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Tito Irazusta
Sábado, 10 de septiembre 2016, 14:50
Futbolista de la Real y el Espanyol, entrenador durante muchos años del juvenil de la Real con el que obtuvo grandes éxitos, entrenó con Expósito al primer equipo, cuando, con Atkinson en la plantilla, pudieron vencer al Madrid, Barça y Valencia en sus estadios. Carmelo Amas (Zumaia, 1943) ha formado parte de la historia de la Real, con numerosos jugadores a los que enseñó siendo jóvenes, que llegaron a lo más alto de nuestro fútbol. Ahora ejerce de aitona y juega al golf para mantenerse en forma.
Carmelo, ¿cómo le va?
Muy bien, ahora paseando mucho y con la vida familiar y los amigos, después de tantos años vinculado al fútbol. Como hobby juego al golf.
¿Qué tal de handicap?
Tengo un doce, pero me cuesta mantenerlo, por los años.
¿Qué le queda del fútbol?
La afición por este deporte, también amigos con los que compartí muchos momentos. Sigo siendo socio de la Real y veo al Sanse.
¿Cómo le ve a la Real?
No transmiten demasiado buenas sensaciones en este arranque de la Liga. Contra el Madrid no jugaron bien y en Pamplona al menos ganamos. Me deja un poco frío.
Iba para tornero...
Pues sí. A punto estuve de trabajar en ello. Estudié en la escuela profesional y al final del curso, el mismo día que me iba a presentar para trabajar me llamó la Real para fichar, primero en el Sanse, para jugar en Segunda División.
Antes jugaba en Lasarte.
Allí, en el hipódromo, donde nos juntábamos para darle al balón. Luego estuve en Jesuitas tres años y me llevó Javier Expósito al Añorga. Jugué en la selección guipuzcoana y en la española y me pretendieron varios equipos. Me quedé en la Real.
Una temporada con el filial.
Estábamos en Segunda y como el primer equipo bajó, nos arrastró a la Tercera División.
Y se fue al Espanyol.
Estuve siete años en Barcelona y tengo muy buenos recuerdos, aunque tuvimos también años malos y difíciles, porque el público allí es muy exigente. Tuve la gran suerte de coincidir con Alfredo Di Stéfano, en mi primer año como perico. Compartí con él muchos minutos y era una maravilla, no sólo por cómo jugaba, sino por los buenos consejos que me dio. Lo conocía incluso mejor antes de tenerlo al lado, cuando las copas de Europa con el Real Madrid, que compartía con Gento, Puskas y otros grandes jugadores también. Alfredo me pareció un monstruo, fuera de lo normal. Lo pude comprobar en nuestros equipos, aunque ya no era el mismo de sus años de esplendor.
No todo fue un camino de rosas en el Espanyol, porque Daucik lo sentó en el banquillo.
Sí, con él fue con el que menos partidos jugué. Tenía a su hijo Yanko y apostaba mucho por él, pero al margen de ese momento fui titular todos los años.
Como que formó parte de "Los cinco delfines".
Aquello fue muy importante, junto a Rodilla, Re, Marcial y José María. Fuimos terceros en la temporada 66/67, detrás del Madrid y Barça... En el Espanyol todavía la recuerdan como la mejor delantera que hizo historia en el club. Hace poco me hicieron allí un homenaje y fue muy bonito recordar aquellos tiempos. Han tenido muchas atenciones conmigo y mi tiempo del Espanyol lo llevo muy dentro.
Y hasta marcó un "hat trick".
En aquellos tiempos las tácticas eran las que eran y yo jugaba de extremo derecho, muy pegado a la banda y con pocas posibilidades de hacer goles, pero con todo marqué unos cuantos y en un partido contra el Brasov en Rumanía, en la Copa de Ferias, el titular del periódico fue "Enchufa el Amas", en alusión a la publicidad famosa de entonces que decía "Enchufa el Askar". Mi juego era de movilidad, regate y centro al área.
Vuelve en 1972 a la Real.
Lo cierto fue que el Espanyol me quería renovar, pero llevaba siete años y estaba muy visto para ellos. Se me presentó la ocasión de regresar a la Real y lo acepté. También Maguregui se mostró muy interesado en llevarme al Racing, lo mismo que Pasieguito al Sabadell. Aquí coincidí con muy buenos jugadores también, Pela Arzak, Dioni Urreisti, Rafa Mendiluce... También con Irulegi, que veníamos juntos de Lasarte. El ambiente fue siempre bueno en aquella Real.
En 1976 cuelga las botas.
