La desconvocatoria de la huelga educativa en Euskadi, con un acuerdo in extremis con la mayoría sindical de la que se ha descolgado ELA, es ... un buen anticipo de lo que gesta en este país en el terreno político. El sindicato ELA, por un lado, y el Movimiento Socialista, por el otro, van a envolverse en la bandera de la ruptura y del 'contrapoder popular' frente a la reforma en la que se sitúan todos los demás. Confrontación versus negociación, la vieja herida del movimiento obrero desde la II Internacional que, a su vez, fracturó al nacionalismo vasco tras la muerte de Franco en una ruptura traumática. Resulta una gran paradoja que los herederos políticos de los que en 1977 rechazaron la Transición y el autogobierno vasco, incluso mediante el recurso al terrorismo, y consideraban que los avances democráticos eran 'migajas' indignas del sistema hoy sean quienes se enfrentan desde el posibilismo negociador a quienes en su momento, desde el sindicalismo, defendieron la vía del Estatuto y hoy parecen los guardianes de las esencias patrióticas y revolucionarias.
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Que el sindicato ELA y los jóvenes comunistas ortodoxos se conviertan en la verdadera contestación a EH Bildu y a Sortu en el seno de su propia base social constituye una expresión sintomática de la evolución de la sociedad vasca. El sindicalismo de confrontación de origen socialcristiano se enfrenta a casi todo el arco político desde una crítica ideológica al neoliberalismo y a la supuesta tímida respuesta de la socialdemocracia. Y el Movimiento Socialista de EHKS lanza un alegato frente al 'sistema' que ha engullido a todos. La izquierda revolucionaria parece que puede encontrar un caldo de cultivo propicio para practicar la deslegitimación del modelo 'burgués'.. de la democracia liberal.
La dialéctica reforma-ruptura es una constante política en Euskadi, pero también en el conjunto de España puede explicar determinados movimientos que parecen arbitrarios. Que el portavoz socialista en el Congreso, Patxi López, haya itido que el Gobierno central no va poder sacar adelante los Presupuestos de este año es un reconocimiento expreso del empate infinito en el que sigue incrustada la política española. Cualquier excusa sirve para destruir los puentes y demonizar al adversario. El apagón es el último banderín de enganche. Pedro Sánchez sigue sin ofrecer todas las respuestas a las preguntas pendientes y el PP se lanza a degüello del gobierno buscando cabezas de turco desde unas premisas que reemplazan las consideraciones técnicas por las arengas políticas. La operación desgaste de Pedro Sánchez sigue en marcha y a pesar de que cierto empecinamiento del PP puede resultar contraproducente para sus propios intereses, los propios aliados del presidente ponen en bandeja a sus adversarios a veces determinado argumentario para socavar los cimientos del Ejecutivo. Parecen ser, sobre todo en la izquierda, la 'quinta columna' del Ejecutivo 'progresista'.
Asistimos a un bloqueo de la situación, a un empate infinito. La decisión de Podemos de colocarse en los bancos de la oposición deja a las claras la gran fragilidad parlamentaria del Ejecutivo. La ruptura del bloque de los aliados de izquierda puede dejar al PSOE sin suficientes aliados parlamentarios para repetir la legislatura. Por no hablar de la posición desafiante de Junts, que ha presentado una enmienda a la totalidad al proyecto de reducción de la jornada laboral convertido en el emblema de Yolanda Díaz. Una derrota parlamentaria en este asunto sería un exponente revelador de que un manejo de las expectativas reales que no se sustente en la relación de fuerzas y debilidades conduce inexorablemente a la frustración.
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Tampoco el PP puede cantar victoria, porque su dependencia de Vox puede resultar muy perversa para sus intereses a la hora de afianzarse como una opción responsable que tiene ya madura sus opciones para ser alternativa de gobierno. Si los populares necesitan el apoyo de Vox para llegar al poder en una próxima legislatura, el precio a pagar puede ser severo y abrir una espita desestabilizadora en la periferia. Los procesos de normalización política y de la convivencia en Cataluña y en Euskadi, aun respondiendo a naturalezas bien diferentes, pueden verse trastocados si la variable PP-Vox entra en la ecuación política. Por no hablar de una izquierda social que entraría en ebullición.
En este proceso, el PSOE va a tener que hacer frente en solitario y sin aliados al ejercicio de una posición política vulnerable, que gestione una estrategia sobre la seguridad y la defensa en Europa que genera profundos recelos en su base social. El rearme que se empieza a vislumbrar en la UE resulta un auténtico aviso para navegantes para España. El maximalismo de Junts y de Podemos colocan a Sánchez a los pies de los caballos, sin apenas margen de maniobra para que su ejercicio de resistencia no se vea sometido a una sistemática demolición y al acoso y derribo de sus enemigos. Reforma o ruptura. He aquí el dilema.
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