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Un enorme mar verde cubre nuestras cabezas mientras vamos avanzando a Guratz (959 m.), nuestro monte elegido para esta ruta. La abundante lluvia caída durante las últimas semanas ha hecho que las hayas luzcan unos magníficos mantos que rozan el verde fosforito con un verde muy oscuro del musgo que se adueña de sus troncos. El contraste nos deja una estampa única de tonos verdes a los que se suman los de helechos que alcanzan el metro de altura, mientras el suelo conserva la alfombra de hojarasca que muestra un tono casi negro por la humedad que alberga.
Optamos por subir a Guratz desde Areso, una localidad que limita con Berastegi, Lizartza, Orexa, Gaztelu por la muga guipuzcoana. Los primeros documentos escritos de Areso nos remontan al siglo XII, exactamente a 1192. Año en el que el rey, Sancho VI, El Sabio, concede fueros a Areso y Leitza. Por la proximidad con Gipuzkoa, ha sido lugar estratégico de batallas entre bandos. Por ello, los aresoarras tenían una torre de vigilancia, donde hoy se conoce la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
: Para llegar a aresod ebemos seguir la A-15.
Horario El recorrido de unos 12,6 kilómetros ronda las 3 horas y media a un ritmo tranquilo, aunque hay que tener en cuenta que la pendiente es continúa hasta la cima.
Distancia 12,65 km
Desnivel positivo 458 m
Severidad del medio 2
Dificultad orientación 3
Dificultad del terreno 2
Esfuerzo necesario 3
Una antigua leyenda cuenta que en la torre de vigilancia de Areso, vivía el bandido más conocido de la comarca, Azeari Sumakilla. Su verdadero nombre, Don Pedro Martínez de Oyanederra, quien fue un gran noble. Casado, con Doña Elvira. Antes de morir, su mujer le cuenta un secreto, a Don Pedro: uno de los tres hijos que tenían era fruto de una relación extramatrimonial. Don Pedro, enfurecido, llama a los tres hijos y pide a Doña Elvira que señale al hijo ilegítimo. Ante el silencio de la mujer, Don Pedro ata a los tres hijos a la cama de la madre moribunda y los quema. Oyanederra, huye atormentado, sin rumbo fijo, con su caballo. Cuando le atrapan y le llevan preso, condenándolo de muerte, ante el personaje ilustre «Garcia Almorabid». Este recuerda los momentos de niñez vividos con Oyanederra y le perdona. Con la única condición de que, desapareciera bien lejos. Así, desaparece Don Pedro y aparece Azeari Sumakilla. Quién toma la torre de Areso con un grupo de bandidos. Este bandido temido por todos, descubre en una caja que regaló a Doña Elvira, que su íntimo amigo Don García fue el amante de su mujer. Don Garcia Almorabid, pide ayuda al bandido Sumakilla, en la guerra de 1276. Azeari vuelve a las montañas y se encuentra con García Almorabid. Quien cae en las manos del bandido en la sierra de Andia. Garcia Almorabid, muere a golpes de piedra; con el castigo del adulterio». El escritor Arturo Campion (Pamplona 1854- Donostia 1937), al escribir su primera nobela 'Don García Almorabid', ubica al bandido 'Azeari Sumakilla' en la torre de Areso.
El pasado de Areso está vinculado a la brujería y las detenciones ordenadas por la Inquisición. En el año 1575 un enviado de la Corte efectuó averiguaciones sobre brujería en el valle de Larraun y después fueron encartadas 44 personas, entre las que figuraban muchos niños. Una de las primeras diligencias practicadas fue el reconocimiento de la cueva de la sierra de Ulizar de Areso, en la que se aseguraba tener lugar las concentraciones brujeriles. Para santificar el lugar y alejar a los malos espíritus se construyó una ermita, de la que hoy solo quedan restos.
