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Hace un año este monólogo lo tenía muy fresco todavía, acaba de empezar a rodar con el que era su segundo trabajo tras 'La hora ... de Pablo Ibarburu'. El donostiarra regresa esta tarde al Kursaal (21 horas), con un espectáculo «mucho más trabajado, las cosas que vas metiendo nuevas de repente al mes o dos meses van mejorando. Pero tampoco ha cambiado tanto, entre un diez y un quince por ciento».
En aquella ocasión presentaba el monólogo diciendo que trataba sobre todo de la relación con su novia «y de otras que tenían que ver con mi identidad». Pero entre los cambios está «que mi novia me ha dejado, aunque no fue porque hablara de ella en la función. Ya lo conté en 'La revuelta'». El resultado es que sale menos en el show, pero «hablo por encima de este tema sin entrar en detalles, pero me gusta también expresar un poco por lo que voy pasando».
Asegura que en su humor trata mucho de temas personales porque cree «que la gente se siente identificada. Lo hago un poco como terapia y lo cuento no tanto para encontrar soluciones para lo que cada uno pueda estar viviendo, pero igual te sientes un poco menos solo si ves que alguien está pasando por parecidos problemas que tú y, además, se lo toma con humor».
Hacer humor tratando de temas personales cree que le funciona bien: «Intento analizarme a mí mismo y voy descubriendo las cosas por las que estoy pasando. La intención no es tanto dar soluciones a los demás, sino contar un poco aspectos de mi vida que me interesan. Ya digo que eso logra que muchos se sientan identificados».
¿Hace reír y practica al mismo tiempo el psicoanálisis? «En todo caso hago un poco de psicoanálisis desde alguien que no tiene ni idea de tal cosa. Lo que sí puedo decir es que si quieres aprender algo de ti con mi espectáculo mejor no vengas a verme». Pero, por el contrario, asegura que «mi humor y este espectáculo en concreto pueden ser un buen remedio para reírte de alguien que lo pasa regular y que intenta entenderse. Y eso esta guay».
En el año que ha transcurrido desde su anterior actuación con 'Chico glamour', Ibarburu tiene la sensación de que «el público intenta interactuar más y a veces tengo que decir que no soy uno de esos cómicos, que yo no sé hablar con el público». Por eso en el espectáculo hay una parte en la que Pablo explica que no se le da bien improvisar. «Me da miedo porque no sé qué voy a decir que no sepa el espectador, ¿sabes? A lo mejor digo algo y descubro que también hago lo mismo. Yo le doy muchas vueltas a la cabeza y al final de eso también sale la comedia».
Hay una corriente de humor que cada vez más basa sus monólogos en hablar con el público y, aunque no lo practica demasiado, Pablo reconoce que está bien esa tendencia porque «puede ser que ofrezca una sensación más de comunidad, de conectar un poco el público con otros. Al final la gente puede ser que ahora esté más sola o más desconectada de la sociedad y al ir a un show como este y participar se siente un poco más parte de esa comunidad. Lo que pasa es que yo siempre lo que quiero es expresarme. Tengo siete hermanos, nunca he podido hablar en mi casa, ¡pues para un día que puedo hablar...! En la línea temporal de hermanos soy el sexto y no me hacían ni caso, así que ahora me toca hablar a mí».
Sigue temiendo ser «un chapas» en el escenario y duda de si acierta en el equilibrio «entre hablar mucho o tirarme al suelo para ver si alguien se ríe». Ante el dilema tiene muchas respuestas, «y ninguna muy clara. Imagino que todos los cómicos buscamos que nos hagan un poco de caso, tener la atención del público. ¡Ahora puedo hablar con el público, a ver si alguien me escucha!».
Fuera de los escenarios continúa apareciendo en el programa de Broncano, antes 'La resistencia' y ahora en la televisión pública con 'La revuelta'. «Prefiero el cambio, la verdad, me lo estoy pasando muy bien. Creo que en los últimos años de 'La resistencia' nos veía menos gente porque como lo dejaron de subir a YouTube se perdieron espectadores. Me gusta lo que hay ahora porque significa trabajar con más presión y esto me hace sentir bien. La gente me conoce por la calle, aunque no tanto porque me reconozcan más, sino porque son gente diferente, gente que no te esperas que les guste, señores mayores. Nuestro público antes era más homogéneo y ahora te encuentras con todo tipo de personas».
A Pablo Ibarburu no le preocupa si le han editado o no sus intervenciones en 'La resistencia' y tampoco ahora en el nuevo formato, «me da igual, además nunca me vuelvo a ver». Con el cambio «no ha variado la forma de trabajar. Igual deberíamos hacerlo, no sé, pero al final lo que le ha funcionado siempre a David es esto. Nadie sabe muy bien lo que voy a hacer. Llego y nadie me pregunta. Te preparas cosas, pero luego se entiende que la naturaleza del lugar al que vas es un caos. Por mucho que te lo prepares, después hay que lidiar con ese caos».
De crío, el humorista se imaginaba siendo de mayor «vigilante en un parking porque tenían una tele pequeña y eso me parecía que podía estar bien». También fantaseaba muchas veces con trabajar «en un kiosco de prensa porque veía que se cerraba por dentro y te podías quedar ahí solo». Ahora su cabeza está ya en el próximo espectáculo «del que no sé nada, pero sí que quiero tener más tiempo para prepararlo, quiero estrenarlo ya pulido».
– ¿Cómo tiene el nivel de glamour?
– Por los suelos.
– ¿El glamour es como el colesterol, que a partir de una cifra la vida corre peligro?
– Sí, pero es una cifra muy baja.
– ¿Espía las caras en la primera fila para ver cómo va la función?
– Sí, intento poner un poco de luz en el público, me gusta que esté todo el mundo iluminado.
– ¿Se has llevado alguna vez a los amigos para que se rían por si la cosa no va bien?
– Al revés, intento que no vengan a verme porque van a la contra.
– ¿Es el gracioso en las reuniones familiares?
– Soy el que menos habla de todos.
– ¿Broncano les ha contado cuánto dinero tiene en el banco?
– Lo sabemos, no nos tiene que venir a contarlo, lo vemos en sus ojos.
– ¿Las humoristas van a dejar en el paro a los humoristas?
– No, espero que nos den trabajo.
– Dígame algo de la Real.
– El mejor equipo de Gipuzkoa. No sé nada de fútbol.
– Imagine que le llaman del Vaticano para actuar en un momento como el cónclave que acaba de celebrarse.
– Haría este mismo monólogo. Son gente paciente.
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