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Hubo que cubrir con toldos hasta su reparación todos los tejados. MARIN
Hoy se cumplen 30 años de la 'pedrada' de Ordizia

Hoy se cumplen 30 años de la 'pedrada' de Ordizia

Se estimaron unas pérdidas por familia de entre 600.000 y 700.000 pesetas

El Diario Vasco

ordizia.

Martes, 19 de mayo 2020, 00:12

Han pasado 30 años y quienes vivieron la furia desatada por aquella tormenta que causó muchísimos daños materiales en Ordizia, no sólo no han olvidado aquel episodio sino que recuerdan perfectamente dónde estaban, cómo vivieron aquellos angustiosos minutos y el desastre que conllevaron. Un episodio que reviven cada vez que el cielo se oscurece de repente y retumba la carga eléctrica, suceso que en Ordizia quedó acuñado para los anales de la localidad con el popular nombre de 'La pedrada'.

Fue aquel 19 de mayo de 1990, del que hoy se cumplen 30 años. Era sábado. Un día bonito, propio de mayo, de los primeros de la temporada para acercarse a Donostia, o a cualquiera de las localidades de la costa. Un día que aquí, en el Goierri, sobre las 19.00, tras un rápido proceso en el que prácticamente oscureció, dio paso a una tormenta excepcional que durante un largo cuarto de hora, descargó bolas de hielo superiores en tamaño al de las pelotas de tenis, un fenómeno atmosférico como siempre, muy localizado que arrasó las localidades de Legorreta, Itsasondo, Arama, Ordizia y parte de Lazkao, Beasain, Altzaga, Gaintza y Zaldibia.

Un episodio, que afortunadamente no causó desgraciadas personales y que a todo aquel que le llevó a intentar poner a buen recaudo su vehículo le hizo desistir al llegar a pie de calle, consciente de que un impacto en la cabeza de aquellos bloques de hielo a semejante velocidad podía resultar fatal.

Mientras aguantó, porque acabó destrozado, el pluviómetro de la estación meteorológica instalada en el depósito-central de la calle Egutera Bidea, había registrado una precipitación de 20 litros/metro cuadrado. Un dato que permite aproximarse a aquel diluvio de hielo que destrozó todo lo que encontró a su paso; tejados, coches, invernaderos, mobiliario urbano, vegetación, etc.

Precisamente a quienes les sorprendió en su vehículo sin darles tiempo a guarecerse o quienes se encontraban en el hiper Eroski, no olvidan el miedo que pasaron.

Quienes a esa última hora de la tarde regresaron desde Donostia, etc, no daban fe de lo que estaban viendo. A partir de ahí tocaba sobreponerse, cubrir los tejados con toldos y plásticos para evitar males mayores, implorar que no lloviera y empezar a evaluar las pérdidas.

La Corporación, que presidía Kepa Korta hacía público un bando en el que exhortaba a los ordiziarras a llevar a cabo una evaluación real de los destrozos para poder reclamar de las diferentes istraciones las ayudas correspondientes.

El texto municipal recomendaba a los vecinos circular con precaución en las proximidades de los edificios, sobre todo en caso de que se dieran rachas de viento ya que podían provocar caídas de toldos, tejas, canalones, etc.

Plásticos y toldos

Ayuntamiento que ponía a disposición de los ordiziarras, plásticos y toldos para contrarrestar, inicialmente, los daños provocados en los tejados. De la misma manera, en la calle Mayor, se establecía la correspondiente oficina móvil de la Ertzaintza al objeto de recoger las denuncias por los daños ocasionados. En uno de los atestados la Policía Autónoma recoge y fotografía bolas de hielo de 8cm de diámetro.

La istración municipal se brindaba a poner en o a los ciudadanos con empresas dedicadas a la reparación, fundamentalmente de tejados, de fuera de la comarca al objeto de afrontar la vuelta a la normalidad con la mayor rapidez.

Las primeras estimaciones arrojaban un saldo de 1.500 millones de pesetas en pérdidas en el sector industrial de la comarca. Sólo en Ordizia reponer los tejados quedaba valorado en un desembolso superior a los 800 millones de pesetas.

El número de vehículos dañados en la zona superaba los 2.500, para los que se barajaba un desembolso medio, a la hora de su reparación, de 255.000 pesetas por vehículo. El cálculo municipal estimó unas pérdidas de entre 600.000 y 700.000 pesetas por familia ordiziarra.

Respecto a las ayudas brindadas por las diferentes istraciones, los ayuntamientos afectados calificaron de insuficientes las otorgadas por el Gobierno Vasco. Por su parte el Gobierno central, competente en la materia, estimó que no procedía aprobar la declaración de zona catastrófica.

El día 7 de junio, los medios de comunicación publicaban que tras dos reuniones celebradas entre el Gobierno Vasco, la Diputación y los ayuntamientos afectados, la estimación total de las pérdidas era de 2.802 millones de pesetas distribuidos de la siguiente manera; viviendas y edificios públicos, daños por valor de 831 millones, en industrias; 1.021 millones, vehículos; 500 millones, agricultura; 270 millones y en equipamientos públicos; 100 millones.

En días de hace tres décadas, en los que no existía una cultura en favor de asegurar los bienes, en concreto la vivienda, solo el 20% de esas pérdidas estuvieron aseguradas.

En la revista Santa Ana de 1990, que recoge diferentes artículos publicados en prensa al respecto, (hay imágenes de esos primeros momentos captadas por Iñaki Riaño y Joseba Arzelus) el inolvidable Kifi escribe. «No te olvidaremos, jamás, 19 de mayo de 1990. Ni te lo perdonaremos mientras vivamos. No te bastó aquellos horribles truenos para atemorizarnos, ni aquellos primeros granizos un poco más de lo corriente, dentro de aquella negrura que tanto asustó a los niños. Tenías ganas de hacernos una nueva jugarreta, mayor aún que las anteriores (incendios asoladores, tormentosas inundaciones a lo largo de la historia) y no se te ocurrió otra cosa que arrasar Ordizia. ¡Y de qué manera...! Llevaste la ruina a todos los hogares, sobre todo a los que no tenían los más mínimos medios para sobrevivir. Estarás satisfecho. Pero una cosa te digo. No podrás con nosotros, porque sobreviviremos. Ordizia saldrá de su ruina para recuperar lo que fue y sigue siendo: un pueblo alegre, trabajador, lleno de vida. Lo estamos levantando a golpes de nuestra pobre economía, de nuestro esfuerzo común. Frente a los dioses del agua, el viento, el fuego. ¡Aurrera Ordizia!».

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