La Parte Vieja de Donostia vuelve a principios del siglo XIX. Y lo hace de la mano de dos construcciones que fueron un hito en ... el urbanismo donostiarra. La plaza Nueva (actual plaza de la Constitución) y la Puerta-Torre Campanario de Santa María han vuelto a la vida gracias a dos es transparentes que replican ambos edificios y que se pueden encontrar en la plaza de la Constitución (entrando por la calle Iñigo) y el atrio de Santa María.
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El Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro Gipuzkoa (COAVN), promotor del proyecto, ha marcado en ambas vías un punto estratégico desde el cuál se puede obtener la mejor visión de las construcciones a través de la realidad aumentada analógica. «Lo que buscamos es que las personas que se acerquen al puedan superponer mediante líneas el edificio anterior a 1813 con las construcciones actuales», señalan. Estos es estarán instalados en esos dos puntos hasta el próximo 31 de octubre. Este proyecto se enmarca dentro de la celebración este lunes del Día Mundial de la Arquitectura y de las Jornadas Europeas del Patrimonio que conmemoran los arquitectos guipuzcoanos con la colaboración de la Diputación Foral.
José Javier Pi Chevrot, miembro de la Comisión de Patrimonio del COAVN, señala que la construcción de la plaza Nueva en 1722 fue un «hito. Porque antes de construcción la plaza, toda esta zona estaba construida. Se tiró todo, se hizo un vacío y se levantó la plaza». Este proceso comenzó en 1715 y finalizó siete años después. La construcción, que se realizó sin permiso de la Corona, se realizó con la voluntad de que Donostia tuviera un Ayuntamiento «más noble». El autor elegido para realizar la obra fue el ingeniero italiano Hércules Torrelli. «Se enamoró de la ciudad y de una donostiarra. Se casó y vivió en Miraconcha, en la casa Ocáriz. Fue un personaje muy entrañable», cuenta.
Sobre la plaza y el edificio central del Ayuntamiento que diseñó Torreli destaca que «todo lo construyó con un estilo barroco muy fino, no muy recargado, muy italiano. De hecho, esa arquitectura tan elegante fue después replicada en edificios consistoriales del territorio como Oñati y Asteasu«. Afirma Pi Chevrto que gracias a construcciones como la plaza Nueva, «Donostia era hija del arte internacional arquitectónico y era una ciudad muy irada».
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Tras el incendio que arrasó la ciudad en 1813, fue el arquitecto Ugartemendia el encargado de rehacer el edificio del Ayuntamiento. «Reprodujo más o menos los arcos, subió dos metros el suelo de la plaza y le otorgó rasgos del neoclasicismo que se llevaba en la época, como se aprecia con las columnas del actual edificio«, ha contado.
Mientras que el edificio central de la plaza de la Constitución fue reconstruido tras el incendio de 1813, la Puerta-Torre Campanario de Santa María no corrió la misma suerte a pesar de que el edificio no fue afectado por el ataque de las tropas angloportuguesas. «La Torre, que medía 44 metros de altura, estuvo en pie hasta 1817. No se quemó, se cayó la flecha y el campanero protestó y reclamó que se levantara. Pero Ugartemendia decidió que había que tirarla», afirma.
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«La Puerta-Torre era medieval, de estilo gótico. No hay fecha de su construcción, pero calculamos que debía ser del siglo XIII o XIV. Estaba situada contra el actual edificio de la sociedad Gaztelubide, dirección al Muelle, entre las calles Campanario y Ángel», señala el arquitecto.
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