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Un vecino señala la altura hasta la que llegó ayer el agua, prácticamente hasta el techo J. Zabala

«Hemos vivido temporales peores, pero nunca había pasado algo así. En minutos, el agua estaba en el portal»

Los vecinos del barrio rural de Alegi, en Gabiria, continúan con las tareas de limpieza después de que el desbordamiento del río Santa Lucía por las fuertes lluvias de ayer dañara viviendas, caseríos y garajes

Martes, 20 de mayo 2025, 14:51

Hoy por la mañana, en el barrio rural de Alegi (Gabiria), el paisaje parecía otro. Donde ayer corría un río desbocado, hoy sólo queda el ... eco del agua, el olor a barro húmedo y la imagen de puertas abiertas, palas en mano, garajes anegados y cubos llenos de recuerdos estropeados. Es el día después de una inundación que cogió a todos por sorpresa y que, en apenas unos minutos, barrió bajos, garajes y ánimos en este tranquilo rincón entre Gabiria, Ezkio-Itsaso y Ormaiztegi.

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A las 10 de la mañana, los primeros rayos de sol iluminaban las fachadas embarradas del barrio. En el caserío Armaindegi, uno de los más afectados, sus inquilinos trataban de sacar los últimos muebles de la planta baja, ahora inservibles. «El barro lo ha cubierto todo, ha sido un desastre», contaba Iñigo, vecino del caserío, con resignación. El agua alcanzó más de medio metro, arrastró una de las puertas del caserío y entró con fuerza, destrozando herramientas, electrodomésticos y hasta antiguas kutxas de madera. «Es muy duro ver todo así. Tantos años de trabajo, de recuerdos...», explicaba.

En frente, en el edificio Zubimusu, donde viven nueve familias, los garajes continúan anegados. Aunque los bomberos estuvieron bombeando agua durante la tarde del lunes, las labores de limpieza siguen. Varios vecinos, katiuskas hasta las rodillas, achican barro con cubos y escobas. «El agua llegó hasta el techo del garaje. Hay tres coches y dos motos perdidos, completamente sumergidos», contaban mientras arrastraban varios objetos llenos de barro hacia un contenedor colocado en la calle.

La reacción vecinal ha sido ejemplar. Desde primera hora de la mañana, un ir y venir de tractores, camiones y palas ha ocupado las calles del barrio. «Un vecino ha traído el camión para cargar todo lo que está inservible, y otros han venido con tractores para mover barro», decía una vecina.

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En el caserío Etxetxo, el agua también entró sin freno. «No nos dio tiempo ni a pensar. En minutos, el agua estaba en el portal. Perdimos herramienta, madera, ... Fue imposible reaccionar, mientras colocaba mantas en la puerta del garaje, noté que estaba entrando agua, y para cuando me giré, el agua se estaba colando por el otro lado, donde está situada la entrada al caserío. Lo único que pudimos hacer, fue abrir las puertas de ambos lados, y dejar que el agua corriera», explicaba Maite López, mientras atendía a llamadas de sus conocidos, donde les explicaba lo vivido. Delante, tres chalets bifamiliares han sufrido lo mismo: garajes totalmente llenos de lodo y pertenencias dañadas.

Un desastre sin precedentes recientes

Muchos vecinos siguen sin comprender qué ha pasado. Las lluvias fueron intensas, sí, pero «hemos vivido temporales peores y nunca ha pasado algo así», repetían varios vecinos del barrio. Otro vecino, afirmaba con contundencia: «Ni con quince días lloviendo vimos algo parecido. Ayer fueron unos minutos... pero fue tremendo. No nos explicamos cómo pudo llegar tanta agua en un espacio de tiempo tan corto, nos dejó sin capacidad de reacción».

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El desbordamiento del arroyo Santa Lucía pilló a todos desprevenidos. En Armaindegi, si la lluvia hubiera dado quince minutos más de margen, podrían haber salvado maquinaria, animales y muebles. Pero no fue así. El agua llegó en tromba a las 15:00 y, para las 15:10, ya era imposible abrir algunas puertas por la presión del agua. Quien pudo, sacó vehículos a tiempo. Quien no, los perdió bajo el lodo.

Hoy, tocaba hacer balance de daños, mientras los vecinos trabajaban a destajo para sacar muebles, madera, comida congelada, y hasta vehículos, como quads o un coche híbrido, que era la preocupación de los bomberos durante la mañana «Nos han comentado que mientras el vehículo (híbrido) este con agua, no es potencialmente peligroso, pero nos han señalado que conviene sacarlo del garaje con la mayor brevedad posible, ya que una vez las baterías se sequen, podrían dar problemas» explica una vecina. Otros vecinos, retiran resignados su quad. «No arranca, esto está perdido. Ahora nos tocará lidiar con los seguros, pero ya sabemos como funciona esto. Nos han dicho que ellos no se hacen cargo, que tenemos que hablar con el consorcio, es de no creer» relatan.

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Vladimir León, otro vecino de las casas unifamiliares que sufrieron la riada principalmente en sus garajes, retiraba comida de su nevera, frustrado y sin saber muy bien qué hacer «Es indescriptible. Fue cosa de minutos, se ve la marca del agua en el techo. Se ha llevado todo lo que teníamos, y lo que ha quedado, está inutilizable. La comida de mi despensa, se va a echar a perder, y todo lo que tenía aquí guardado, está para tirar».

Aunque se trata de una zona 'relativamente inundable', los allí presentes no recordaban nada así «Esto ha sido nuevo para nosotros. Será casualidad, pero hace justo 35 años, el 19 de mayo de 1990, también vivimos la 'pedrada', en la que el granizo causó estragos en toda la comarca (la localidad más afectada fue Ordizia)» comentaban. Hace también un año, el 19 de mayo de 2024, sucedió una riada muy parecida en Lazkao, en la que una tromba de agua de dimensiones nunca antes vistas, anegó varios garajes y bajos de la localidad, dejando sin electricidad a varios vecinos y negocios, y arrasando con varios vehículos y garajes

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Empresas dañadas y carreteras cortadas

Fuera del núcleo de viviendas, el agua bajó con fuerza por la calle Zumarralde, en dirección a Ormaiztegi, anegando varias empresas. Talleres y naves de firmas como Lazti, Elarga o Seirak vieron sus bajos invadidos por el agua.

Más allá, en Ezkio, la rotonda principal aparecía este martes limpia pero con señales claras de lo ocurrido. La brigada de mantenimiento de la UTE Urola Debaldea trabajó ayer contrarreloj para despejar la vía, mientras los técnicos del Ayuntamiento evaluaban los daños sufridos en garajes, talleres y caminos vecinales. Mientras tanto, los trabajadores del Ayuntamiento de Ormaiztegi trabajan también a destajo para tratar de ayudar en las tareas de limpieza y recuperación en la zona, aunque con mucho trabajo por delante.

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El balance aún es provisional. Lo que está claro es que la ayuda será imprescindible para que muchas familias puedan recuperarse. El desbordamiento ha dejado un barrio afectado física y emocionalmente. Pero también ha mostrado la mejor cara de Alegia: la capacidad de sus vecinos para unirse cuando más hace falta.

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