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Cuánto cambian las cosas con la electricidad. Que al pulsar un interruptor se encienda la luz o no depara escenarios completamente diferentes. En la vida ... y en el fútbol. También en la Real. Trató Imanol de encender a Oyarzabal contra el Girona y la banda izquierda no terminó de iluminarse. Cambió ayer y tocó la tecla de Barrenetxea. Casi le da un calambre. Había corriente en ese futbolista. Energía. Y bien que lo aprovechó un equipo que, de repente, empezó a ver las cosas claras en la zona donde antes había penumbras.
Los txuri-urdin empezaron a comprobar que llegaba corriente de la buena por parte del donostiarra desde el segundo minuto. Se ofreció a Brais en un córner, recibió en corto y, mediante un cambio de ritmo corto y fulgurante, se deshizo de su par para centrar un balón rematado en área por Carlos Fernández. El enchufe estaba encendido.
En el minuto 5 intentó por primera vez un uno contra uno en su banda natural, la izquierda, y se topó con la exigencia de Primera división. Se la robaron. Por eso tuvo más mérito lo que llegó dos minutos después. Intentó algo aún más difícil. Y esta vez le salió. Si es que cuando llega la electricidad... Convirtió un balón largo en un control orientado de primeras, con caño incluido a Mingueza, corrió con el cuero cosido al pie varios metros y puso un buen centro al área.
La ovación del público terminó por conectar el cable azul de la autoestima con el rojo de la inspiración. Y así llegó el gol en el 21. Siguió con fe una jugada que se cocía en la banda contraria, fue centrando su posición hasta entrar en área y atacó finalmente el balón centrado por Kubo con la convicción de que el choque entre su cabeza y el balón desprendería chispas triunfales. Es lo que ocurre cuando alguien está enchufado. Que remata incluso con la postura menos habitual para él pero el resultado es el de un especialista. El cabezazo fue certero y contundente, al palo corto y a media altura, tocando el poste. Imparable. A partir de ahí, el joven pero ya veterano canterano entendió también el tipo de energía que necesitaba el partido. No solo destellos mágicos en ataque.
Se antojaba imprescindible el trabajo más aeróbico para tapara agujeros en defensa. Así, fue generoso al perseguir las subidas de Mingueza por su flanco, y también al centrar su posición para atajar contraataques. De hecho, fue él, el extremo izquierdo, quien se plantó delante de Hugo Sotelo en la frontal del área, cuando el jugador del Celta disparó al poste en la primera parte. Llegó desde muy lejos para ayudar en labores defensivas. Buenas pilas.
Se fue apagando 'Barrene' a base de desgastar el talento a base de trabajo e interpretó Imanol que lo mejor sería apagar el interruptor en el 62. Hubo una hora de electricidad en el Reale Arena.
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