La ambición de Mikel Oyarzabal

Viene de jugar en el verano de hace dos años el Europeo Sub21 que ganó con Zubeldia y Merino, y de rozar y superar los 4.000 minutos por temporada en los últimos años, pero a pesar de todo sigue queriendo ganar el siguiente partido como si fuera el primero. Es lógico preguntarse si tantos partidos, si tanto esfuerzo físico, no le terminarán pasando factura porque después del Europeo jugará los Juegos Olímpicos y ahí también tendrá su peso en el grupo.

Oyarzabal no será el más rápido, ni el más técnico, ni el más habilidoso; sí es el más inteligente, el que mejor entiende el juego y lo que requiere cada partido. Y muchas virtudes más. Es un futbolista afilado, vertical y con gol. Lo que le diferencia es su mentalidad. Es un fuera de serie. Es un competidor nato. Siempre quiere más. Es lo que acompaña a las figuras como él.

Mañana jugará una semifinal de la Eurocopa ante el mejor rival posible liderado por otro dorsal 10 al que conocemos bien por estos lares. El duelo Insigne-Oyarzabal lo vivimos en pequeña dosis en Anoeta esta temporada porque el italiano se lesionó y no pudo acabar el partido, pero luego en Nápoles fue otra cosa.

Son dos jugadores de los que siempre esperas algo cuando el balón pasa por sus botas. Uno es el alma del Nápoles, al que descartaban por su escasa estatura hasta que llegó el Nápoles; el otro, el alma de la Real Sociedad, la viva imagen de un club ambicioso que aspira a seguir dando pasos.