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Se acabó lo que se daba ya que además el programa no recoge actividad festiva alguna para el día de San Ignacio. Reenganche con el jolgorio que llegará con el inicio del mes de septiembre que del 2 al 11 dará la bienvenida a una nueva edición de las Euskal Jaiak.
A modo de apunte pendiente de la jornada del jueves, reseñar, que la afición salió satisfecha del festival de pelota a mano profesional que brindó, en el día de la patrona, la sociedad Jai Alai, entidad encantada con la respuesta de la afición y con la labor de los pelotaris.
Cabe apuntar, a su vez, que el grupo 'Ciao Raffaella' (tributo de Raffaella Carrá) llenó la Plaza.
Y la mañana de ayer llegaba con los puestos de la feria instalados, algunas ausencias y la obligación de retirarse para las 11.30, circunstancia de la que pese a tener todos los vendedores conocimiento previo, a más de uno enfadó sobremanera. Y siendo día 27, tras dos años de ausencia debido a la pandemia, la Cofradía de Santa Ana celebraba su capítulo anual como lo viene haciendo al día siguiente de la renovación de sus ordenanzas, el 26 de julio de 1509, excepción hecha de circunstancias especiales o excepcionales, por ejemplo el 27 de julio de 1936, o de manera más reciente en 1996 ante el asesinato de Isidro Usabiaga, que llevó al Ayuntamiento a suspender las fiestas.
Asociación de esencia religiosa, que preside un civil; el alcalde de la localidad, que invita a participar y ser a los casados durante el año festivo.
Debido a la pandemia, que conllevaba la suspensión de las fiestas en los años 2020 y 2021, la Cofradía retomaba ayer la celebración de su capítulo anual al que estaban invitadas las parejas que hubieran contraído matrimonio en los años festivos del 2019 al 2022, en total algo más de 60, a la que respondían siete.
Una entidad que ha sobrevivido cinco centurias, gracias a su capacidad de adaptación a los tiempos, en esta ocasión optaba por olvidarse de los roles de género. En cualquier caso, entre las 14 personas concurrentes prevalecían, como manda la tradición, las raíces ordiziarras, es decir, el árbol genealógico propio y de las generaciones anteriores a la hora de establecer los desempeños más importantes en la celebración.
Un acto solemne, ceremonioso, cargado de simbología, que supone la presentación pública y bienvenida a los nuevos matrimonios en los que se asienta no sólo la renovación y futuro de la colectividad, sino que a su vez, pone a prueba la habilidad y destreza personal, en especial de las figuras destacadas, calibrada a los ojos e interpretación de los enrevesados ritmos de los bailes tradicionales que recopilaron y conservaron entusiastas maestros del folklore vasco como Juan Ignacio Iztueta, todo ello y por momentos, en un desafiante ritual coreográfico en alusión al liderazgo de la colectividad, etc.
Poco que pedirles en el desempeño del arin arin, etc, a la chilena Kristel Kittel, esposa de Eñaut Gereñu, o a Eugenio Polo (Cáceres) marido de Asun Lekuona.
Así las cosas ayer, por primera vez en 513 años, era María Balluerka Alba a la que le correspondía abrir la cuerda; aurresku, acompañada en el cierre; atzesku, por Eñaut Gereñu.
De la misma manera, el papel reservado hasta ahora a dos varones (cuatro si la concurrencia es amplia) a la hora de ejercer de mayordomos, es decir, encargados de acompañar a la primera y segunda dama; este año Mirari Legorburu y Asun Lekuona, respectivamente, y a los demás componentes de la cuerda desde la Casa Consistorial a la Plaza, recayó en dos mayordomas; Garazi Mujika y Larraitz Bueno.
Así las cosas, dadas las 10.30 en el salón de plenos, en acto presidido por el alcalde de la localidad y presidente de la Cofradía, Adur Ezenarro, Iñaki Hidalgo procedía a la lectura del acta de la sesión que recoge un recuerdo a los fallecidos por la Covid en la localidad, reclama a los cofrades entrantes mantener estas antiguas tradiciones, a las figuras más destacadas cumplir bien y fielmente su cometido, a continuación, a todos ellos, mantener la costumbre de asistir a misa y a la vuelta participar en la sokadantza, en la Plaza, luciendo las chicas los mantones de Manila.
Libro de actas, en el que la primera que se conserva es del 27 de julio de 1792, que en todo este devenir guarda infinidad de anécdotas, Acta que seguidamente firmaron. Se dio la circunstancia de que en el momento de la firma, Garazi Mujika, Larraitz Bueno y Saioa Barandiaran no estuvieron acompañadas, por motivos laborales, por su respectivas parejas. Joseba Hierro, marido de Garazi Mujika se incorporaba a media mañana. En los otros dos casos no hubo opción.
Saioa Barandiaran comentaba que el amor le llevó a Bermeo, donde la boda prevista para el 2020 tuvo que esperar a una segunda opción y en versión reducida. Embarazada de una niña; Izaro, cumple el próximo lunes 1 de agosto, «la idea no es otra que celebrar en cuanto llegue la vizcaína, boda y bautizo a lo grande», apuntaba. María Balluerka, no iniciada en los bailes tradicionales se mostraba ilusionada y muy consciente de la responsabilidad asumida. «El aita y el aitona, los dos Iñaki, salieron de aurresku», reseñaba. Lo bordó y se llevó, junto a sus compañeros, la ovación del público.
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