M. García
Miércoles, 14 de mayo 2025, 13:07
El presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo sirio, Ahmed al-Shara, han roto este miércoles 25 años de aislamiento en la relación entre los ... dos países al reunirse en Arabia Saudita. El encuentro se ha producido un día después de que EE UU aninciara el levantamiento de las sanciones a los sirios y momentos antes de que el jefe de la Casa Blanca se reuniera con los líderes del Golfo antes de volar a Qatar en su apretada gira por Oriente Medio.
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Los dos líderes han conversado durante algo más de media hora con el presidente turco, Recep Tayibb Erdogan como testigo por teléfono. Trump ha urgido a A-Shara a normalizar las relaciones con Israel y le ha pedido que se sume a los Acuerdos de Abraham, firmado en 2020 entre el Estado hebreo, los Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos. El inquilino de la Casa Blanca guarda un buen recuerdo de este tratado, que fur posiblemente el más importante de su primer mandato en cuanto a política exterior. Ahora parece que su intención es aumentar la repercusión de aquel acuerdo y continuar hacia la normalización y reestablecimiento de relaciones con una de las regiones de alta complejidad para Estados Unidos.
La última ocasión en que se produjo un encuentro entre los máximos gobernantes de EE UU y Siria fue en el año 2000 en Ginebra. Entonces, Bill Clinton y Ahaez Al-Assad, padre del dirigente depuesto hace unos meses, no llegaron a acuerdo alguno para desbloquear el conflicto entre Siria e Israel. Clinton intentó en tres ocasiones acercar posturas entre los dos países. En esta última de Suiza advirtió que a partir de ahí sería Al-Assad quien debería moverse en favor de la normalización. Ahí acabó la relación bilateral.
Trump ha introducido otro rumbo en la ecuación. Si se tratara de una estrella de rock, su gira por Oriente Medio recibiría el nombre de «no hay enemistades pemanentes», la frase que tanto él como su gabinete utilizan para tratar con Irán o mismamente con Siria. Antes de derrocar a Bashar al-Assad y convertirse en presidente del país, Al-Shara era conocido como Al-Golani, su apodo como cabecilla bélico y anterior responsable de una ramificación de Al Qaeda en la región. EE UU llegó a pedir entre ocho y diez millones de dólares por su cabeza y esté miércoles estrechaba la mano de Trump. También el gabinete norteamericano ha tenido que superar grandes resistencias internas para llegar a este momento, sobre todo relacionadas con la capacidad del nuevo Ejecutivo sirio para convertirse en un aliado antiterrorista.
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El levantamiento de las sanciones tiene importantes repercusiones para los sirios, que han festejado ruidosamente en las calles el anuncio del presidente de EE UU. El país sufre los rigores de casi tres lustros de sanciones económicas en respuesta a la deriva autoritaria de Al-Bassar. Se encuentra al límite. Es una nación devastada. El 90% de la población depende de la ayuda humanitaria para sobrevivir.
El secretrario general de la Liga Árabe, ha ensalzado la decisión de Washington porque «representa un avance positivo y significativo» y permitirá a Siria «dejar atrás el pasado y emprender una senda económica para la estabilidad y el desarrollo». Kuwait y Jordania se han expresado en términos parecidos. Los jornados sostienen que los sirios podrán abrirse a la «cooperación económica con el mundo»» y ganar en «prosperidad». Queda por ver la reacción de Israel, donde circulan comentarios de que Trump está aprovechando este viaje para cimentar los intereses estadounidenses sin tener en cuenta a su aliado hebreo.
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