El velódromo recibe a chicos y chicas que practican el ciclismo, lejos de los riesgos de la carretera para entrenar.

Las chicas se lanzan al velódromo

Alrededor de ciento treinta y cinco ciclistas se dan cita en Anoeta en cada jornada del Trofeo Bio Racer, con un importante incremento de mujeres en la pista

Tito Irazusta

Martes, 27 de diciembre 2016, 06:43

El ciclismo en pista es una de las pasiones de este periodista, porque siendo un chaval empecé a trabajar en mi oficio con motivo del ... mundial que se disputó en Anoeta en 1973. Así que pregunto cómo va esta especialidad en el ciclismo guipuzcoano y es Avelino Perea, responsable de la modalidad de pista en la federación, quien me cuenta que: «Llevamos cinco carreras de la Challege Trofeo Bio Racer y estamos a tope, al límite del horario y al límite de todo. Por ejemplo, el año pasado hacíamos dos series de cadetes con las chicas metidas en esas series también y este año hemos tenido que programar las dos de cadetes y una de chicas, porque ellas han venido en buen número y llegan a veintiséis y ha sido un progreso importante. En junior hacemos dos series y también en cadetes, así que reunimos una media de ciento treinta y cinco ciclistas por jornada, incluso a veces hemos superando los ciento cuarenta».

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«Nunca tuvimos siete guipuzcoanos en el europeo»

  • Los riesgos que tienen los jóvenes para poder entrenar en la carretera se evitan practicando este deporte en un recinto como es el velódromo de Anoeta. Es evidente que la mayoría llegan por primera vez a la pista y tienen que aprender a competir en ella, como relata Avelino Perea «Claro, para eso estamos. Ahora tenemos cantidad y nos falta conseguir de ellos y de ellas la calidad, aunque Gipuzkoa ya ha tenido un equipo junior muy bueno, porque llevan ya tres años entrenando. Este año hemos tenido nada menos que siete guipuzcoanos en el campeonato de Europa, en chicas Maddi Amondarain, Eukene Larrarte y Ane Iriarte. En junior participaron Unai Iribar y Luis Mari Garikano. Entre los sub 23 estuvieron Ander Alonso y Gorka Etxabe. Nunca tuvimos tantos representantes en esta cita europea».

  • El trofeo Bio Racer consta de ocho jornadas, con final el domingo 15 de enero. El siguiente sábado serán los campeonatos de Gipuzkoa, y la Copa de Gipuzkoa disputará su segunda y última jornada el 29 de enero.

La buen organización de las pruebas arrastra cada vez a más equipos: «Nuestras carreras tienen mucho prestigio y vienen ciclistas de numerosos lugares, incluso los asturianos de su federación han venido muchas veces, casi como si fueran un fijo para ellos las pruebas del velódromo de Anoeta. Además vienen cinco equipos de Baiona, Dax y otros de lugares de Iparralde. Han venido también de Barcelona, de Extremadura, Tarrasa, de Bizkaia, especialmente del velódromo de Bérriz, de Navarra también y la selección de Castilla León. Por supuesto que la mayoría son de los clubes guipuzcoanos, unos cincuenta y cinco entre juniors y cadetes y las chicas unas dieciocho, más las de élite».

Pero noto en Avelino una pena de no poder redondear el trabajo de tantos participantes por las deficiencias del velódromo donostiarra, que se inauguró en 1965 y en 1973 se cubrió, también para el mundial que al final no pudo celebrar Barcelona y la ruta fue allí en Montjuic: «Este velódromo está obsoleto. Si tuviéramos una pista en condiciones, esta especialidad estaría mucho mejor en nuestra provincia, pero es que el de Anoeta no hay por donde cogerlo y es imposible que en él se disputen competiciones oficiales, porque no reúne las condiciones mínimas de seguridad que se exigen. Por nuestro nivel participantes nos merecemos un velódromo en condiciones, porque si lo tuviéramos podríamos organizar cualquier competición, por muy importante que sea. Lo que tenemos no se puede homologar, la contrameta está podrida, porque los vestuarios están debajo de la pista de ciclismo y las humedades resquebrajan el techo y, en consecuencia, la pista. Por eso todos los años tienen que pintar la zona, porque en verano, la pista se desconcha por la humedad y eso tiene sus riesgos para los chavales. No es algo que me invento ahora, sino que llevo tiempo diciéndolo y es como predicar en el desierto. Es una pena, porque con las mimbres que tenemos podíamos llegar mucho más lejos».

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