y para añadir que ignoro si es un punto fuerte o débil, algo para explotar o para temer.
En esta línea, ya han empezado las bromas. Al día siguiente del Barça-gate. Una derrota tan heavy te exige una defensa verbal bien ensayada antes de acudir al curro, y la mía fue 'es una sutil manera de engañaros, haceros pensar que andamos mal' a la cual me contestó un listillo rojiblanco 'vamos haciendo lo mismo. No te emociones.'. Pero bueno, lo que quiero como realista (y lo digo en los dos sentidos) es que el peso histórico e icónico de esta final tenga la influencia suficiente como para inflar al timidísimo guipuzcoano por encima del noble pero quijotesco vizcainismo, cuyo falta de objetividad, pese a su gen competitivo, siempre me ha parecido su tendón de Aquiles. ¡Aupa Real!
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