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La puerta 8 de la T4 de Barajas, la única abierta las 24 horas, se parecía anoche más a la alfombra roja de un ... photocall que a una vía de al aeropuerto. Más de una veintena de periodistas con sus cámaras de televisión y sus micros recogían las impresiones de los primeros viajeros en atravesar ese umbral custodiado por dos vigilantes de seguridad que llevaban desde las nueve de la noche pidiendo la documentación para poder entrar en la T4.
Desde este miércoles en la franja horaria que va desde esa hora y hasta las 5 de la madrugada sólo podrán acceder a todas las terminales de Barajas aquellos pasajeros que porten el documento de transporte –billete o tarjeta de embarque–, sus acompañantes tanto de salida como de llegada y los trabajadores del aeródromo. Es la última medida de AENA para tratar de evitar las pernoctaciones de las personas sin hogar en Barajas, entre 300 y 500, según las cifras que manejan los sindicatos de los trabajadores del aeropuerto. El gestor aeroportuario informaba de esta medida en carteles pegados en todas las puertas de .
Estos controles no suponen el cierre de las terminales, sino que las entradas y las salidas al interior de los edificios estarán limitadas a unas puertas concretas. En el caso de la T4 se trata de la puerta 8. Y Roberto, un turista argentino que regresaba a Buenos Aires tras 20 días viajando por Europa, los últimos tres en Madrid, fue el primero de los pasajeros en toparse con el despliegue mediático y de seguridad.
«Conozco el problema porque lo he visto estos días en televisión. Me parecen bien estos controles porque el suelo de un aeropuerto no es un lugar para dormir, pero antes de echarlos a la calle, esta gente tiene que tener una alternativa en un albergue, un hostal o donde sea, pero son personas humanas y merecen un trato digno», dice Roberto, mientras su hija María, con la que viaja, atiende a otros medios de conunicación.
A las 21.30 de la noche, media hora después de la entrada en vigor de la medida, los pasajeros con documentación entraban sin ningún problema por la puerta 8 y los dos vigilantes de seguridad (de la unidad de intervención, que son los que actúan cuando hay problemas) que custodiaban la puerta y solicitaban las tarjetas de embarque no habían tenido que atender ningún incidente.
Ningún sintecho pudo entrar por ese . Y en teoría por ninguna otra puerta, pues el resto permanecían cerradas desde las 21 horas, así como los s del metro, fuertemente custodiados por agentes de seguridad privada. «Todo está siendo muy tranquilo, pero aún nos quedan horas hasta las cinco».
Mientras tanto, en la planta 1 de la T4, una especie de entreplanta mucho menos visible que la planta 2 donde están los mostradores de facturación, una treintena de sintecho dormitaban, charlaban o miraban el móvil completamente ajenos a lo que estaba sucediendo unos metros más arriba. Habían entrado mucho antes, claro. «Hay cuatro mil formas de entrar en el aeropuerto», afirma Ibrahim (nombre ficticio), un sirio que duerme en el aeropuerto, habla un español perfecto y tiene una ayuda del Gobierno de 500 euros.
«Si no quieres complicarte la vida con esos controles basta con llegar antes de las 9 de la noche», dice este hombre que vive cinco días a la semana en el aeropuerto y los otros dos en un hostal del municipio de Barajas. «No me llega para más y es cuando aprovecho para ducharme y descansar en una cama con sábanas limpias».
A unos metros de Ibrahim y tumbador sobre una esterilla Abdul, un marroquí que lleva un mes varado en Barajas desde que perdió su empleo de vigilante de obra, asegura que él no piensa moverse del aeropuerto y que si las autoridades le ponen un control a partir de las 21 horas, él se vendrá antes. «Estoy buscando trabajo y en cuanto lo encuentre me voy de aquí, pero mientras tanto prefiero el aeropuerto a la calle o a un albergue porque en los albergues hay muchos problemas», indica.
Paul, un rumano de 67 años, es uno de los sintecho que sí se ha topado con la prohibición expresa de entrar a partir de las nueve de la noche. Ha salido sobre las 20.30 horas para fumarse un cigarrillo, pero al intentar acceder más tarde no ha podido. Una de las vigilantes que conocía su idioma, le ha indicado que no podía hacer nada por él, a pesar de que le pedía encarecidamente acceder al interior donde había dejado sus pertenencias en la planta 1 porque temía perderlas. Pero los vigilantes fueron taxativos: sin tarjeta de embarque no se puede entrar.
A medida que avanzaba la noche seguían entrando pasajeros, como Laura, que se disponía a coger un vuelo a Reikiavik para pasar unos días de vacaciones en Islandia «y tratar de ver alguna aurora boreal». «Conozco la situación de estas personas porque llevan semanas saliendo en la prensa. Está claro que el aeropuerto no puede funcionar como un albergue, pero ¿cómo convences a 400 personas que se vayan a vivir a la calle? O les buscas un techo y les ayudas, o a esto le veo difícil solución».
En esa misma línea se pronuncia Roberto, un madrileño que venía a recoger a la T4 a su mujer que llegaba de Lisboa, «perfectamente» informado del problema de los sintecho en Barajas y al que le parece «adecuado» el control del nocturno, pero es muy crítico con «el espectáculo» que están dando las distintas istraciones culpándose unas a las otras del «drama humanitario» de Barajas.
«Hay que exigir que cada istración asuma sus responsabilidades y resuelvan el problema porque es competencia de todas. Que los políticos dejen de salir en la televisión para decir sus mierdas y que lo solucionen ya porque esto es una crisis humanitaria y a las personas sin hogar hay que buscarles un techo y una atención social».
Y así entre declaraciones y un ambiente tranquilo, se fue desarrollando la primera noche con los nuevos controles horarios. A las diez y media ya apenas quedaban periodistas, las últimas cámaras de televisión se apagaban y los reporteros se despedían de sus directos «sin incidencias».
Este jueves será otro día y posiblemente con novedades después de que el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, confirmara que a las 18.30 se va a reunir con el presidente de AENA, Maurici Lucena, después de que éste último le hiciera una petición formal por carta. Veremos si después de todos los reproches escuchados en los últimos días, el Ayuntamiento de Madrid y AENA son capaces de acercar posturas. es «como intentar prohibir la pobreza.»
Anoche en una entrevista en RNE, la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, se mostró muy crítica con el control de s de AENA por «inhumano»: «Es intentar prohibir la pobreza». Díaz ha considerado que «todas las istraciones públicas -central, autonómica y local- tendrían que estar sentadas inmediatamente para arreglar este problema y garantizar que esos seres humanos hoy pueden vivir con dignidad.»
Ángel García Marcos, secretario sectorial de seguridad y servicos de UGT de Madrid, ha valorado esta primera noche de refuerzo de las medidas de seguridad y ha destacado que el trabajo de sus compañeros se ha desarrollado con normalidad. «Los filtros se han desarrollado sin incidencias. Los vigilantes de seguridad somos profesionales y hemos hecho lo que teníamos que hacer». García ha pedido a los políticos «que se pongan de acuerdo y dejen de pasarse la pelota» y ha recordado que en las últimas semanas sus compañeros del aeropuerto han decomisado «cuchillos y machetes» entre los sintecho del aeropuerto.
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