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Han pasado treinta años desde que un lehendakari visitara la Casa Blanca. Corría marzo de 1988 cuando José Antonio Ardanza (PNV) se entrevistó con el entonces presidente de los EE UU, Ronald Reagan, en su despacho oval. La reunión del único lehendakari que ha pisado la residencia del líder estadounidense duró quince minutos y fue un éxito. Esta cita histórica, sin embargo, no hubiera sido posible sin el senador y posterior presidente del Partido Republicano, Paul Laxalt, gran amigo de Ardanza y fiel compañero de Reagan. Nacido en Nevada aunque con ascendencia vascosa –su padre y su madre eran de Zuberoa–, Laxalt, que falleció el lunes a los 96 años, «nunca perdió su sentimiento de pertenencia a Euskadi. Siempre tuvo una conciencia muy clara de su doble condición de norteamericano y de Iparralde», asegura Ardanza, que lamenta su muerte.
Laxalt fue el encargado de ofrecer una recepción en honor al lehendakari Ardanza antes de la cumbre en la Casa Blanca el 22 de marzo de 1988. La idea surgió un año antes como iniciativa de las colonias vascas, con motivo de la celebración del Festival Internacional Vasco de Cultura (Jaialdi), en Boise, donde todavía el actual lehendakari acude una vez cada cinco años.
Antes de cruzar la puerta de la residencia oficial del presidente de los EE UU, la limusina que trasladaba al gabinete del Gobierno Vasco sufrió una confusión, tal y como recogía la crónica de El Diario Vasco de aquella jornada. Las excepcionales medidas de seguridad obligaron al vehículo a una parada para comprobar el listado de ocupantes que transportaba. Pese a ello, la entrevista fue «muy bien, porque es un hombre muy suelto, encantador y muy fácil de conversar», manifestó el lehendakari nada más finalizar la reunión.
Entre otras cosas, Ardanza y Reagan trataron el tema del terrorismo de ETA en Euskadi. Eran los años de plomo y el entonces lehendakari explicó que intentó «acercar la imagen real de Euskadi» a los círculos políticos. Además, se mostró «sorprendido» de que el presidente de EE UU estuviera «enterado del esfuerzo que estamos haciendo en Euskadi para la consecución de la paz». Reagan deseó a Ardanza que llegase «cuanto antes la paz a Euskadi para prosperar como lo ha hecho América». El presidente del Ejecutivo vasco, asimismo, invitó al líder de EE UU a visitar Euskadi.
A día de hoy, Ardanza recuerda aún la oposición que mostró el Gobierno central de Felipe González ante esta reunión. Según declara, Laxalt no tuvo problemas de pronunciarse en aquel momento y dijo que «lo que diga el Gobierno español y la embajada española nos trae sin cuidado, quiero que mi presidente nacional vasco y que el presidente de EEUU se conozcan, se saluden y se vean». En cualquier caso, la organización reiteró en todo momento el éxito de la visita del lehendakari, «que gozó de mejor tratamiento que muchos jefes de Estado».
Sea como fuere, el encuentro salió adelante y la reunión del único lehendakari que ha conocido la Casa Blanca quedó inmortalizada en fotos, como la que publicó en su día este periódico en portada. Ardanza entregó una makila elaborada por Iñaki Alberdi, de la empresa makilas Alberdi de Irun, a Reagan, que tuvo que ser enviada al edificio presidencial 24 horas antes de la visita para se minuciosamente inspeccionada. El mandatario norteamericano, por su parte, le correspondió con unos gemelos en los que aparecía el escudo de su país. Y todo ello arropados por su gran amigo Laxalt.
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