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Tito Irazusta
Domingo, 6 de noviembre 2016, 15:36
Aprendimos la alineación de carrerilla: Arconada, Celayeta, Górriz, Kortabarria, Olaizola, Diego, Alonso, Zamora, Idígoras, Satrústegi y López Ufarte... Pero aquella plantilla tenía veiniticuatro jugadores en su mejor época. Uno de ellos era Luis Miguel Heras (Aizpurutxo, 1956), al que una grave lesión cuando apuntaba a meterse en esa alineación le cortó la progresión en el mundo del fútbol. Regenta desde hace treinta años la cafetería Arkupe, en la plaza del ayuntamiento de Zumarraga, donde vive feliz con su gente. Allí nos vimos y hablamos.
- Luis, ¿cómo le va la vida?
- Francamente bien, tranquilo y agradecido de que después de tanto tiempo alguien se acuerde de uno. Queda muy atrás mi época de futbolista pero tengo grandes recuerdos, pese a todo. Vivo bien, esa es la verdad.
- Seguro que firmó muchos autógrafos en aquella época gloriosa de la Real..
- Cuando subíamos o bajábamos del autobús siempre nos esperaba mucha gente para que firmáramos. Recuerdo en especial a un chavalín que me vino con un cromo sacado en el partido del Nou Camp que le firmé y me gustó tanto aquella foto por lo que representaba para mí que le pedí si lo tenía repetido, y me dio uno y lo guardo con mucho cariño. Me hace ilusión enseñarlo porque es un campo mítico y también jugué allí.
- Fue campeón de Liga, ¿verdad?
- Yo me siento campeón aunque no tuve la oportunidad de intervenir, pero era uno más de la plantilla de la Liga de Gijón. Tuve la desgracia de caer en una grave lesión en el primer partido de pretemporada que jugamos en Irun en que, además, Alberto Ormaetxea me había puesto titular con el resto del equipo que luego fue campeón. Eso me hizo pensar que Alberto iba a contar conmigo para jugar, pero surgió aquella desgracia en el minuto 14. Un simple ligamento roto que hoy hubiera sido descubierto de inmediato con una artroscopia no me lo pudieron pillar. Estuve en Toulouse haciendo acupuntura, también en el Oncológico con chequeos, en Barcelona, en el brujo de Burlada... Total que no me descubrieron que lo que me pasaba era que tenía lesionado un ligamento y me pasé el año en blanco. Ahí vino la baja en la Real.
- ¿Contaba para Ormaetxea?
- Me dio pruebas de que sí, esa es la verdad, porque él fue quien me subió y aunque ya sé que no está con nosotros tengo que agradecer públicamente lo que hizo por mí, porque lo que he sido en el fútbol se lo debo a él.
- ¿Cómo fue lo de meterse en el fútbol?
- No te lo vas a creer porque fue muy curioso. Fue un caso atípico, porque no tenía equipo aquí. El Urola solo era para mayores y los juveniles no teníamos oportunidad de jugar en un equipo. Jugaba con mi cuadrilla en la calle. Una aficionada al fútbol que era vecina me vio cómo jugaba con mis amigos y le comentó a Iñaki Sarriegi que en Zumarraga había un chaval que era un artista con el balón y fuera para que me vieran. Así paso. Me presenté con una bolsa de deporte pero sin botas, porque no tenía, me dijeron que me calzara unas botas de las que tenían allí y me pusieron a jugar. Recuerdo a Astarbe y estaba también un grupo de jugadores que fueron muy conocidos después. Yo les veía las cachas que tenían y pensaba que a dónde iba yo con aquellas piernas poco trabajadas. Entonces tenía quince años y algo me vieron porque ya me quedé a vivir en Donostia. Estuve en el equipo juvenil, tres años, otros tres en el Sanse con Expósito y luego pasé al primer equipo con veintiún años.
- De todos los partidos, que no pudieron ser muchos, hay uno que seguro que querrá destacar...
