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Los calificativos se van acabando. No para bien, sino todo lo contrario. Este Acunsa Gipuzkoa Basket ha tocado fondo porque es imposible hacerlo peor. ... Los 31 puntos de diferencia, que ya eran 29 nada más arrancar el tercer cuarto, son una puñalada en el corazón de cada uno de los aficionados que ayer se pusieron delante del televisor para comprobar si su equipo podría dar alguna señal de resurrección. Fue que no.
Quizá Pfizer tenga vacuna para esto. Seguro que si así fuera, los responsables del Gipuzkoa Basket estarían ya llamando al gigante farmacéutico porque saben que así no se puede seguir. Por mucho que costara lo que costara hacer el equipo, por muchas trabas que se hubieran puesto en verano, por mucho que el grupo comenzó a entrenar con un mes de retraso respecto a sus rivales. Se pueden entender que haya momentos en el que esa falta de acoplamiento, de bisoñez en los jugadores, haga que haya un partido castaña. Pero es que llevamos ya seis.
No parece que pueda haber una solución en el corto plazo y además, llegan ahora quince días sin competición por la disputa de las ventanas FIBA. El GBC está confinado en la mediocridad. En la más absoluta oscuridad y ayer ni tan siquiera pudo competir ante un equipo que reservó a uno de sus mejores jugadores (Pau Ribas), a otro lo sacó para que sudara un rato (Ante Tomic) y que había jugado el jueves pasado un partido en Belgrado. Sí, hablamos de la capital de Serbia. Es decir, que llegó con un entrenamiento en el cuerpo previo al partido ante el Acunsa Gipuzkoa Basket.
Este equipo se deshace como un azucarillo. Urgen cambios. ¿De fuera? Puede ser. Eso lleva a cortar a jugadores y fichar nuevos. Un gasto extra que parece que el club no puede afrontar por su débil capacidad financiera. Así que si algo hay para hacer tendrá que ser buscar dentro. La confianza brilla por su ausencia en este equipo. Las estadísticas son palmarias. Pero las sensaciones, ver ayer cómo una y otra vez chocaban contra la defensa del Joventut y que con cualquier movimiento primario se le hacía daño, son letales.
Apenas tres bocetos para explicar el partido. Si ante el Unicaja hubo diez minutos de la basura -término que se utiliza en Estados Unidos para denominar al tramo del partido que se juega con el choque ya decidido-, ayer fueron casi veinte. Es la absoluta y dura realidad de este equipo. Perdía por 29 puntos nada más arrancar el tercer cuarto. Perdió por 31, así que en 18 minutos fue incapaz de recortar la distancia.
El Joventut, mermado y tras jugar dos partidos europeos el martes y jueves, arrancó con un 2-10 ( min. 3) donde Brodziansky hizo un traje a Radoncic, que amplió hasta un 6-18 cuatro minutos después. Despertó el GBC con un activo Oroz para irse al final del primer cuarto siete abajo, 15-22. El azkoitiarra hizo un canastón y falló una bandeja que le hubieran acercado. Pero a partir de ese error, el más profundo de los desiertos para los de Nicola. Dos canastas guipuzcoanas -Tomás y Echenique- en los siguientes ocho minutos y el marcador se disparó hasta el 22-46 (min. 18) que encendió todas las alarmas. El Joventut firmaba un escandaloso 8 de 13 en triples.
Las opciones de hazaña se disiparon en un minuto. 0-8 con dos triples de parcial nada más arrancar tras el descanso, 28-57 (min. 22). Quedaban 18 minutos de la basura que fueron realmente eso. Una tortura para el que siguiera delante del televisor. Llega el parón que va a ser especialmente largo para el Acunsa GBC.
El entrenador del Acunsa Gipuzkoa Basket, Marcelo Nicola, no ha ocultado su gran disgusto por otra amplia derrota ante el Joventut y sobre todo por la mala imagen de su equipo y advirtió que «hay jugadores que tienen la cabeza en otro sitio».
«Eso no puede ser y hay que traerlas aquí (las cabezas) porque algunos no están concentrados en lo que tienen que hacer y no muestran ganas por estar en este equipo y en esta liga», subrayó el técnico del equipo vasco.
Nicola, cariacontecido pero entero tras un gran paso atrás, señaló también en la sala de prensa de Illunbe que no había «absolutamente nada bueno que extraer de este partido, desde el inicio hasta el final».
«No se puede empezar un encuentro como hemos empezado hoy. Hay que respetarse más a nosotros mismos y a todo nuestro trabajo», denunció el preparador del Gipuzkoa Basket.
El capitán Xabi Oroz, en sintonía con su entrenador, declaró por su parte que «sólo con el esfuerzo no es suficiente, hay que estar más concentrados» y cree que verse «atrás en el marcador llevó a asumir riesgos y ellos nos castigaron».
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