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El espíritu de Zaragoza

Toshack revolucionó aquel galardonado equipo que necesitaba una urgente transición controlada y dio con la tecla

Javier Roldán Moré

San Sebastián

Viernes, 26 de marzo 2021, 07:11

Han pasado 34 años desde que la Real Sociedad alzara su primera Copa del Rey y aún guardo en mi retina los fotogramas de aquellos intensos días de ilusión, tensión y desbordante alegría que envolvieron a la afición blanquiazul. Ese título sirvió para volver a reinsertar en la afición el orgullo de un club que años antes había conquistado dos históricos títulos de Liga con un equipo irrepetible, con marca de Zubieta, capitaneado por Arconada y dirigido por Ormaetxea.

No viví en directo la primera Liga en El Molinón, pero aún tengo grabado aquel gol de Zamora narrado por el siempre recordado Josean Alkorta que escuché a través del transistor de mi padre, quien de muy niño, y de vez en cuando, me llevaba a Atotxa a ver fútbol de solera en un vetusto campo que casi siempre estaba embarrado. Añoro aquel irrepetible estadio que se levantaba junto al mercado de frutas, con instalaciones obsoletas, pero con un encanto especial y un sabor museístico que no lo he percibido en ninguno de los recintos que he visitado en mi vida, que han sido unos cuantos, incluido el mismísimo Maracaná.

Estuve en Zaragoza en aquella tarde del 27 de junio de 1987. El calor y el bochorno eran insoportables. La Romareda se convirtió en una olla a presión. En aquellos años trabajaba en Radio Euskadi. Nunca olvidaré esa retransmisión que realizamos mi buen amigo Patxi Alonso y yo, que canté a pleno pulmón los goles de López Ufarte y Txiki Begiristain. Luego los penaltis, el estallido de alegría, las entrevistas en el túnel de vestuarios, la cena del Hotel Palafox, la fiesta en el Tubo… Y a las pocas horas vuelta al coche para seguir el recibimiento en el Ayuntamiento.

Mis comienzos periodísticos coincidieron con el adiós de Ormaetxea y la llegada de Toshack, que sin duda revolucionó aquel galardonado equipo que necesitaba de una urgente transición controlada. El técnico galés dio con la tecla y, con su inconfundible estilo, activó el espíritu ganador de aquella Real campeona. Por cierto, no habría que olvidar nunca que una de las claves del triunfo de la Real en Zaragoza fue el famoso 'madrugón' del año anterior en Oviedo. La Real perdió por 2-1 en el Carlos Tartiere y quedaba apeada de la Copa. Toshack no soportó el comportamiento distendido que mostraron algunos jugadores en la cena tras la derrota. Les levantó a la 4 de la madrugada para hacer un viaje –con muchas curvas por aquellos años– y hubo entrenamiento nada más llegar a Zubieta. Yo también estuve aquella noche en Oviedo. La expedición estaba alojada en el Hotel Reconquista, cenamos los periodistas fuera, y no nos enteramos del 'castigo' hasta que no vimos ni rastro del equipo al día siguiente. El correctivo surtió efecto. No volvieron a perder un partido en Copa hasta que el Barcelona le ganó a la Real en la segunda final que disputó en el 88.

Soñaba con esta final en Sevilla. Lo reconozco. Quería enfundarme la camiseta de la Real para volver a vivir otra noche histórica 34 años después, esta vez como aficionado. Pero la pandemia nos ha dejado en casa a todos. No será lo mismo, pero la Real sabrá que Gipuzkoa entera estará alentándola desde la distancia para lograr su segunda Copa ante… el Athletic. Casi nada. Seguro que lo conseguimos.

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