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Lucia del Litto, con Martina y Luka, con las camisetas del Nápoles, se retan a los realistas David Martín y Martxel. F. DE LA HERA
«Nos espera un partido de órdago»

«Nos espera un partido de órdago»

Cita inédita. Pulsamos el sentir de napolitanos en Gipuzkoa. Un pizzero que no vio jugar a Maradona, un matrimonio con dos hijos del Nápoles y uno de la Real...

Álvaro Vicente

Jueves, 29 de octubre 2020, 07:05

«Para una vez que la Real se enfrenta al Nápoles en Anoeta y no podemos ver el partido en la grada». Vincenzo Angellotti pone voz al sentimiento de los napolitanos que residen en nuestro territorio. No son una colonia, no son muchos, pero haberlos haylos agrupados algunos en la asociación cultural Italia txiki. Él regenta una pizzería en San Sebastián cuyo nombre 'Neapolitan Authentic Pizza' no engaña a nadie y, como tantos aficionados de la Real, también lamenta que el coronavirus impida presenciar en directo uno de los partidos más atractivos de los últimos años en Anoeta entre el líder de LaLiga y el segundo de la Serie A. «No puede ser, no puede ser...», insiste. A su compañera Alessia Tassan, la ciudad de Nápoles le queda lejos porque ella es de Pordenone, al norte del país, así que no duda en tomar la bufanda de la Real para «agradecer la cariñosa acogida» que han tenido en año y medio en Gipuzkoa. «Estábamos al frente de otra pizzería de la misma casa en Barcelona y cuando surgió la posibilidad de venirnos para aquí, no dudamos», relata ella mientras Angellotti amasa lo que va a ser una «auténtica pizza napolitana como ninguna en Donosti».

«Desde el cambio de esquema al 4-2-3-1, el Nápoles juega bastante ofensivo y nos estamos divirtiendo mucho»

Vincenzo Angellotti, Un pizzero napolitano en Donosti

Pero estamos para poner algo de picante al partido porque el peligro que tiene un reportaje como este con napolitanos es que todo huele a Maradona, a las calles de Nápoles, a lo bien que lo están haciendo Gattuso y sus jugadores en el Calcio, y nos olvidemos de nuestra Real. Estas líneas son solo la excusa para hacerle un guiño a los aficionados italianos que hoy van a saber cómo se las gasta la Real.

Este pizzero se confiesa «escaramántico», que según dice significa en Italia «no opinar antes de un partido». Entre plato y plato algo se le escapa porque le pueden los colores de su equipo. «Desde el cambio de esquema al 4-2-3-1, el Nápoles juega bastante ofensivo y nos estamos divirtiendo como hace mucho tiempo. La ciudad está volcada con el equipo como hace mucho. Nápoles vive por y para el fútbol. Es religión. La pena que tengo es no ver en su día a Maradona, pero he escuchado tanto de él que es como si lo viera hoy con el diez a la espalda. ¿La Real? Es un gran equipo, le respetamos».

Vincenzo Angellotti, con la bufanda del Nápoles, y Alessia Tassan, de la Real, hincan el diente a una pizza. USOZ

«Mis hijos se saben las canciones de Maradona. Dos son del Nápoles y otro de la Real así que esta noche tendremos jaleo»

Lucía del Titto, Napolitana con un hijo de la Real

Lucía del Litto, otra napolitana, todavía recuerda aquellos días de locura cuando el Nápoles conquistó las ligas. «En un Cinquecento nos metimos siete, ocho, o nueve personas, toda la familia, porque en Italia entra más gente que aquí en el mismo coche», rememora entre risas. «Llevábamos 'la bandera de Maradona', bocinas... Apoteósico».

Ella conoció en Salamanca «al vasco» con el que convive cuando él, David Martín, cursaba un doctorado y ella «exprimía» su Erasmus en Humanidades. «Después de dos años de idas y venidas, nos vinimos primero a Errenteria y luego nos asentamos en Hendaia en una apuesta por la educación de nuestros hijos». Esa apuesta se traduce hoy en Martina, de ocho años, y los mellizos Luka y Martxel, de seis años. Si a la hora de elegir los nombres de los hijos gana Italia, esta superioridad también se traduce al decantarse por el Nápoles o la Real. Casualidad o no, Lucía, Martina y Luka tiran para el Nápoles, mientras que David ha logrado que Martxel sea fiel a la Real. «Pero todos, eso sí, se saben las canciones de Maradona que yo cantaba de niña».

