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Era el tío de confianza, el abuelo de los «besos y los abrazos». Pero detrás de esa figura afable se escondía un auténtico depredador. Un ... hombre de 69 años de Baiona está siendo juzgado esta semana en Pau por violaciones y agresiones sexuales a ocho menores. Entre las víctimas figuran tres de sus nietos y un sobrino.
Los hechos, presuntamente cometidos durante dos décadas, salieron a la luz como tantos otros: con un testimonio que rompió un silencio de décadas. En marzo de 2021, un hombre de 31 años entró en la comisaría de Mont-de-Marsan y confesó lo que llevaba cargando desde los 13: «Me violó durante años en excursiones de pesca». Aquella declaración abrió la caja de los horrores. Siete víctimas más –niños de entre 7 y 16 años– se sumaron a la denuncia, según informa el diario Sud Ouest.
Según la investigación, el hombre inspiraba la suficiente confianza como para que familiares y amigos le dejasen a cargo de algún menor. Aprovechaba su cercanía familiar y su papel de «abuelo cariñoso» para, cuando lograba quedarse a solas con el menor, abusar de él en distintos lugares, como sus sucesivos domicilios en Baiona y Ainhoa, en una caseta de jardín, durante excursiones, o en un camping de Las Landas, donde el acusado trabajó como vigilante nocturno.
Las víctimas, que tenían entre 7 y 16 años en el momento de los hechos, relataron agresiones que incluían tocamientos, masturbaciones y penetraciones. «Era la barra libre del abuso», relató una víctima. Los niños callaron por vergüenza o porque él les decía: «Es normal, lo hago con tus primos».
Entre 1994 y 1995, el acusado atendió a jóvenes jugadores de rugby en la Asociación Deportiva de Bayona (ASB) y entre 1988 y 1993, a niños de 11 a 15 años en campamentos scouts. En ambos casos, la investigación no reveló ninguna agresión. El hombre explicó a la policía que no cometió abusos en esas etapas por «falta de oportunidad».
Durante meses negó todo. Hasta que en abril de 2023, frente al juez, reconoció los hechos: «Jugábamos y se me fue de las manos». itió haber abusado de uno de sus nietos «entre 10 y 20 veces». Justificó su «deriva» alegando impotencia tras un infarto en 2001, pero los informes médicos y los testimonios de las víctimas lo desmienten.
El hombre, que no tenía antecedentes penales previos, durante el juicio ha mostrado su arrepentimiento por las agresiones sexuales: «Espero que todos estos niños se recuperen del daño que les hice. Lo lamento profundamente, no entiendo mi deriva». El juicio, que se celebra en la Corte Criminal de Pirineos Atlánticos, en Pau, continuará hasta el jueves, cuando se espera el veredicto.
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