- Seguro que te refieres al 4-0 al Real Madrid en la temporada de la imbatibilidad. Tengo buenos recuerdos, sí, porque venía de haber sido titular en un partido de Almería, en el que destaque y hasta Kubala, que nos vio en directo, hizo declaraciones sorprendido de mi juego. Alberto me puso de titular en lugar de Jesús Satrustegi y jugué muy a gusto.El siguiente partido era contra el Madrid en Atotxa, un choque siempre histórico y atravesado también, porque no les ganábamos desde la temporada 56/57. Lo recuerdo bien. Llegamos al partido pensando que podría ser el de romper la estadística. Yo estaba entre los quince convocados, pero fui al banquillo y recuerdo que Camacho lesionó a Idígoras y salí después del descanso, algo que fue otro buen indicio para mí porque junto a mí en el banquillo también estaban jugadores como Uralde y Górriz, que fueron muy importantes después. Marqué un gol, pero más importante que eso fue que el míster confiara en mí en un día tan señalado, porque aunque ya ganábamos 2-0, ante el Madrid nunca puedes dar el partido por ganado y quedaba la mitad. Mi recuerdo fue que anulé a Camacho, un jugador que subía mucho al ataque. Además iban perdiendo y tuve la suerte de hacer gol, en un centro largo de López Ufarte desde la banda. Satrustegi, en el segundo palo, cabeceó hacia atrás y desde el punto de penalti le marqué a García Remón. El Madrid tenía un gran equipo, con Benito, Pirri, Del Bosque, al que expulsaron por darle un puñetazo a Periko Alonso, y arriba estaban nada menos que Juanito, Santillana y Cunningham.
- Pero aquella temporada terminó con lágrimas en Sevilla...
- Es verdad. Estaba en casa escuchando por la radio aquel partido del Sánchez Pizjuán y fue un momento de mala suerte que nos impidió ganar la Liga, lo mismo que seguro que tuvimos buena suerte cuando la ganamos después. Fue un año con esa imbatibilidad que ahí sigue sin que nadie lo pueda batir y me siento orgulloso de haber participado, porque fue el año en que más partidos jugué.
- Le tumbó la lesión
- Sin duda. Salí a otros equipos inferiores, porque para jugar al fútbol del primer nivel tienes que estar en plenitud de forma y más cuando la Real estaba en lo más alto de las aspiraciones. Si una lesión te molesta no rindes y además tuve la desgracia de recaer dos veces más. Me operaron de ese tobillo hasta tres veces y pasé por equipos de segunda fila, Burgos, Alavés, donde coincidí con Rekarte y Valverde. Luego me marché a Alcira y Lorca y como veía que no estaba bien me retiré para hacer otra cosa.
- También hizo sus pinitos de entrenador
- He sido un irador de la personalidad de Javier Expósito. Fue un hombre que confió en mí desde el principio y creo que los valores que nos enseñó los tendrá muy en cuenta la gente a la que le gustaba jugar al fútbol. Mira este equipo en el Sanse (muestra una imagen con Cervantes, Murillo, Celayeta, Uralde, Górriz, Gajate, Heras, Bautista, Rauleaga, Larrañaga y Rekalde). Fue en un partido en Burgos y tres años después ocho jugadores fuimos campeones de Liga de Primera División. Estuve un tiempo entrenando aquí a chavales junto al añorado Musti Mujika, un gran chaval que se fue en un accidente. Le recordamos constantemente sus amigos de Zumarraga.
- Campeones, pero no llegaba para luego vivir de las rentas...
- Igual es que éramos malos negociantes y no sabíamos mover bien el dinero. Yo fui de los que menos gané y tampoco me quejo. Utilicé el dinero que gané en comprarme el local en el que hago mi trabajo y eso que de la plantilla que conquistó la Liga seguro que fui el que menos ganó.
- ¿Cuánto le pagaba la Real?
- Mi familia era una familia obrera y comparaba con los sueldos de mi padre y mi hermano y lo que yo ganaba venía a ser el doble que lo que ganaba un obrero. Teníamos también una ficha que para los jugadores de la cantera podía rondar el millón de pesetas y te subían según ibas jugando. Con todo, lo más importante eran las primas, que motivaban mucho, porque por ganar un partido igual te llevabas cien mil pesetas, que hace treinta y tantos años era un dinero. Podía equivaler a unos tres sueldos mensuales de una persona que trabajaba en cualquier fábrica. Las primas hacían su efecto para ganar partidos y quizás ahora están más acomodados porque tienen las espaldas cubiertas y es probable que se note en el rendimiento del equipo.
- ¿Entiende el nivel de negocio al que ha llegado el fútbol y los sueldos de algunos?
- Creo que es un insulto a la humanidad lo que está pasando. Siempre comparo, por ejemplo, el chabolismo que hay por la parte sur de Madrid y en esa misma ciudad hay jugadores que cobran diez o doce millones de euros y creo que hoy en día eso no se debería de itir y poner un tope máximo que sería mucho más bajo de lo que hoy cobran».
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