Getaria, el ratón iluminado

Getaria es su ratón, Elcano y el mar. Al final, todo se resume en ese inmenso y agitado tapete que modula sus colores en función del viento, las corrientes y la luz. El pueblo creció de cara al mar, del que se protege como buenamente puede; los océanos dieron fama a Juan Sebastián Elcano, que finalizó la tarea de Magallanes y dirigió la primera vuelta al mundo; el ratón es la proa que se adentra en el agua animando a los arrantzales a buscarse la vida más allá del horizonte. El espolón rocoso es el símbolo de la localidad guipuzcoana, pero también un parque delicioso al que se puede acceder tras un breve paseo. El primer tramo es en cuesta, pero la pendiente es leve, nada que no pueda soportar una persona sana.

Antes que nada, conviene recordar que el ratón no es una península, sino una isla que quedó unida al puerto en el siglo XV mediante un espigón artificial. Es allí, en la isla de San Antón, donde descansa el faro de Getaria, un lugar al que merece la pena llegar porque garantiza una vista excepcional de toda la costa vasca: desde los límites de Bizkaia hasta San Sebastián. La sucesión de acantilados visible desde esa punta resulta espectacular, y por ello fue utilizada como atalaya para los pescadores de ballenas.

El sendero asfaltado, ancho y grato, está jalonado de bancos y miradores que invitan a asomarse a las laderas de la isla, ocupada por un llamativo y variopinto bosque cuidado con esmero por las autoridades locales. Pinos, madroños, higueras, encinas laureles o castaños componen un singular muestrario en el que se combinan los ejemplares autóctonos con especies foráneas, proporcionando sombra abundante y cobijo a las aves que pululan por el ratón: araos, gaviotas, charranes y pardelas.