Ya jugaba poco y estaba mentalizado para dejarlo, pero mi deseo era seguir en el fútbol, porque era mi pasión, incluso cuando entró Irulegi me propuso ir de ojeador a ver a algunos rivales y luego me invitaron a que cogiera el juvenil y lo hice en la temporada 76/77, compartiendo con la oposiciones que saqué en el Banco Vizcaya y me colocaron en Lasarte, con lo que tuve todo a mano y pude compartir el trabajo con el fútbol.
¿Entrenador o jugador?
Jugador siempre, porque lo que me gustaba era jugar al fútbol, pero cuando pasé a ser entrenador yo siempre quise ser de la base, no del fútbol profesional, porque ya lo conocía de jugador y sé lo que era eso. Recuerdo una frase que decía Andoni Elizondo: "Qué bonito es el fútbol... si no fuera porque hay que jugar partidos oficiales".
Dejó de entrenar el juvenil y siguió en la Real.
Había terminado mi ciclo de entrenador, pero seguí tres años más, porque me pidieron que hiciera otras labores en el club y estuve con Kodro haciendo trabajos específicos con los delanteros, una mejora en movimientos, apoyos, toques y remates y lo hice muy a gusto junto a Meho.
Pero quien le fichó para el Añorga le pide que le acompañe a entrenar al primer equipo.
Así fue. En el fútbol actual creemos que por ser un jugador de Primera División lo sabe todo y eso es una equivocación, porque a los jugadores de la máxima categoría hay que enseñarles todavía, porque aunque hay cosas que hacen bien, otras no. Técnicamente se cometen errores y hay que hacer un trabajo constante para automatizar los movimientos y la única forma de hacerlo es a base de repeticiones en los entrenamientos.
¿Por eso no quería llegar a entrenar en el fútbol profesional?
Más que el entrenamiento en sí, lo que me preocupaba era el entorno, la presión que se genera alrededor de los equipos. Cuando me pidió Javier que le acompañara al primer equipo, tuvimos suerte de quedar en una situación holgada y hacer un poco de historia, porque ganamos en el Bernabéu, Camp Nou y Mestalla.
Un jugador que destacó en esas hazañas fue Dalian Atkinson, muerto recientemente en situación extraña.
Lo he lamentado mucho, porque le tenía un cariño especial. Se hacía querer. Le corregíamos los movimientos, porque era un poco anárquico. Siempre me ha gustado que todos los jugadores estén en movimiento, porque eso genera opciones de pase para el que tiene el balón, crear los espacios libres y luego aprovecharlos. Dalian iba más a su aire, pero es de lo mejor que he visto y eso que he visto mucho. Tenía una potencia espectacular. Lo que le decíamos lo aceptaba, no era el clásico jugador que se niega a hacer las cosas, entrenaba bien y quizás durante la semana haría sus juergas, como otros muchos que las han hecho quizás más disimuladamente, pero es que Dalian no lo tenía fácil para esconderse. Pero hiciera lo que hiciera, rendía como el que más en el campo. Era peculiar con unos calentamientos a su manera, pero lo que importaba es que saliera al campo. Su forma de calentar se le echaba en cara, pero no me parecía mal. Conmigo tuvo además una relación estrecha. Me daba sus anillos, pulseras y la cadena antes de cada partido para que se les cuidara. Tenía algunas supersticiones antes de empezar los partidos. Su muerte ha sido una noticia fatal. Cuando vino recientemente Aldridge le preguntamos qué sabía de él y ya nos dijo que se había abandonado algo después de dejarel fútbol, pero eso no tiene nada que ver con esa forma de morir.
¿Qué guarda de su época en el fútbol?
Lo más importante para nosotros no eran los resultados, sino esos jugadores que llegaron al primer equipo, porque ese era nuestro primer objetivo, formar jugadores para la Real de Primera y que llegasen en las mejores condiciones. Para eso utilizamos los mejores sistemas a nuestro alcance, que no eran como los de ahora, porque los campos y los balones eran los que eran. En pocas palabras, era mucho machaque y mucha seriedad para que todo el mundo peleara por su suerte para llegar en las mejores condiciones a la Real.
¿Es muy diferente ahora?
Yo creo que la juventud ha cambiado. Tienen sus virtudes, pero soy de la creencia de que con los medios que teníamos, antes los chavales se sacrificaban más que los de ahora y en ese aspecto hemos tenido gente muy buena. Había un ambiente diferente, incluso cuando salíamos de viaje cantábamos todos juntos en el autocar... Eso se fue perdiendo porque cada uno ya lleva sus auriculares y se ha perdido aquella relación casi familiar que teníamos en el equipo. Ya lo fui notando según pasaban los años. Los tiempos cambian, claro que sí.
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