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I. I.
SAN SEBASTIÁN.
Jueves, 24 de mayo 2018
La mejoría de la Real Sociedad debe llegar por el camino del juego, más que por el de los nombres. El final de temporada ha venido a demostrar que la distancia entre el máximo nivel que se puede exigir a este grupo y el que ha ofrecido es grande, así que en ese aspecto hay un amplio campo de trabajo para el nuevo entrenador. Ese ha sido el diagnóstico del club, de Roberto Olabe, y la elección de Asier Garitano para la Real Sociedad es coherente.
Asier Garitano siempre ha construido sus equipos en torno al fútbol. Es lo que necesita la Real Sociedad, después de una temporada de desgobierno y alejamiento de los hechos en favor de la ideología, con el resultado conocido. La irrupción de Imanol con su idea sencilla y clara demostró que es el juego lo que la Real necesita recuperar a toda costa. Hay que empezar por el principio.
Lo más importante para cualquier entrenador es proporcionar a los jugadores herramientas para que desarrollen su talento. «No vale decirles que hay que luchar, hay que decirles cómo», resumió con su estilo directo habitual Svetislav Pesic, entrenador del Barcelona de baloncesto. Es ahí donde los técnicos se juegan su autoridad, y lo hacen desde el primer día. Los futbolistas profesionales tienen ojo clínico para establecer el valor exacto de su entrenador. Y actúan en consecuencia.
Asier Garitano es un realista de cuna: «Siempre he sido de la Real Sociedad. El jugador del pueblo, Gaztelu, estaba en la Real y eso nos marcaba. Recuerdo el año que se perdió la Liga en Sevilla y los dos títulos posteriores. Venía con mi padre en coche a ver los partidos de Atocha. Pasábamos por la mañana por el hotel Monte Igueldo, en el que se concentraba la Real, a buscar las entradas y después íbamos al fútbol», relató en una entrevista en este periódico.
Ahora, en la Real Sociedad Asier Garitano asume el mayor reto de su carrera, construida en el fútbol modesto desde que empezó de ayudante de Bordalás en el Alicante en 2004. Por eso no se da aires cuando le preguntan por su estilo: «Depende de qué jugadores tenga».
Aunque la labor central de Asier Garitano en la Real Sociedad será resucitar el juego, bajo mínimos, deberá asumir la importancia de su cargo y ser exigente con la composición de la plantilla. Como buen conocedor del club, a Asier Garitano no se le escapa que la Real Sociedad ha perdido este año a tres de sus cinco mejores futbolistas, lo que tiene un efecto brutal sobre el nivel de la plantilla. No contará con Carlos Vela, Iñigo Martínez ni Xabi Prieto. A día de hoy conserva a Illarramendi y a Willian José. Probablemente aún no sabe si contará con Gero Rulli, o si la ligereza con la que se le ha hecho pasar por un cualquiera llevará al argentino fuera del club.
No son huecos sin importancia los que hay que cubrir y la buena voluntad y el optimismo no bastarán, así que Asier Garitano hará bien el mantener la tensión en ese capítulo. No en vano, se le está encargando que lidere un equipo que quiere competir entre los siete primeros de la segunda mejor liga del mundo, la tercera mayor competición futbolística internacional tras la Champions y la Premier. Es una exigencia brutal. Necesitará unos medios acordes a los objetivos, lo que obviamente resultará caro.
Su realismo declarado puede ser una dificultad si eso le conduce a relativizar su exigencia hacia la institución. Entra en una nueva dimensión de club y necesitará imponerse. Su amor por el escudo y su cercanía no deben confundirse con un perfil bajo o influenciable. No es menos que Montanier, Moyes o Eusebio. Es lo mismo: el entrenador de la Real. Casi nada.
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