De febrero de 2020 a febrero de 2022, en Euskadi se produjeron 666.762 positivos por COVID 19. En todo el mundo, fallecieron 6 millones ... de personas. Solo en Euskadi fallecieron 6.200 personas. Fueron hospitalizadas 32.470 personas y 3.350 ingresadas en UCI. Se realizaron 5,5 millones de test y se istraron 4,7 millones de vacunas.
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Cinco años después del inicio de la pandemia, lo primero sigue siendo el recuerdo de cada una de las víctimas fallecidas y la empatía con sus familias. Desde septiembre de 2020 cuentan con un espacio de recuerdo en el Parque Sempervirens en Vitoria-Gasteiz.
Desde enero de 2020, el Gobierno Vasco empezó a prepararse ante las noticias que llegaban de China. El 13 de marzo, aprobó la declaración de la situación de emergencia, habiendo adoptado previamente decisiones que afectaron al municipio de Labastida y centros educativos de Vitoria-Gasteiz. La pandemia era una realidad global y local. El sábado 14, el Gobierno español decretó el estado de alarma, y el domingo 15, entró en vigor un confinamiento domiciliario que se mantuvo en vigor 99 días.
Además de permanecer en nuestros domicilios, quedaba suspendida la apertura de establecimientos, con excepción de la prestación de los servicios esenciales. El mundo y la vida se inmovilizaban dentro de un paréntesis desconocido. Ninguna persona que no tuviera más de 102 años podía conocer algo parecido.
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Ninguna persona con responsabilidad política institucional de entre quienes estuvimos al frente de la respuesta a la pandemia ni en Euskadi, ni en el resto del mundo, estaba preparada para dar noticias tan duras, tan seguidas y durante tanto tiempo a diario.
Las medidas eras similares en todos los países. Afectaban a todas las personas y alteraban su -nuestra- vida cotidiana: confinamientos, distancia de seguridad, limitaciones de movilidad, horarios o agrupación de personas, suspensión de actividades, cierre de establecimientos… Todo aquello, aunque -salvo por la vivencia de las desgracias- hoy pudiéramos haberlo superado incluso con amnesia colectiva, recordado ahora parece increíble pero fue real.
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Aquella vivencia no solo era inédita, era durísima para todas las personas; también para quienes teníamos la responsabilidad de la toma de decisiones. El mundo científico avanzaba en base al método ensayo-error, y las-los responsables políticos institucionales, que necesitábamos apoyarnos en las-los científicos, seguíamos este mismo itinerario. Había que asumirlo con realismo y humildad. Ensayo-error, ejercicio de responsabilidad.
El Gobierno Vasco buscó el alineamiento con las mejores evidencias internacionales disponibles. De la OMS en Naciones Unidas o el ECDC en el ámbito europeo. En el Estado mantuvimos la coordinación, por medio de las Conferencias de Presidentes, el Consejo Interterritorial de Salud y su Comisión de Salud Pública.
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El Gobierno Vasco condujo sus decisiones en el seno del LABI, compuesto por el Consejo Asesor y la Comisión Científico-Técnica. En el Consejo Asesor participaban la representación de EUDEL, los ayuntamientos de las capitales, las Diputaciones Forales, la Delegación del Gobierno español y Departamentos del Gobierno Vasco. Las decisiones estuvieron soportadas en el Plan Bizi Berri y en los Dictámenes de la Comisión Científico-Técnica. El LABI siguió un procedimiento reconocible. Permitió una relación leal entre instituciones, y una plena colaboración entre los responsables institucionales y los expertos.
Atendiendo a los datos objetivos de número de test, hospitalizaciones, resultados de vacunación, e incremento de defunciones, la respuesta de Euskadi a la pandemia estuvo a la altura de los países más avanzados. Sin autocomplacencia alguna, su análisis permite hacer un balance constructivo, no porque no hubiera o hubiéramos cometido errores o tenido carencias, dificultades y graves problemas. Un buen balance en base a los indicadores de resistencia, resiliencia, solidaridad y pronóstico.
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Consciente de las dificultades de hacernos entender, sea por cada persona o por colectivos sociales o debido a las decisiones judiciales, por las medidas que decidimos adoptar, en todo caso, el balance esta basado en: Primero, resistencia, aguantamos el golpe; segundo, resiliencia, ante cada problema fuimos capaces de responder, adaptarnos y recuperarnos; tercero, solidaridad, actuamos con sentido de comunidad y protegiendo la cohesión social; y cuarto, pronóstico, salimos de aquella crisis, tal y como los datos se han encargado de confirmar después, en buenas condiciones para seguir progresando en inclusión social y en empleo y prosperidad económica.
Fue un logro de y compartido por la sociedad, las instituciones, las personas profesionales de todo servicios público, sin excepción, y cuantas personas, agentes sociales remaron a favor del espíritu Auzolana, compromiso por el bien común, en medio de aquella inaudita e imprevista prueba de estrés. Sirva como recuerdo.
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