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La tournée que Donald Trump ha llevado a cabo por las monarquías del Golfo ha sido todo un éxito, gracias a los contratos millonarios que ... ha obtenido. Y es que, para ser su primer viaje al extranjero, sin contar su asistencia al funeral del Papa Francisco, todo le ha salido a pedir de boca. Al fin y al cabo, ha ido a Oriente Medio a hacer negocios, tanto para los Estados Unidos como para él. Y es que para el magnate el conflicto de intereses no existe. Como muchas veces se ha dicho, es un empresario metido a política y la pasta es lo primero. De manera que, al tiempo que alcanza acuerdos para las empresas norteamericanas, no se olvida de sus inversiones en la región, que van en aumento y podrían incrementarse tras esta gira.
Una gira en la que algunos analistas han llamado la atención sobre la no inclusión de Israel en el itinerario. Esto ha dado lugar a especulaciones sobre el posible distanciamiento entre Trump y Netanyahu. En este punto hay varios aspectos que merecen tenerse en cuenta. Trump, como sus antecesores, es un estrecho aliado de Israel, ¿pero eso quiere decir que lo sea necesariamente de Bibi? A pesar de los elogios que éste le ha prodigado, parecería existir un cierto desapego entre ambos líderes. En cierta media, si Trump busca la paz en Oriente Próximo, y así ha sido recibido por los países árabes, Netanyahu no entraría en esta ecuación, porque se ha convertido en un auténtico señor de la guerra.
Durante la campaña electoral, Trump se comprometió a terminar con los conflictos bélicos y, de momento, no lo ha conseguido, algo que no debe gustarle. Gracias a su intervención se logró una tregua en Gaza, pero Netanyahu la rompió en marzo por presión de sus socios de gobierno y porque, en el fondo, nunca ha deseado la paz con los palestinos. Aparte de correr una excelente cortina de humo con la que tapar su responsabilidad política en el atentado del 7 de octubre y los juicios por corrupción que aún tiene pendientes.
La sensación de la Casa Blanca es que el primer ministro israelí está alargando la conflagración en Gaza atendiendo a sus propios intereses. Esto ya lo advirtió la istración Biden y ahora lo ha dicho el enviado especial de Trump a la región, Steve Witkoff, un empresario amigo suyo que no emplea el alambicado lenguaje de los diplomáticos. Al contrario, con motivo de la liberación del estadounidense Edan Alexander por Hamás, Witkoff no se mordió la lengua en una reciente reunión con los familiares de los rehenes señalando a Netanyahu como responsable de la prolongación de una situación tan desesperante, compartiendo su posición de sentirse abandonados por un gobierno que, desde el primer momento, los ha considerado un daño colateral. El gesto de Hamás se ha interpretado como un acto de buena voluntad hacia Trump, quizás pensando en que pueda hacer más para paliar la hambruna de los gazatíes.
En cualquier caso, hay otros indicios de ese supuesto alejamiento entre Trump y Netanyahu. Por ejemplo, la reanudación en Omán de las conversaciones entre Estados Unidos e Irán sobre un nuevo pacto nuclear el pasado 11 de mayo. Cabe recordar que Netanyahu fue uno de los principales arietes contra el arreglo nuclear de Obama. Pues ahora resulta que Trump quiere firmar su propio convenio, al margen de la oposición de Tel Aviv. En cierta medida, esto supondría dar oxígeno a un régimen asfixiado por la crisis económica y con sus aliados bajo mínimos. La desaparición de Bashar al-Asad en Siria, propiciada por Moscú, y el descabezamiento de Hezbolá a cargo de los israelíes son una buena prueba de ello. Asimismo, uno de los asuntos de mayor interés de la presencia de Trump en Arabia ha sido su entrevista con el presidente interino de Siria Ahmad al Sharaa, considerado hasta hace poco un peligroso terrorista y ahora tildado por Trump como un 'tipo duro'.
El levantamiento de sanciones y la reanudación de relaciones diplomáticas con esa república constituyen una novedad incontestable. Al tiempo que supone un punto a favor de Erdogan, protector de Ahmad al Sharaa y quien estuvo presente telefónicamente. El hecho de que el mandatario sirio haya planteado la posibilidad de construir de una Torre Trump en Damasco es todo un guiño. Por su parte, el estadounidense le ha aconsejado que abra os con Israel, aunque eso está por ver, dado que existe el escollo de los Altos del Golán, territorio sirio ocupado y anexionado ilegalmente por Israel. Finalmente, otro elemento de distanciamiento entre Trump y Netanyahu radicaría en que los norteamericanos han llegado a negociar con los hutíes, aliados de Irán, sin que en dicha componenda quede incluido Israel, al que van a seguir atacando, dicen, mientras dure la limpieza étnica de Gaza.
De todo esto ¿cabe pensar que Trump tal vez se esté hartando del premier israelí y que por eso Israel no ha sido incluido en su periplo? No lo sé. Sea como fuere, Trump ha regresado satisfecho y con los bolsillos llenos.
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