El día que Alex Aranburu voló junto a Tadej Pogacar

Alex Aranburu se vuelve de San Remo con peor resultado pero mejor exhibición que en pasadas ediciones. No es difícil que ocurra en la Classicíssima, donde exponerse un vatio más de la cuenta puede suponer retroceder varios puestos. No entró esta vez en el Top10 el guipuzcoano, séptimo los dos últimos años, pero hizo algo aún más espectacular: saltar sellado a la rueda del todopoderoso sucesor de Eddy Merckx -Tadej Pogacar (UAE)- cuando al más selecto grupo de estrellas mundiales le faltaba el oxígeno en las piernas.

A siete kilómetros de meta, en las rampas del Poggio, el máximo favorito, al que todos miraban, lanzó su ataque más demoledor -era el tercero ya- y allí saltó a por él un muchacho de Ezkio dispuesto a entrar en la leyenda de este deporte. No solo eso. Le alcanzó con una cadencia de pedaleo propia de Lance Amstrong en sus mejores tiempos y rodó por los cielos del ciclismo formando un dúo supersónico. Algún día enserañá esa imagen a sus nietos con más orgullo que el manifestado ante muchas victorias.

Y es que por detrás trataba de cerrar el hueco un tal Wout Van Aert (Jumbo-Visma), con Van der Poel (Alpecin) persiguiéndole. A ese nivel se codeó en el punto más álgido del primer Monumento de la temporada el líder del Movistar para las clásicas. No fue un movimiento para repetir puesto de honor. Aquello ambicionaba algo más y, desde luego, dejaba al descubierto una calidad y un desparpajo digno de los mejores campeones.

Después de visto, los estrategas en la materia pueden decir que aquello le condenó. Tras el reagrupamiento hubo aún un par de cambios de ritmo antes de coronar que le pillaron con el chivato rojo encendido. La serie más extraterrestre que nunca había hecho hasta entonces -con 286 kilómetros en las piernas- necesitaba un pelín de respiro, y no lo hubo. Llegó aún y todo en el grupo cabecero a la cima, a unos metros de cabeza. Empalmó en la bajada pero según contó después, «se me ha caído Nizzolo delante y he tenido que frenar. Ahí hemos perdido seis metros, luego alguno más, y me quedo con esa pena. Porque las sensaciones han sido buenas. Me he encontrado muy bien en el Poggio y por eso he salido a por Pogacar. Es verdad que me he quedado asfixiado en ese mismo momento, pero luego he empalmado. Estoy un poco apenado porque no se trata solo de andar bien. En ese nivel tienes que intentar rematar con un buen resultado».

El percance que tuvo en la bajada se vio agravado, casualmente, porque la victoria se jugaría en el descenso. Matej Mohoric (Bahrain) arrancó entre curvas y tomó más riesgos que nadie para obtener unos pocos metros que le bastaron para proclamarse campeón. Hubo alboroto tras el esloveno entre los peces gordos, que hasta el kilómetro final no renunciaron a luchar por el triunfo. Pero como siempre, unos apostaron más fuerte que otros y no solo Mohoric alcanzó en solitario la línea de meta, sino que un segundo corredor, Turgis Anthony (Total Energies), se escapó de la vigilancia entre los gallos para ser segundo. Van der Poel encabezó el grupo confirmando primero que es un fuera de serie -no corría desde que en enero abandonara la temporada de ciclo-cross- y también que arrastra una rivalidad total con Van Aert, a quien no relevó cuando el belga hizo el mayor esfuerzo para acercarse a Mohoric.

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