Hoy, a la hora del partido, ni qué decir, también estarán divididos, todos con su camiseta, aunque la hinchada, allá en Nápoles, volverá a dejar en inferioridad a los realistas porque el partido lo vivirán todos juntos por videoconferencia. Las televisiones estarán puestas en Hendaia -donde residen, si bien trabajan a este lado de la muga-, y en Nápoles. A su vera el ordenador portátil para verse unos y otros. «Ellos, mi familia napolitana, estarían aquí, en Anoeta, si no fuera por el coronavirus así que lo compensaremos por Skype», justifica. «Me pondré mi camiseta con la publicidad de Peroni de finales de los noventa y exprimiremos la experiencia porque sí o sí va a ganar el Nápoles. Tendremos jaleo en casa, nos espera una noche de órdago».

Lucía habla de la mística que rodea al Nápoles, ligado para siempre a Maradona desde que logró con él los dos títulos de Liga que luce en sus vitrinas. «Maradona es Dios todavía hoy. Eso no se pone en duda. Se le tiene como un fenómeno paranormal, difícil de explicar. Si hasta hay un altar con un rizo de su pelo en el centro histórico que es de los sitios más visitados».

Alguien tendrá que poner el contrapunto a tanto elogio al Nápoles. Se lo dejamos a David y a su hijo Martxel, «realistas hasta la médula y felices con el momento del equipo», con Oyarzabal, Merino, Portu, Silva... Ellos son la Real. Y el partido se juega en Anoeta.

«Los títulos con Maradona fueron una redención social para Nápoles»

Niko confiesa que rezó lo suyo para que su Nápoles quedara emparejado con la Real en la fase de grupos. Este napolitano «medio vasco», afincado en San Sebastián desde 1999 se presenta como el «socio del Nápoles que tiene una camiseta firmada por Maradona». Debe ser como tocar el cielo. «Lástima que la tengo en el trastero, entre mil trastos, y no la puedo mostrar», se justifica. Podría no ser una más de las leyendas que rodean a Maradona, que precisamente cumple 60 años este viernes.

Niko fue futbolista, llegó a ser el máximo goleador del Europeo de selecciones militares, pero dos lesiones, una en cada rodilla en apenas seis meses, le obligaron a colgar las botas. «No corría nada pero no fallaba un pase», recuerda orgulloso. «El fútbol ha cambiado una barbaridad, se juega a toda velocidad y hoy seguro que ni jugaría».

Por aquella época, el Nápoles dejó de ser «el eterno segundón», con la llegada de Maradona. Hizo algo que jamás hubiera sido posible con él. De las 112 ligas disputadas en la historia del fútbol italiano, solo seis las han ganado equipos de Roma o del sur del país. «El primer año con él fue un desastre», dice quien recuerda cada uno de los detalles de aquellos años. El Nápoles acabó octavo. En la segunda, tercero con Maradona de pichichi. Pero en la tercera, el 10 de mayo de 1987, en su tercera temporada, el argentino hizo campeón al Nápoles, solo once meses después de ganar con Argentina el Mundial de 1986. «Este título es más importante que la Copa del Mundo», confesó Maradona en mitad de la celebración. En la entrada al cementerio de la ciudad, se colocó una pancarta que decía «no sabéis lo que os habéis perdido». Ese Scudetto fue «una redención social para la ciudad que continuó durante varios años». A parte de aquel Scudetto de 1987, ganó una UEFA (1989), una Copa de Italia (1987), una Supercopa italiana (1990) y otro Scudetto (1990).

Niko, que estuvo en la grada en la final de la UEFA que el Nápoles jugó en Stuttgart, subraya que aquel equipo no solo era Maradona. También el brasileño Antonio Careca y el italiano Bruno Giordano, el tridente apodado como 'La MaGiCa'. «Aquello fue insuperable», subraya.

Este napolitano residente en El Antiguo tiene claro por dónde va a ir el partido de esta noche porque su equipo solo sabe jugar de una forma. «El Nápoles va a hacer su partido, va a tratar de imponer su juego. Es su mentalidad ahora. El catenaccio está enterrado en Italia. El domingo pasado, en la última jornada, se marcaron 50 goles cuando hace diez años se marcaban siete. La Serie A no está todavía a la altura de LaLiga y la Premier, tampoco de la Bundesliga, pero en ese camino. No hay más que ver que Italia no gana un título europeo desde que Mourinho lo hizo con el Inter en 2010».

Intuye qué jugadores pueden ser importantes y dónde se puede romper el duelo. «Se va a desequilibrar en el centro del campo. En la Real, Oyarzabal puede ser el que rompa líneas. En el Nápoles Insigne por supuesto pero sin descuidar a Demme y Osimhen, un chaval con un futuro descomunal. Cuidado con ellos tres.

Niko confía en que el Nápoles llegue lejos en esta competición aunque intuye que el presidente quiere ganar el Scudetto antes que la UEFA. «Al presidente le puede el dinero. Es el problema que tenemos. Compra por poco y vende por mucho. Eso es positivo, pero así es difícil darle continuidad al bloque.

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