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Después de doce años sin ninguna imagen pública de Abdula Ocalan, a finales de febrero las autoridades turcas permitieron la difusión de una fotografía del ... líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Un Ocalan delgado y de bigote poblado y canoso apareció en una mesa sentado junto a dirigentes del partido kurdo DEM. ¿El motivo? El dirigente del PKK, encerrado en una prisión de máxima seguridad desde 1999, había escrito una carta de una página y media para pedir el final de la lucha armada y la disolución del grupo. Sus palabras fueron un revulsivo para el movimiento, que este lunes ha cumplido el deseo de su fundador al proclamar el fin del movimiento tras cuatro décadas de conflicto.
La carta de Ocalan la leyó ante las cámaras el exdiputado Ahmet Türk y, por primera vez, todos los canales de Turquía emitieron un mensaje largo en kurdo, la segunda lengua del país, sin doblaje ni subtítulos. El PKK pidió como contraprestación la libertad de su líder para llevar a puerto el desarme, una medida de gracia que hasta ahora no se ha llevado a cabo pese que el propio presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, llegó a sugerir que se le podría conceder la libertad condicional si el grupo se disolvía.
A sus 75 años, los últimos 25 encerrado e incomunicado, Ocalan ha ido moderando su discurso y pasado de luchar por crear un Estado independiente para la minoría kurda de Turquía a contentarse con lograr mayores derechos para los kurdos dentro del país.
Unos treinta millones de ellos viven divididos en cuatro de los Estados más fuertes de Oriente Medio en un territorio tan grande como la Península Ibérica. Este «pueblo invisible», como lo define Manuel Martorell en su libro 'Kurdistán, viaje al país prohibido', tiene en común lenguaje, tradiciones y desde 1949 a Abdula Ocalan. Nacido en Omerli, una aldea kurda de la provincia sudoriental turca de Sanliurfa, al fundador del PKK le conocen como 'Apo' (tío) y es tan adorado entre los kurdos de Turquía y Siria como respetado por los de Irán e Irak. Su lucha ha servido de inspiración para los movimientos de resistencia contra las autoridades de Damasco, Teherán o Bagdad.
Hijo de madre turca y padre kurdo, fue un brillante estudiante que se convirtió en activista cuando fue a la universidad en Ankara a estudiar Ciencias Políticas y tuvo o con organizaciones comunistas. El PKK nació como grupo de inspiración marxista a finales de los setenta en Diyarbakir y en 1984 abrazó la lucha armada. Desde ese año y hasta 1999 protagonizó los momentos más sangrientos de un conflicto que, pasadas cuatro décadas, deja más de 40.000 muertos, según las cifras ofrecidas por Turquía.
«No estamos a favor de la violencia para resolver los problemas», dijo en 1988 en su primera entrevista con periodistas turcos. Pero fue necesario, dijo, «para evitar que nuestra identidad nacional sea destruida por completo». Líbano, donde se estableció el primer campo de entrenamiento de la guerrilla, y sobre todo Siria se convirtieron en su refugio para escapar de las fuerzas de seguridad turcas. Desde territorio sirio consolidó un partido con vocación de unir a los kurdos de Turquía, Irán, Siria e Irak para formar el 'Gran Kurdistán', entrenó a milicianos y organizó operaciones y atentados.
En 1998, Ankara amenazó con atacar a Siria si las autoridades de Damasco no le entregaban a 'Apo' y fue forzado a buscar asilo en el extranjero. Pasó por Grecia, Rusia e Italia, pero no encontró apoyo y, finalmente, las fuerzas especiales turcas, con apoyo del Mossad y la CIA, le capturaron en Kenia en febrero de 1999 y le llevaron de vuelta a Turquía para encerrarle en la isla de Imrali. Su captura provocó manifestaciones masivas y en algunas de ellas simpatizantes del PKK llegaron a inmolarse, lo que mostró el enorme culto a la personalidad que había conseguido dentro del partido.
A Ocalan le condenaron a morir en la horca «por traición», pero su sentencia fue conmutada por cadena perpetua en 2002 porque tuvo la fortuna de que Ankara abolió la pena capital en su intento de ingresar en la Unión Europea. Desde entonces permanece aislado en una isla en el mar de Mármara, al sur de Estambul, desde la que emite comunicados cuando Turquía se lo autoriza.
Tras su arresto hubo dudas al comienzo sobre su poder para seguir liderando la resistencia, pero con el paso de los años quedó clara su capacidad y carisma aun estando preso. Su rostro es la pancarta que ha presidido todas las protestas y su nombre ha sido el grito de guerra nacionalista kurdo. Su fotografía ha resultado omnipresente en las movilizaciones kurdas. Allí aparece un 'Apo' vigoroso, vestido de militar y con un bigote negro poblado, con la estrella roja de la bandera del PKK de fondo. Su figura va mucho más allá que la de un líder político y militar y es idolatrado entre los nacionalistas kurdos.
La llamada a la disolución del PKK y el consecuente final del movimiento ha puesto de relieve su capacidad de influencia en los comandantes de las facciones del grupo 25 años después de su detención. El «asesino de niños» y «enemigo público número uno», según los sobrenombres de la prensa turca, se ha convertido en el arma más importante para desactivar al gran enemigo de Turquía de las últimas décadas.
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