Muy cerca de Ulizar, transcurre la cañada real de las provincias que transcurre muy cerca de Guratz y nos recuerda la importancia de la trashumancia en la zona. Es una de las vías pecuarias más antiguas de Navarra y también se denomina 'Cañada de los Toros', al haberse utilizado durante siglos como ruta trashumante de los toros que, procedentes de la Bardena y del Sur de Navarra, amenizaban las fiestas de Azpeitia y de otras localidades como Deba.
Tras aparcar junto a la parada de autobús en el centro del pueblo, o Plaza Zaharra, comenzamos nuestra ruta dirigiéndonos hacia Gorriti. Rodeamos dos grandes casas con sus respectivos cercados de piedra, para tomar el camino a Gorriti. Hasta abandonar el casco urbano de la villa avanzamos paralelamente a la autovía de Leitzaran, disfrutando de la estampa bucólica de casas cuidadas con esmero, mientras las huertas permanecen casi vacías a la espera de unos rayos de sol que calienten sus tierras.
Una carretera asfaltada nos conduce hasta el caserío Alkotxenea de 1879, según reza la inscripción que aparece en su fachada. Continuamos caminando por la carretera, hasta llegar a un cruce, en el que tomaremos a la izquierda comenzando la ascensión hasta nuestro objetivo, Guratz. El paseo transcurre con la autovía presente en todo momento, pero disfrutamos del entorno y las hermosas vistas que nos ofrece de la villa aresoarra.
Pasamos por debajo de la vía de comunicación y seguimos la pista de tierra de manera ascendente hasta llegar a una pista cementada que nos conducirá hasta un helechal, donde antiguamente se podían ver las 'metas' tradicionales y ahora, vemos varios fardos.
Seguimos la pista de tierra que nos conduce por un bosque de hayas. Enormes árboles que con sus grandes ramos superpobladas, nos sumergen bajo un cielo verde sobre el que vemos unas nubes que auguran riesgo de tormenta. El viento fresquillo que nos persigue es algo fresco, más bien fresco para las fechas en las que nos encontramos. El barro y enorme charco que nos encontramos al salir del hayedo, es una clara muestra de las lluvias que nos acompañan. Tras superarlos, nos adentramos nuevamente en un hayedo que nos conducirá hasta el buzón de Guratz. Si no se cuenta con track, es interesante tomar como referencia la valla alambrada a nuestra derecha que sube hasta la zona alta del monte.
Seguimos caminando otros tres kilómetros y medio de manera ascendente hasta divisar el punto geodésico y pegados, un buzón y una pequeña escultura en recuerdo de los caazadores y sus perros. Las vistas son espectaculares, aunque una densa nube cubre todos los picos de las Malloak.
Desde allí, comenzamos el descenso adentrándonos nuevamente en un bosque de hayas en las que debemos seguir el rastro marcado por otros senderistas. Las marcas rosas fosforito realizadas pro Javier Caballero son las únicas referencias del camino a seguir, pero el musgo las ha tapado, por lo que hay que tener cuidado de no perderse. Seguimos el sendero paralelo a otra alambrada hasta llegar a un paso en el que optamos por seguir a la derecha. Desde allí, llegaremos a la campa de Gorriti desde la que veremos Ezurmendi y la ermita de Santa Bárbara, entre otros.
Descendemos pasando por encima de la A-15, para tomar a la derecha y llegar a un alto en el que seguiremos la indicación que nos acerca a Areso. 3,2 kilómetros nos separan hasta nuestro punto de partida. En el descenso nos encontramos con la cascada de Matxain, un lugar impresionante que merece un alto para sacar unas fotos. Seguimos la pista para regresar a la carretera asfaltada que nos lleva hasta el centro de Areso. Un placer.
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José Antonio Guerrero | Madrid y Álex Sánchez
Mateo Balín y Sara I. Belled (gráficos)
Jesús Falcón | San Sebastián y Javier Bienzobas (Gráficos) | San Sebastián
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