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Eran las ocho de la mañana y Tania Jiménez y su marido, Miguel Huertos, entraban por la puerta del Hospital Donostia. Ella, embarazada, tenía programada ... desde hace semanas la cita para inducirle el parto del que iba a convertirse en el primer hijo de esta pareja asentada en Gipuzkoa desde hace ya una década. Lo que nadie podía imaginarse a primera hora de la jornada era la paradoja que iba a producirse en ese paritorio del centro de la capital guipuzcoana. «Di a luz a Miguel en pleno apagón. Y claro, te puedes imaginar todos los chistes que me han hecho en las últimas horas mis amigos: que vaya día para dar a luz, que si toda la energía se la llevó el nacimiento...», explica entre risas esta andaluza aunque «donostiarra de adopción».
En efecto, a las 13.30 horas, mientras toda la península se sumía en un caos por un corte energético sin precedentes por causas aún desconocidas, Jiménez daba la bienvenida al mundo a su primer retoño, un precioso niño de grandes ojos que pesaba tres kilos y 200 gramos. «Estábamos en pleno parto, en el paritorio, y no nos enteramos de nada de lo que estaba ocurriendo fuera. Ni se fue la luz ni nada. Y no fuimos conscientes de que había habido un apagón de esta envergadura hasta las cinco y media o así, cuando vino la matrona y nos lo contó. En el WhatsApp también la gente estaba hablando de un apagón. ¿Un apagón? No sabíamos de que estaban hablando», relata esta madre primeriza.
Tania Jiménez
Madre de Miguel
Ya en la habitación, era el momento de trasladar la buena nueva a los familiares y amigos de esta pareja formada por una andaluza y un asturiano. Una tarea aparentemente sencilla si no fuese por el brusco desplome del suministro que no solo paralizó gran parte de los transportes, sino que puso en jaque también las comunicaciones. «Toda la familia y los amigos te empiezan a preguntar por el nacimiento, pero los teléfonos estaban como estaban, muchos sin cobertura, sin conexión, sin wifi... Yo soy de Andalucía y allí han estado casi dos días desconectados. Como anécdota graciosa, el niño nació a la una y media y los abuelos paternos, que en ese momento estaban en Zamora, no supieron que Miguel había nacido hasta las once de la noche del lunes porque no podíamos ar con ellos», ejemplifica Jiménez.
El Hospital Donostia, al igual que los demás centros de la red de Osakidetza, pudieron salvar el lunes el impacto del apagón masivo gracias a los generadores de emergencia con los que cuentan estos recursos sanitarios. De esta manera lograron mantener la actividad asistencial más urgente, como es el caso de estas áreas del edificio Materno-Infantil.
Laura Jiménez
Obstetra del Hospital Donostia
«Llegaban noticias externas de lo que estaba ocurriendo y en ese momento teníamos el paritorio lleno, pero dentro no nos enteramos de nada. Ni los trabajadores ni las propias pacientes, a las que no se les trasladó nada porque no notábamos nada diferente a lo que podía ser el día anterior. Funcionamos con absoluta normalidad y a pleno rendimiento», explica Laura Martínez, obstetra del centro donostiarra, donde el lunes asistieron una decena de partos mientras gran parte de la península se iba a negro.
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