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Fotograma de la tercera temporada de 'Gangs of London'. RC
'Gangs of London' 3T: todo vale, ya no vale

'Gangs of London' 3T: todo vale, ya no vale

'Narcos' puede parecer descafeinada al lado de la guerra entre organizaciones mafiosas que se desata en las calles de Londres. La tercera temporada avanza desbocada

Lunes, 19 de mayo 2025, 12:07

El mal del «todo vale» se extiende sin remedio en el maravilloso mundo de las series. La necesidad de «estirar el chicle» a lo largo de varias temporadas, por exigencias comerciales, lleva a algunos guionistas con oficio a tomarse el tema con cierto delirio. Ocurre también dentro de las propias sesiones de continuación, donde los capítulos de transición, que aportan poco o nada, parecen inevitables. Hay que alargar la fiesta hasta la extenuación, que siga tocando la orquesta del Titanic. Como espectador, hay que hacer un loable esfuerzo para aguantar «hasta el final» y llevarse el premio de consolación: el subidón, tras los ataques de arritmia, y vuelta a empezar. Averías en la montaña rusa. El problema es que, la mayoría de las veces, en el clímax de la función nos quedamos con la misma sensación que al comienzo del viaje. Pasó con la cumplidora 'La casa del dragón', donde el público esperaba, y espera, una gran batalla que nunca estalló. Queda en el aire para la próxima entrega, tras horas y horas de visionado. También ha ocurrido recientemente con la soporífera 'Daredevil: Born Again', que incluye un episodio embotellado que transcurre en un banco (autoconclusivo, en una única localización). Por poner un ejemplo de un título conocido, que entró en una espiral non sense tan fascinante como absurda, está 'Prison Break'. 'True Blood' le sigue de cerca, por no hablar de 'El cuento de la doncella' (increíble que todavía tenga adeptos).

La tercera temporada de 'Gangs of London', disponible semanalmente en SkyShowtime, derrapa, inconmensurablemente, debido al maldito 'todo vale' descrito en el primer párrafo de la presente crítica. Tras un magnífica primera entrega que, visto lo visto, ojalá se hubiera quedado ahí, la serie retomó la lucha por el dominio de los negocios sucios en la capital del Reino Unido con una continuación algo esperpéntica que mantenía el tipo, a pesar del atrevimiento de los guionistas, quienes tomaban decisiones extravagantes para hacer avanzar la trama con una facilidad pasmosa. Los giros descabellados y el catálogo de personajes revividos, resucitados de entre los muertos sin elaboradas excusas, rompió el equilibrio de una ficción que lo dio todo en sus primeros pasos, con algunas secuencias de acción abracadabrantes. La puesta en escena también ha caído, con la elección, quizás inadecuada, de algunos realizadores. La sombra de Gareth Evans, quien inicio el espectáculo, es alargada (acaba de estrenar la películas 'Estragos', con Tom Hardy, en Netflix).

Preñada letal

Si rescatas roles muertos sin currártelo, por la cara, el público ya no cree que los personajes puedan desaparecer. Tamaña osadía argumental supone una importante pérdida de dramatismo. Aquí tenemos uno de los grandes problemas de esta tercera temporada. Arrastra, capítulo a capítulo, la posibilidad de que aquello que vemos vaya a dar un vuelco tan inesperado como incomprensible. A su vez, el despliegue de escenas ultraviolentas, explícitas y dolorosas, con algunas pasadas de rosca no aptas para estómagos débiles, también se resiente. No hay ningún atisbo de humor que suavice el surrealismo imperante.

Apartar la mirada de la pantalla es necesario, en más de una ocasión, ante el gore desatado, pero cuesta, a estas alturas, ser original, hasta el punto de que hay que inventarse algo extremadamente alocado para intentar epatar a los seguidores de la serie. 'Gangs of London' se caracterizaba por su finura técnica y buen hacer recogiendo atrocidades con la cámara, pero ya no cuela igual. El enredo embrutecido se le va de las manos a los guionistas. Nadie al volante a la hora de traducir a imágenes decisiones inquietantes. Cuidado, va un spoiler como ejemplo: una mujer embarazada, perseguida por una cuadrilla de matones armados, logra zafarse de sus enemigos en pleno alumbramiento. La preñada de armas tomar da a luz in extremis, entre golpe y golpe, llegando a ahogar a uno de sus contrincantes con el cordón umbilical. Tan loco momento no está rodado de tal manera que nos resulte una divertida salvajada. Tessa Hofe a los mandos, poco inspirada. Su elección, con un currículum limitado ('Sueños sobre hielo') para dirigir tan complicado fragmento, no se entiende demasiado (tampoco ha hecho los deberes, repasando cult-movies como 'Baby Blood' o 'Braindead'). También figura en los créditos el coreano Kim Hong-sun, responsable de la sanguinolenta 'Project Wolf Hunting', tan bruto como basto y, en esta ocasión, poco suelto.

Narcoguerra disparatada

La batalla por el poder sigue recrudeciéndose en 'Gangs of London'. Nadie puede fiarse de nadie, la traición es moneda de cambio y la violencia parece ser la única manera de comunicarse entre rivales. Los ajustes de cuentas y las batallas campales entre gánsteres de diferentes etnias y nacionalidades continúan nutriendo el espectáculo, con nuevos delincuentes que aportan su catálogo de oscuros secretos al núcleo desvencijado de una historia de caminos cruzados cada vez menos creíble. Los personajes aparecen por arte de magia para salvar el pellejo ajeno en medio del caos narrativo. Alguno cambia de carácter y pasa de ser un coitado a repartir estopa como un animal. Cadáveres andantes, salvados por la campana, y tropezones técnicos de difícil asimilación. Hay que dejarse llevar por la precipitación de acontecimientos en una catarata de crímenes sin remedio para disfrutar con las peleas físicas y verbales entre bandos contrarios y familias disfuncionales.

Apostar mentalmente a ver quién sobrevive a la matanza ya no tiene sentido porque quien falleció hace tres capítulos puedes volver a irrumpir en escena como si tal cosa. Se echa de menos a Evans. Su trabajo de planificación siempre es digno de elogio. 'The Raid' asentó un precedente en el género de acción, al igual que el inicio de 'Gangs of London', una apuesta ganadora. Heredero del thriller coreano y japonés, desde John Woo a los actuales cineastas que rompen la pana inmortalizando secuencias apabullantes donde muere hasta el apuntador, el director galés sigue en la serie como productor ejecutivo, pero es probable que dedique más tiempos a sus proyectos personales que a su criatura televisiva. En su evolución, su invento ha cambiado incluso de tono. Era una buena producción de género, rodada con nervio, con giros contundentes y un empaque visual atronador. Las escenas dramáticas y las secuencias de acción estaban perfectamente armadas y engrasadas, en un espectáculo adictivo que no ha perdido su capacidad de entretener, pero está resuelto sin orden ni concierto.

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