

Secciones
Servicios
Destacamos
Si Occidente mantiene aislada a Rusia, Putin buscará un nuevo bloque mundial con el que aliarse y demostrar su fortaleza. Este parece el mensaje que ... el Kremlin quiso transmitir este viernes durante el Desfile de la Victoria con el que conmemoró el 80º aniversario del triunfo aliado sobre los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Lejos de la imagen de un presidente acorralado por las sanciones internacionales o sombrío después de tres años de guerra en los que no ha conseguido doblegar a Ucrania, Vladímir Putin proyectó en la Plaza Roja de Moscú el perfil de un dirigente confiado que ha recuperado poder y esplendor en la geopolítica global.
La parada militar fue la más espectacular de las últimas celebradas. Desfilaron 11.000 soldados rusos y unidades de trece ejércitos internacionales: Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán, Vietnam, Egipto, China -la más numerosa-, Laos, Mongolia y Myanmar. No participó Corea del Norte, pese a la ayuda de sus tropas en la liberación de la región de Kursk ocupada por los ucranianos, aunque Putin mostró su agradecimiento a una delegación de oficiales norcoreanos.
Más de 180 tanques, transportes de artillería, lanzallamas pesados TOS-2 Tosochky, plataformas de disparo Tornado -todo ello utilizado en Ucrania- y lanzamisiles -algunos nucleares- circularon ante la tribuna de invitados en contraste con la parca representación del parque bélico del año pasado. La ceremonia se cerró con el vuelo de los cazas que tanto han bombardeado las ciudades del país vecino.
Putin fue breve en alusiones a la invasión, más allá de asegurar que «todo el pueblo» ruso está con la operación militar: que Moscú combate el nuevo «nazismo», como ya hicieron los soviéticos en 1945, y que «la justicia y la verdad están con nosotros». Rusia aventaja a los ucranianos en el frente, ha roto el hielo con EE UU mientras la Casa Blanca se aleja de Europa y no lo tiene mal para obtener ganacias en una hipotética negociación de paz. Quizá todo eso le diera este viernes a Putin una apariencia de seguridad y calma.
Las referencias a la ocupación fueron más explícitas a nivel visual. Un grupo de 1.500 combatientes en primera línea -un centenar de ellos pertrechados con las principales condecoraciones al valor- desfiló en una posición privilegiada. Por primera vez, una unidad de operadores de drones hizo una exhibición de vuelo con los aparatos que usan contra las trincheras de Ucrania.
La tribuna de autoridades estaba diseñada para evitar que Kiev pudiera cometer un ataque con un dron de largo alcance. Todos los distritos aledaños a la Plaza Roja quedaron bloqueados al tráfico, el metro se detuvo, los comercios y cafeterías cerraron y hubo cortes en Internet como parte del espacio estanco creado por las agencias de seguridad para prevenir atentados. Todavía sigue fresco en la memoria el asesinato del general Yaroslav Moskalik el pasado 25 de abril en un barrio de Moscú con un coche-bomba.
La demostración de músculo militar ante el mausoleo de Lenin tuvo su correspondencia política. Hubo casi una treintena de jefes de Estado y de Gobierno de países amigos confirmados en el acto. El presidente chino, Xi Jinping, el brasileño, Lula da Silva, así como el venezolano Nicolás Maduro y el cubano Miguel Díaz-Canel fueron invitados junto a los dirigentes de Bielorrusia, Kazajistán, la Autoridad Palestina y Sudáfrica y los tradicionales socios de Rusia en Asia Central. Entre todos superan el 22% de la población mundial y una quinta parte del PIB global.
Putin y Xi Jinping permanecieron juntos. Conversaron animadamente y escucharon los comentarios de un veterano del frente de Stalingrado que se sentó a su lado. Si cabía alguna duda después de que el jueves se conjurasen como «socios fiables» frente a las decisiones militares o comerciales de Occidente -con un claro aviso a EE UU-, su actitud confirmó públicamente que la «amistad» entre las dos potencias ha alcanzado un «máximo histórico».
También el presidente de Brasil pareció querer sumarse a ese nuevo orden que impulsan Moscú y Pekín. «Mi visita aquí es para fortalecer y reconstruir nuestra asociación estratégica», declaró Lula. El brasileño itió que iba a hablar con Putin -deseoso de nuevas alianzas no occidentales- sobre defensa, ciencia, tecnología y, «sobre todo, el área energética». Miguel Díaz-Canel también aprovechó para reunirse con Xi Jinping y «profundizar en la cooperación» entre Cuba y China.
El Kremlin hizo grandes esfuerzos para destacar la presencia internacional y trató de meter una cuña en Europa. El portavoz, Dimitri Peskov, destacó el «acto de heroísmo» del presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, y del primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, al asistir al desfile pese a que algunos países, como los bálticos, cerraron el espacio aéreo al tránsito de sus aviones. «Mucha gente ha acudido aquí a pesar de las presiones», se enorgulleció Peskov. Eslovaquia es miembro de la UE y de la OTAN mientras Serbia fue itido como país candidato a la Unión en 2012.
Putin no hizo mención a la petición de Donald Tump para instaurar 30 días de tregua «Rusia ha sido y será una barrera indestructible contra el nazismo, la rusofobia y el antisemitismo», declaró, e hizo suya la Historia al destacar la «contribución» de los aliados a la antigua URSS para ganar la gran guerra, con mención expresa al «valiente pueblo de China».
En referencia a Estados Unidos, Putin afirmó que «siempre recordaremos que la apertura de un segundo frente en Europa, después de las batallas decisivas en el territorio de la Unión Soviética, acercó la victoria». «Siempre confiaremos en nuestra unidad (…) en el logro de nuestros objetivos estratégicos, en la solución de los problemas en nombre de Rusia, en su grandeza y prosperidad», concluyó el máximo dirigente ruso.
Después, allí mismo en la Plaza Roja, según las imágenes de las televisiones públicas rusas, Putin saludó a un grupo de oficiales norcoreanos que han luchado en la región rusa de Kursk contra las tropas ucranianas. Estos militares no tomaron parte en el desfile, pero sí lo presenciaron. El presidente ruso se dirigió a continuación con el resto de los invitados extranjeros a la Tumba al Soldado Desconocido, en la muralla norte del Kremlin.
Los fastos finalizaron con una gran recepción y comida en el Kremlin. «Les felicito en el Día de la Victoria, brindo por el triunfo de la verdad y la justicia, por la gloriosa generación de vencedores, por la prosperidad de nuestros países y pueblos», pronunció Putin ante los presentes levantando su copa y agradeciendo su presencia en Moscú.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Encuentran a una mujer de 79 años muerta desde hacía varios días en su domicilio
El Norte de Castilla
¿Por qué ya no vemos tantas mariposas en Cantabria?
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
No te pierdas...
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.