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Treinta y siete años después, el busto de Jim Morrison que fue robado del cementerio parisino de Père Lachaise ha aparecido de la forma más insospechada, como insospechado fue su hurto, cuyos autores nunca fueron detenidos. Tres décadas después, la noble cabeza del poeta del rock, alcohólico recalcitrante y hacedor de fumatas de marihuana, ha surgido con más tachaduras y pintadas que un vagón de metro, con el agravante, además, de que el rostro se presenta desnarigado. Nada raro, pues ya en el siglo pasado la escultura ofrecía un aspecto deplorable.
Pese al deterioro de la escultura, obra del artista Mladen Mikulin, el hallazgo ha devuelto el entusiasmo a los iradores del líder de The Doors, icono de la contracultura. La tumba del artista, convertida en un lugar de peregrinación para los fans de Morrison, fue profanada en 1988, cuando unos ladrones robaron el monumento. La tumba del cantante, cuyo cadáver fue encontrado el 3 de julio de 1971 reposando en una bañera, probablemente a causa de una sobredosis, es tan frecuentada por sus seguidores que el camposanto la mantiene protegida con barreras.
El cuerpo fue encontrado por su novia, Pamela Courson, en un piso del barrio de Le Marais donde vivían juntos. Sin embargo, el asunto está rodeado de misterio. El periodista Hervé Muller asegura que el vocalista habría muerto en los baños de la discoteca Rock'n'Roll Circus y luego fue transportado a su casa.
El busto ha sido recuperado por casualidad, dentro de una investigación que la policía sa llevaba a cabo para esclarecer un fraude financiero. El descubrimiento se produjo en el transcurso de un registro efectuado por los agentes judiciales de la Brigada Financiera y Anticorrupción de la policía de París, que encontraron el torso de mármol en el domicilio parisino de un directivo de una empresa sospechosa de falsificación de documentos contables. El ejecutivo de la sociedad había intentado vender la escultura a un comprador, que finalmente presentó una denuncia tras la liquidación de la empresa.
Cantante de temas que con el tiempo han devenido himnos generacionales, como 'Light My Fire' y 'Break on Through (To the Other Side)', Jim Morrison fue una estrella fugaz eclipsada por un alma tortuosa. Detenido en varias ocasiones, la más célebre se produjo en un concierto en New Haven, Connecticut, en 1967, cuando lanzó sapos y culebras contra un oficial de policía.
Emblema del rock psicodélico, Morrison, dotado de una irresistible aura sexual, sigue conservando su atractivo para los parisinos. La ciudad anunció en febrero que una pasarela situada cerca de la plaza de la Bastilla, en el centro de la capital, portará el nombre de este icono del rock de los años sesenta. Nadie sabe si el monumento volverá a ser emplazado en la tumba de Morrison, que amanece a menudo sembrada de latas de cerveza vacías, colillas y otros desechos que supuestamente agradarían al artista.
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