Cinco años de apuesta por un futbolista extraordinario

La historia de Adnan Januzaj en la Real Sociedad ha sido la del empeño de un club por encauzar hacia la vereda de la ordinaria disciplina las extraordinarias aptitudes de un futbolista singular. Su talento excepcional, su exquisitez técnica, su asombroso don futbolístico y su mágica inspiración han pesado mucho en un lado de la balanza. Tanto como para mantener ocupada una ficha del primer equipo durante cinco temporadas. Pero el otro lado, el de la cruda y dura realidad de la exigencia diaria, el del sacrificio ininterrumpido y la regularidad en la entrega, pesa cada día más en un equipo cuyo líder, Imanol, hace bandera de ese intangible llamado «terminar cada entrenamiento reventado».

Januzaj llegó con 22 años a Donostia tras acreditar su clase desequilibrante en el Manchester United, Borussia Dortmund y Sunderland, aún a tiempo para moldear su centelleante fútbol al rigor y el método de Zubieta. En su primera campaña (2017/18), con la Real en Europa, fue titular en 22 partidos, algo menos de la mitad de los 48 que jugó su equipo. Marcó cuatro goles. Un dato significativo: completó solo cinco encuentros enteros.

Quedaba por ver en qué grado convencía el belga para el siguiente curso. Por cierto, Imanol se había hecho cargo del equipo en las últimas ocho jornadas de ese primer curso de 'Janu' en la Real sustituyendo a Eusebio y le había colocado en el once inicial en siete de sus ocho partidos como inquilino del banquillo txuri-urdin. Llegó la nueva temporada con Asier Garitano hasta Navidad y el regreso de Imanol. Los números del de Molenbeek retrocedieron: 16 titularidades y dos goles.

Cabía la esperanza en los despachos de Anoeta de que a la tercera fuera a la vencida y que la ración capricho de Januzaj que deleitaba a la grada se convirtiera en el pan de cada día. No fue así. En la campaña 2019/20 volvió a partir en el once en menos de la mitad de las ocasiones (17 de 45) y de sus ocho goles, cuatro los consiguió contra el Becerril y el Ceuta en Copa.

Su nombre empezó a salir en todos los balances deportivos y, sobre todo, en épocas de mercado. Entre pico y pico de irrupción sobresaliente llegaban llanuras de rendimiento mejorable. Emergió el debate. ¿Es un lujo derrochar semejante calidad empleándola en menos del 50% de los minutos?

Los signos de interrogación no se han despejado en las dos últimas temporadas. 17 titularidades en 49 partidos durante la 2020/21 y 27 en los 51 del curso que acaba de terminar. Ha sido la única temporada en la que ha superado el 50% de los choques iniciados en el once, lo que le ha dado para marcar cinco goles, dos de penalti.

En total, se marcha después de participar en 168 partidos, en los que ha marcado 23 goles, tras ser titular en 99 de ellos. Pero más allá de sus números absolutos, es la relación entre su rendimiento diario y sus aportaciones estelares la que ha marcado el devenir del debate instalado en torno a su figura. El belga ha sido el zurdo de oro que ha descorchado jugadas con final feliz, ha desatascado momentos de colapso y ha divertido por momentos al aficionado con filigranas tan vistosas como improductivas. La expectación crecía cuando el balón llegaba a sus botas y algunas de sus acciones justificaban el abono de una entrada.

Pero la historia ha durado cinco años. La autenticidad del jugador no ha cabido, por mucho que lo haya intentado, por la senda de la excelencia cotidiana requerida por la Real. La decisión del club no ha sido fácil con una grada que ha terminado el campeonato gritando «¡Janu quédate!». El divorcio ha sido doloroso. ¿Quién la va a poner en el último minuto de ese partido trascendental como las puso él en el Wanda o en El Sadar?, habrá rondado por las mentes de los gestores deportivos de la entidad txuri-urdin. Las redes sociales realistas difundieron ayer un vídeo con algunos de sus mejores momentos y el mensaje clave: «Eskerrik asko!».

El jugador también echará de menos un vestuario donde estaba perfectamente integrado y una afición que le aclamaba pese a su irregularidad. De hecho, derramó unas lágrimas en su despedida del Reale Arena el domingo. No le faltarán pretendientes: Sevilla, Nápoles, Valencia, Betis, Lazio, Milán, Roma y... el Barcelona en las últimas horas.

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