En mis cuatro décadas transmitiendo la actualidad de la Real Sociedad me he topado con todo tipo de situaciones, algunas de alegría y otras, ... difíciles de dejar en el olvido, que nos apenaron porque la pasión por el club es patente en esta sociedad nuestra que si en algo no discute es en el amor por los colores txuriurdinak.

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Las nuevas generaciones incorporadas a la Real tienen ante sí un gran evento que, aunque todo apunta a que no lo van a poder vivir in situ, no deja de ser el gran partido que va a despertar los grandes sentimientos por alcanzar un nuevo título. Ha pasado mucho tiempo desde aquella asfixiante noche de Zaragoza en la que los realistas levantaron su última Copa y me gustaría especialmente ver disfrutar a nuestros hijos lo que ya vivimos en La Romareda o años antes en el inolvidable título de Gijón. Buena parte de lo que se siente lo han podido catar en el último ascenso, pero en Sevilla aguarda algo muy especial.

Porque para mayor enjundia, la final se la va a disputar a un rival al que tenemos especiales ganas de superar. La Real Sociedad de Imanol Alguacil tiene resortes y juego como para imponerse, por mucho que en un partido de cara o cruz todo sea posible, pero la gran temporada que nos llevó a esta final merece un colofón de fiesta. Me quedo con la impresión que me ofrece el equipo y veo, superado el valle de un enero problemático, a la Real con el tono de juego recuperado y con la gloria al alcance. Las circunstancias sanitarias han hecho que algunos que tanto hicieron en el equipo no vayan a participar, pero seguro que lo disfrutarán tanto como los que salten el 3 de abril a La Cartuja. Este escudo marca mucho y muy dentro. Aupa Erreala!

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