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Marisa González. Juan Naharro
Marisa González: «La inteligencia artificial es racista y machista»
Arte

Marisa González: «La inteligencia artificial es racista y machista»

En un viaje de la fotocopiadora y el fax a la IA, el Reina Sofía recorre la trayectoria de la ganadora del premio Velázquez 2023, pionera del arte electrónico y generativo

Martes, 20 de mayo 2025, 11:17

Marisa González (Bilbao, 1943) se siente «una rara y solitaria ave, un bicho raro» en el panorama artístico español. Pionera en el arte generativo, fue una osada creadora que se anticipó en la combinación de arte y tecnología. Tras una larga travesía, recibió el Premio Velázquez de las Artes de 2023, dotado con 100.000 euros y que lleva aparejada una antológica en el Museo Reina Sofía, al que González regresa con 81 años. Tenía 43 cuando expuso por primera vez en el mismo museo. Su viaje va de la fotocopiadora y el fax a la inteligencia artificial.

'Marisa González. Un modo de hacer generativo' se titula la muestra que, hasta el 22 de septiembre, repasa en el Edificio Nouvel la trayectoria de esta pionera de las tecnologías de comunicación y reproducción de imágenes en los 80 y que se siente como «una activista del arte».

Comisariada por la investigadora y gestora cultural Violeta Janeiro, la retrospectiva recorre cinco décadas de la miscelánea producción de González a través de una veintena de sus grandes series y proyectos, con más de 80 obras de muy distintas técnicas y ambiciones. «Todas, por desgracia, salen del estudio de la artista», lamenta Janeiro.

'Autorretrato 1971-1973'. Técnica mixta. Fotocopia con 3M Color-in-Color, matriz y papel interactivo. Museo Reina Sofía

'Procesos: cultura y nuevas tecnologías' se tituló su primera muestra en el 'Reina', realizada con su mentora Sonia Sheridan en 1986. Entonces y hoy lució González el mismo vestido. Exploraba hace tres décadas las conexiones entre cultura y nuevas tecnologías por primera vez. Se sumió en las entrañas de computadoras, fotocopiadoras y faxes, como hoy se mide «sin temores» con la inteligencia artificial.

La utiliza ahora «como cualquier otra herramienta, «pero sin que la técnica sea la protagonista». Reconoce que «es mejorable» y no duda en agregar que es «machista y racista; siempre confunde el sexo y me habla en masculino», denuncia.

«Soy una una activista y feminista», ite González, que desde sus años de formación en Chicago aborda temas como el pacifismo, la igualdad, la historia o el cambio climático. Para ella, que vivió en Estados Unidos las mega-manifestaciones contra la guerra de Vietnam, la era Trump «es una pesadilla insoportable que ha generado una enorme confusión, sobre toso en los jóvenes, y que debe acabar cuanto antes». Le revuelve «ver cada día la masacre de Gaza sin que hagamos nada».

Algunas piezas tempranas, con imágenes sobre la violencia contra las mujeres y la maternidad, han hecho a la artista bilbaína objeto de recientes investigaciones sobre las genealogías feministas del arte español.

Políptico de 'Sistema Generativos' a partir de fotos de manifestaciones contra la guerra de Vietnam, 1972-73 Coleccion de la autora

La serie de trabajos de los años setenta, realizados en el Departamento de Sistemas Generativos del Art Institute de Chicago, demuestra «el temprano y sostenido interés» de la artista por las tecnologías de la comunicación y de la reproducción de imágenes», según destaca el director del museo, Manuel Segade que elogia la « imparable curiosidad» de la artista que rompió cánones.

Arqueóloga de Lemoniz

El residuo, el desecho y la ruina industrial son otros de los temas recurrentes de González, hasta convertirse en un asunto esencial de su obra. Como «arqueóloga de la ruina», a mediados de la década de 2000 fijó su atención en una gigantesca infraestructura abandonada, la central nuclear de Lemoniz. Documentó el desmantelamiento y vaciado de la planta construida en la costa vasca, que nunca funcionó ante la oposición popular y los atentados de ETA que causaron cinco asesinatos y casi 300 ataques.

Pidió González al Gobierno vasco antes del desmantelamiento «crear un museo dedicado a la energía que atraería a gente de todo el mundo», pero «no compraron la idea». Lo que hoy es un edificio vacío «acabará siendo una piscifactoría o algo parecido», aventura. De allí sacó «un camión entero e infinidad de planos para mis instalaciones».

En la larga serie llamada 'Presencias' descontextualizó a principios de los ochenta un material tan modesto como la guata que se desprende durante el secado doméstico de la colada.

González reparó también en fenómenos sociales marginales. Es el caso de 'Ellas, filipinas' (2009-2010), una denuncia de la esclavitud laboral concebida como una 'documental' sobre las construcciones efímeras que cientos de empleadas domésticas filipinas desplazadas en Hong Kong erigen para su asueto dominical en una de las zonas de mayor trasiego y actividad económica de la ciudad entre semana.

'Sin título'. 1971. Colección de la autora

A la sombra de un rascacielos financiero construido por Norman Foster las trabajadoras esclavizadas bailan, comen, juegan al bingo y preparan paquetes para sus familiares. Las fotos y vídeos que testimonian su explotación laboral conmocionaron la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2012 que dirigió David Chipperfield.

La exposición refleja la variedad de medios en la práctica de Marisa González, incluyendo hibridaciones como las 'Grafías musicales' (1989-1990), piezas en las que mediante pintura y fotocopias traduce partituras contemporáneas al lenguaje visual. Muestra también instalaciones como 'Ensueño. Escenas de la vida cotidiana' (1998) o las 'Luminarias' del proyecto La fábrica (2000).

Autorretraor-1971-73. Colección de la autora

Cierra el recorrido 'La Fábrica' (1999-2000), instalación con un bosque de lámparas negras que proyectan su luz sobre las palabras que los empresarios vascos escribieron para culpar a los trabajadores por el cierre de una panificadora bilbaína. Frases como «Quieren un día libre a la semana» o «Se niegan a trabajar las horas necesarias» se confrontan con fotos y datos de los obreros que González cruzó para respetar la privacidad de los trabajadores. «Confronto la voz de la oligarquía y de poder vasco y la de los trabajadores emigrantes que constituyeron la industria vasca», resume

Desafíos

«Me quedan pocos desafíos, pero seguiré con proyectos de menor dimensión» dice González , que ite haberse sentido «limitada por ser mujer» en el mundo del arte. Reconoce, con todo, que las cosa están cambiando pero «me quedan cosas por hacer» . «Durante décadas las mujeres han sido un rareza , un minoría total en este mundo y ahora que se denuncia la desigualdad y calibramos su presencia estadísticamente con MAV (Mujeres en las Artes Visuales) la mayoría de las veces no superamos el 5 o el 6% de mujeres», lamenta.

El Reina Sofía organiza la muestra en colaboración con Azkuna Zentroa–Alhóndiga de Bilbao, donde la muestra se verá en octubre, poniendo el acento en acciones como las de Lemoniz y la panificadora.

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