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Continúa el juicio por el crimen de Aintzane Pujana. Este martes testificaron once agentes de la Ertzaintza que participaron en diversos procesos de la investigación ... y hoy desfilarán otros tantos -se esperan a más de treinta durante estos días- por la Audiencia Provincial de Gipuzkoa que corroborarán lo ya sabido, con matices que ofrecen los propios ertzainas de sus experiencias con los encausados. La mayoría de los agentes recibieron la misma pregunta por cada una de las defensas, que siguen con el objetivo de inculpar del asesinato a la otra parte.
La defensa de la acusada trata de probar que su representada estaba «coaccionada» y que actuaba según lo que él le decía por el miedo que tenía de terminar «como Aintzane». Su abogada reconoció que su clienta «acuchilló» a Pujana guiada por la mano de él. Dos testimonios ofrecidos por dos ertzainas contradijeron esa versión.
El primero fue el del agente que interceptó a la pareja en el punto kilométrico 25 de la carretera N-634 entre Getaria y Zumaia sobre las cuatro de la madrugada del 2 de enero, horas después de presuntamente asesinar a Pujana. Comprobó que el coche -cuyo propietario real era un hombre que estaba en la cárcel- carecía de seguro y tenía los neumáticos en un estado que impedían su segura circulación.
«No querían que les pusiera un cepo, no querían desprenderse del coche», por lo que llamaron a la grúa y además a un taxi para que el novio de Pujana se encargara del perro, considerado de raza peligrosa y que estaba encerrado en el maletero con un bozal. Esos servicios iban a costar un dinero, razón por la que el agente les advirtió de que debían pagarlos ellos. En ese momento la acusada expresó que «con estos 700 euros que tengo aquí me llega de sobra», un hecho que cuestionaría la versión ofrecida el viernes por su defensa, que dijo que «el dinero se lo quedaba él. El titular de la cuenta era ella, pero la controlaba el acusado».
Otro agente de la Ertzaintza que visionó las cámaras de seguridad de una estación de servicio de Zumarraga precisó que sobre las 9.20 horas del 2 de enero, después de regresar «con una almohada y una colcha» al coche que había sido aparcado frente a un taller de Aizarnazabal una hora antes, el acusado echó gasolina y su acompañante accedió «sin impedimentos» al establecimiento para realizar una compra.
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El mismo ertzaina que les identificó en la N-634 «conocía al acusado de otras actuaciones, relacionadas con peleas», y ante la peligrosidad que podía tener el varón pidió el apoyo de otros compañeros. También conocía a la acusada porque las dos noches anteriores, el 30 y el 31 de diciembre, le tocó acudir al agroturismo de Aizarnazabal porque los propios acusados, con Aintzane Pujana en el alojamiento, llamaron a la Ertzaintza para quejarse del ruido que estaban provocando otras personas que se alojaban en el agroturismo y que se encontraban de fiesta debido al fin de año.
Los policías acudieron al lugar y ante la pregunta de la defensa del encausado -la formuló prácticamente a todos los testigos- sobre si la acusada «insinuaba» que estaba siendo retenida contra su voluntad o transmitía miedo, el agente respondió que «no mostró ningún miedo ninguna de las dos noches». Al menos otros dos ertzainas respondieron lo mismo.
Por el otro lado de la defensa, la principal cuestión de la abogada de ella está dirigida a saber quién conducía el vehículo, lo que en su opinión equivaldría a estar también al mando de todo. En algunos casos los agentes respondieron que era el acusado el que estaba al volante, y en otros que no fueron capaces de observar ese detalle. Hasta ahora, nadie ha testificado expresando que era ella la que guiaba el coche.
El patrullero que tomó declaración a la procesada como testigo el 4 de enero de 2021 indicó que «cuando le comuniqué que habíamos encontrado el cadáver de Aintzane Pujana su reacción no fue lógica, dijo que estaba apenada y que era una gran amiga suya, pero no correspondía a una pérdida. Además, me llamó la atención que en su declaración como testigo me daba muchas fechas, parecía guionizado».
Otra agente, que transcribió una llamada de teléfono de la acusada a su familia, declaró que «mientras la llamada daba tono (nunca descolgaron al otro lado del teléfono) se escuchaba a ella enfadada decir 'parece que te da rabia que tenga el móvil'», en referencia a una posible discusión que estaba manteniendo la pareja acusada de matar a Aintzane Pujana. Esa llamada se produjo el 11 de enero, un día antes de su arresto.
El 12 de enero de 2021 un particular entregó la tarjeta de Mugi de Aintzane Pujana en la estación de Euskotren de Zumaia. La Ertzaintza pudo localizar a ese hombre, quien indicó que la había encontrado en uno de los ensanchamientos que hay en la N-634, nada más salir de Getaria dirección Zumaia. Los agentes acudieron al lugar para buscar más evidencias y encontraron en una zona de rocas que hay entre la carretera y el mar una funda roja de un cuchillo, que corresponde al arma utilizada para matar a Pujana. En él encontraron ADN de la donostiarra en su interior y del acusado en el exterior de la funda.
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